Destruyendo nuestro futuro
Hace ya un año, la plataforma de Animal político publicó un artículo de investigación en colaboración con México Unido Contra la Delincuencia (“México, destruyendo el futuro”, en:https://panel.animalpolitico.com/mexico-destruyendo-el-futuro/violencia-en-jovenes.html), en donde denunciaban que cerca de medio millón de niños, adolescentes y jóvenes hasta 29 años habían sido víctimas de la violencia en el país de 2016 al 2021, ya como víctimas directas de asesinato o de otras agresiones o incluso como responsables de delitos vinculados al crimen organizado. El reportaje y en especial la gráfica que presentaron a partir de una amplia y diversa información, nos señalan trágicamente datos que suponíamos pero que no hemos reconocido plenamente. Desafortunadamente el régimen ha terminado por normalizar la violencia y como ciudadanos pareciera que es mejor no saberlo. Pero quizá, desde nuestros diferentes mundos, más como profesores, podamos también contribuir a comprender y sobre todo combatir la generalización de la violencia.
La Gráfica que recupero del reportaje mencionado nos advierte la gran dimensión que ha adquirido la violencia entre los jóvenes, sobre todo el ser víctimas de lesiones dolosas seguidas de víctimas de homicidio, indicadores que juntos rebasan los más de 200 mil casos. Y como la otra cara de la moneda, más de 128 mil casos de adolescentes y jóvenes detenidos, vinculados a proceso, o por narcomenudeo. Las historias mismas que el reportaje nos señala, y que muchos otros periodistas han denunciado, algunos de ellos desafortunadamente víctimas también de la violencia, nos señalan que el lema de “becarios sí, sicarios no”, ni los cerca de 100 mil millones gastados en el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro han sido suficientes para frenar esta ola de violencia entre los jóvenes. Un dato que presentan para Aguascalientes: entre 2018 y 2022 las detenciones por delitos contra la salud crecieron hasta en un 300%, de acuerdo a información de la Fiscalía del estado. El tema amerita una mayor reflexión.
En el actual sexenio se ha partido de una idea sobre los Programas sociales y que merece ser cuestionada. Algunos articulistas e incluso investigadores han señalado un tanto de manera cínica la efectividad de los Programas sociales del actual sexenio, en el sentido de que ellos a final de cuentas llevaron al triunfo de Morena y sus aliados en las pasadas elecciones (porque no hay que olvidar que fueron juntos y así deben ser considerados para la representación). De hecho, más que la efectividad misma de los Programas, esta idea es fundamentalmente “utilitaria”, como lo confesara el Presidente en un momento en que reconoció la utilidad y agradecimiento del pueblo para las elecciones. Analistas vinculados al régimen, como Gerardo Esquivel, se han esforzado para mostrar que efectivamente los Programas han ayudado a mitigar el problema de la pobreza, dejando de lado que más que la eficiencia para resolver los problemas, dichos Programas han sido efectivos para ganar elecciones. Es decir, la enorme cantidad de recursos que se han destinado para los Programas sociales más que atacar los problemas de raíz, terminan por reproducir y en algunos casos incrementar muchos de los persistentes problemas nacionales.
Porque sabemos al menos desde el surgimiento del estado de bienestar, es decir desde el Estado surgido después de la Segunda Guerra Mundial en los países sobre todo europeos, que la manera en que se ha distribuido mejor la riqueza es a través de instituciones centrales como son, en primer lugar, en atención a la salud, y en seguida para mejorar los estándares educativos.
Cuando Gabriel Zaid en su libro El Progreso improductivo (1979) propuso por primera vez para México que la mejor manera de distribuir la riqueza, dada la crisis de las instituciones sociales en el país que sólo habían beneficiado a la burocracia, era el reparto en efectivo, la crítica provino precisamente desde la izquierda porque esa medida no necesariamente lleva los recursos a quienes más lo necesitaban. Ciertamente Zaid complementaba la idea de repartir en efectivo con la necesidad de crear una oferta pertinente de bienes y servicios sobre todo en las poblaciones más pobres. Precisamente en este sexenio, al privilegiar las transferencias monetarias a la población sin la creación de una oferta pertinente (como mejores servicios de salud) y sin focalizaciones adecuadas que el mismo Esquivel ha reconocido, han llevado a exponer críticamente a uno de los sectores más vulnerables y sujetos a una mayor violencia como son los jóvenes. Porque como se ha documentado desde diversas fuentes, los Municipios más violentos en el país no son los que cuentan con más becas para jóvenes en el país. Un olvido que además fortalece la idea de que el propósito de estas becas es otro.
El reportaje de Animal político documentó además, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Syracuse en Estados Unidos, que cada vez son más niños y jóvenes que huyen por miles hacia los Estados Unidos, según las peticiones de asilo registradas en los últimos años (más de 35 mil pidieron asilo entre 2016-21); así mismo, en 2022 se llegó a una cifra récord de menores de edad tratando de cruzar ilegalmente la frontera hacia ese país, con cerca de 28 mil niños y adolescentes. La fuga de estos niños y jóvenes está mostrando que sin acciones bien focalizadas para resolver nuestros problemas centrales, difícilmente detendremos esta marcha que está destruyendo nuestro futuro.