“DOG: UN VIAJE SALVAJE” (“DOG”)

“DOG: UN VIAJE SALVAJE” (“DOG”)

Películas sobre personas y canes cuyos vínculos se fraguan mediante una relación amor-odio hay muchas, casi siempre desde ópticas dramáticas o cómicas desde que Rin-Tin-Tin y Lassie se erigieron como íconos (exceptuando algunas anomalías terroríficas como “Watchers” / “Al Borde del Terror” o “Luna Roja”), pero en “Dog: Un Viaje Salvaje” se produce algo distinto: un relato de tintes psicodramáticos donde el perro y su contraparte humana poseen rasgos vivenciales e incluso existenciales que los unen intrínsecamente aún si su emparejamiento es producto de una encomienda que fuerza su relación, y hay momentos muy interesantes que por poco hacen de ésta cinta algo digno de ver si no fuera por las constantes zancadillas que el guion le mete a la historia por virarla innecesariamente a la comedia.

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Channing Tatum decentemente protagoniza y codirige junto con Reid Carolin esta película poniéndose en la piel de Jackson Briggs, un ex soldado que busca regresar al ejército para salir de una vida mediocre presa del estrés postraumático y medicamentos para la ansiedad. Su oportunidad  llega con Lulú, una perra que también sirvió en las Fuerzas Armadas a la que deberá llevar por toda la zona costera del Pacífico norteamericano hasta donde se efectuará el funeral de su dueño, un militar apellidado Rodríguez fallecido en un accidente automovilístico quien se apegó a tal grado a su can durante varias misiones en Afganistán que le dedicó en su bitácora varias odas e incluso poemas. En un principio, la relación entre Briggs y Lulú es muy adversa pues él no desea realmente hacerse cargo de ella y la perra es en extremo violenta producto de sus experiencias en el frente, pero conforme emprenden la dinámica característica de una road movie donde dos seres disímbolos van localizando aquello que sus corazones y almas requieren uno en el otro su contacto los ayudará a superar gradualmente las heridas internas producto de sus andanzas bélicas mientras experimentan una serie de estrambóticas situaciones como el hacerse de una habitación de lujo en un hotel cinco estrellas con Briggs haciéndose pasar por ciego  o conocer personajes exóticos como prostitutas de la Nueva Era.

El planteamiento que se zurce a lo largo de la cinta sobre quién requiere más ayuda de los dos ante sus respectivos fardos emocionales y psicológicos que nos orillan a tratar de resolver la pregunta “¿Cuál será el ente más animal?” se va diluyendo conforme la rosca narrativa comienza a barrerse ante el empecinamiento del argumento por llevarlos a estos momentos tan absurdos que salen sobrando y que anestesian el interés general. La idea de presentarnos a dos seres tan dañados que pertenecen a especies distintas es una que ofrece posibilidades dramáticas muy amplias, y de vez en cuando se aprovechan en ésta película de manera efectiva (la escena pre-clímax es muy efectiva en ese sentido) pero la trama nomás no deja de patinar cada vez que Tatum debe hacerse el simpático para obtener algo o sacar ventaja de ciertas situaciones, algo que ocurre muy a menudo en la cinta. “Dog: Un Viaje Salvaje” logra escabullirse de la fórmula cinematográfica sobre el lazo hombre-perro con una premisa y momentos en su desarrollo bastante atractivos, pero a Tatum aún le faltan muchas tablas como director y guionista para consolidar sus ambiciosas intenciones narrativas.

 

Juan Pablo Martínez Zúñiga
Juan Pablo Martínez Zúñiga

Juan Pablo Martínez Zúñiga

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