Cuando nadie está mirando …
Dice el refrán “ojos que no ven corazón que no siente”; y es que mientras el pueblo celebra con euforia la victoria, de un selectivo nacional, de la cual pocos creían podía hacer la hombrada de derrotar al campeón Alemania, en su presentación en Rusia 2018, el flamante presidente Enrique Peña Nieto conmemorando el Día Mundial del Medio Ambiente (18/06/2018), promulgó la Ley General de Desarrollo Sustentable, firmando en el mismo acto de celebración diez decretos que versan sobre las Reservas de Agua.
Los diez decretos tratan sobre la posesión y uso de 300 cuencas hidrológicas de las 756 que existen en el país, eliminando la “prohibición que había para la entrega de permisos de extracción de agua” en esas cuencas. (Ver: Siglo de Torreon)
Esto es permitir que cerca de el 55% del agua existente en territorio nacional pueda ser explotado comercialmente: contradicción con acuerdos internacionales que buscan tratar el tema del agua como una reserva estratégica, no solo de una nación si no de la humanidad por el daño ecológico que se ha hecho en el planeta y parece ser en varias formas irreparable.
Como ya se entregó la producción petrolera a la iniciativa privada, la explotación de pozos petroleros ya puede ser incluso por empresas extranjeras, las minas no cuentan con los mínimos de seguridad internacional ¿porque no de una vez entregar el agua a la iniciativa privada? Según la presidencia la medida beneficiaría a los pueblos más marginados ya que es de donde se suele obtener el agua que se expropia para el uso de las ciudades. ¿Entonces que los que viven en comunidades urbanas paguen el agua?, ¿No es estar generando con esta medida en lugar de un control del agua un incremento del costo de vida urbana?, que finalmente provocará una inflación al tiempo que genera un debilitamiento superior de las comunidades rurales en su poder adquisitivo y flujo de capital, ya que claramente no serán los ejidatarios o pueblos indígenas los beneficiarios de la ventaja de poder comercializar el líquido.