“DEPREDADOR: LA PRESA” (“PREY”) – STAR+

“DEPREDADOR: LA PRESA” (“PREY”) – STAR+

Cuando pensamos en la primera película de “Depredador”, lo primero que viene a la mente es un espectáculo que aglutina ideas de hípermasculinidad con efectos especiales, pero con la distancia que dan los años (35 en total) detectamos una interesante lectura sobre la deconstrucción de la figura heroica según el arquetipo ochentero donde un hombre de la caladura de Schwarzenegger junto a su grupo de soldados de élite sucumbe a un poder superior que proviene de las estrellas que desmantela toda su (y nuestra) noción de hombría y machismo en una línea casi dramatúrgica que conduce a un enfrentamiento donde no hay héroes o villanos, sólo entidades que luchan por subsistir.

Esto es lo que hace que aquel filme dirigido por John McTiernan funcione y también el por qué las secuelas nunca se consideran meritorias o a la altura de la cinta inaugural, pues su secuela directa, “Depredador 2” (1990) con Danny Glover, era más un producto sometido a los lineamientos estéticos y argumentales del escapismo hollywoodense de aquel entonces (aunque tiene sus momentos).

Por otro lado, “Depredadores” (2010) se enfoca más en la ampliación de la mitología sobre la raza extraterrestre mientras que “El Depredador” (2018) quiere adaptar la fórmula al posmodernismo sin lograr algo concreto.

Es por ello que la nueva iteración sobre el cazador intergaláctico titulada “Depredador: La Presa”, estrenada exclusivamente en Star+, es la mejor película de la serie desde la original, pues no sólo cuaja una historia muy funcional y rítmica gracias a una excelente labor del director Dan Trachtenberg (“Avenida Cloverfield 10”) remontándonos tres siglos atrás para presenciar el primer enfrentamiento entre la criatura y la raza humana, además aprovecha el tema de la cacería para fusionarlo con temas relevantes como la colonización, la emancipación y la autonomía sin afán de prédica.

Ubicada en 1719 en las Grandes Planicies del Norte, la historia gira en torno a Naru (una convincente Amber Midthunder), joven miembro de la tribu comanche que desea consolidar su posición en dicho núcleo realizando su ritual como cazadora, más su familia y en particular su hermano Taabe (Dakota Beavers) no se lo permiten, hasta que ella se percata del arribo del Depredador a sus tierras divisando su nave en el cielo y tomándolo como una señal de que su momento ha llegado.

Así inicia una trama que construye una línea de suspenso conforme el extraterrestre comienza a hacer notar su presencia matando animales y, posteriormente enfrentando a los comanche, siendo Neru la única capaz de detenerlo gracias a su adiestramiento y clara visión sobre estrategias de ataque y entendimiento sobre lo que significa espiritual y físicamente el acto de cazar.

Con ésta premisa el desarrollo se antojaba imposible en cuanto a la medición de dos fuerzas completamente dispares, pues es fácil suponer que una indígena no es rival para un ser tecnológicamente superior como el Depredador, pero el guion y dirección de Trachtenberg encuentran los puntos medulares adecuados para que dicho conflicto se produzca con mucha naturalidad e incluso de forma plausible, añadiendo la tensión y emoción que éstas películas habían perdido gracias a recursos inteligentes y sensibles donde no sólo importa el cómo Naru saldrá de éste lío, también las implicaciones de su conducta y su propio crecimiento personal, el cual se trabaja como una alegoría sobre el quebranto de la heteronormatividad y la emancipación de género.

Muchos podrán disputar éstas ideas como otro intento por hacer de una película sobre un personaje icónico de la cultura pop un discurso meramente “woke”, pero todo se diseña con tanta honestidad y los actores lo hacen tan bien que supera éstos complejos modernos y puede uno quedarse con una digna amalgama de drama, horror, acción y aventuras con momentos sobresalientes, como la secuencia del Depredador con un lobo, los enfrentamientos de Naru y su hermano con un grupo de despiadados tramperos europeos que sólo aniquilan fauna por codicia y placer, un emocionante clímax y, lo que me parece más notable, los tranquilos y necesarios momentos en que se ennoblece a la etnia indígena mediante muestras claras de su cultura y respeto por su entorno.

“Depredador: La Presa” nos captura sin problema con una historia óptima, fotografía majestuosa y un antagonista brutal que termina siendo una vez más personaje más que un simple monstruo del cine.

DEPREDADOR: LA PRESA

Correo: corte-yqueda@hotmail.com

Juan Pablo Martínez Zúñiga
Juan Pablo Martínez Zúñiga

Juan Pablo Martínez Zúñiga

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