De candidatas y algo mas…
Definidas las opciones que encabezarán los dos principales platillos en el menú de la carta política de nuestro país hasta hoy, querido lector, se le presentan dos alternativas: una ofrece un cambio ciudadano cercano a la gente, con algunas caras nuevas y otras no tanto, pero al final, todas ellas son novedosas. En cuanto al sabor, no podemos estar seguros; podrían resultar desabridas o tener un toque de picante, pero, insisto, son caras nuevas. Ya sea que tengan filiación política azul, roja o amarilla, o que tengan empresas y contratos con el gobierno, que sean de origen humilde y comprendan las necesidades del pueblo porque provienen de él, lo importante es que son caras nuevas, con ideas frescas y un entendimiento del dolor social.
La otra opción representa un continuismo en una política que ha sido denominada «del pueblo» y donde «el pueblo elige y el pueblo quita». Sin embargo, lo único que ha demostrado es su inoperancia a la hora de actuar, con mucho discurso, pero poca acción. Se le critica por su gestión en la ciudad más poblada de América Latina, por lo sucedido en el colegio durante el temblor y por su cercanía con el líder de palacio. En resumen, nos ofrece más de lo mismo, lo cual nos hace reflexionar. El país se encuentra sumido en la ineficacia para abordar problemas graves de seguridad, desempleo y programas sociales sin resultados medibles.
Al final, será el pueblo, informado o no, quien decidirá en 2024 si quiere un cambio radical o más de lo mismo. Tenemos ante nosotros dos opciones muy diferentes entre sí, y nosotros, los ciudadanos comunes que enfrentamos el día a día para llevar el sustento a nuestros hogares, seremos quienes evaluemos y tengamos en nuestras manos la posibilidad de mantener el statu quo o darle una oportunidad a algo diferente. Sí, algo diferente, al menos eso se vislumbra.
¿Por qué digo que está en nuestras manos? Porque usted y yo iremos a las urnas, como lo hicimos en 2018, para elegir al próximo presidente de México, quien liderará el rumbo del país. Podemos seguir navegando en la misma dirección o cambiar de rumbo, optar por nuevos vientos y horizontes que, al menos, prometen cambios. Tenemos la histórica oportunidad en 2024 de darle la vuelta a la página y recordar a un presidente más, lo que podría significar un cambio de rumbo para México.
No obstante, en este proceso, le recomiendo que observe detenidamente, se informe, escuche y lea las propuestas, pero, sobre todo, preste atención a los condimentos y acompañamientos que ofrece cada opción, así como a lo que obtendrá por el precio sugerido. No vaya a ser que intenten engañarlo o que el costo de la decisión resulte más alto de lo que esperaba.
En conclusión, el tiempo está a nuestro favor, y la posibilidad de elección está en nuestras manos. No nos queda más que seguir exigiendo lo que merecemos para construir un mejor país y un futuro prometedor para las nuevas generaciones. Por ello, reflexione bien a quién confiará la dirección de este país. Me despido, apreciado lector, deseándole el mayor de los éxitos en todo lo que emprenda y recordándole que, como México, no hay dos.