EL AFFAIRE MUÑOZ LEDO-MORENA

Ayer conversaba con un individuo (que no vale la pena decir su nombre) y me afirmaba que Porfirio Muñoz Ledo ya había llegado a la senilidad, con las bravatas que había protagonizado en la Cámara de Diputados. De inmediato paré en seco a mi interlocutor, manifestándole que aparte de lo ligero e irrespetuoso de su comentario, no entreveía el mensaje del político guanajuatense (por derecho de sangre) ni la preocupación que dejaba asentada.

Porfirio criticaba a la bancada morenista porque ante el presunto apoyo a un apartado del dictamen de reforma al artículo Cuarto Constitucional, se supone que, los legisladores de su partido lo apoyarían, cuestión que no ocurrió, pues apenas tres de ellos acabarían votando a favor de su propuesta.

Esto enardeció al legislador, quien en tribuna acusó a sus correligionarios de hipócritas, después de mencionar que, “no es que me oponga a una dictadura silenciosa, sino que me parece que la hipocresía y el doble lenguaje no caben en la 4T”.

Al respecto valen las apreciaciones del Presidente. López Obrador se la vive diciendo que no somos iguales, en relación a las posturas asumidas por sus antecesores del PRIAN y en el estilo de gobernar de los partidos de la etapa neoliberal, pero por lo menos los legisladores morenistas en ambos Congresos parecieran no diferenciarse en su forma de actuar con respecto a sus presuntos adversarios.

En mucho y con excepciones, los legisladores morenistas son irreflexivos, sin una cultura política mínima, son seguidistas y siguen borregamente conforme lo defina su dirigente, que no necesariamente correspondería al líder de su bancada. De esta manera es entendible la actitud y respuesta de Muñoz Ledo, quien se ha distinguido por ser un tribuno preparado y defensor sustentado de sus posturas y propuestas.

Cuando hablamos de un cambio de régimen nos referimos a las instituciones, que definitivamente no pueden ser las del pasado, pero también es insuficiente esto, si no se transforme radicalmente la conciencia de la gente, particularmente de quienes promueven el cambio. Implícitamente esto está inscrito en los reclamos de Muñoz Ledo, cuando habla de incompatibilidad con la 4T.

No es un hecho aislado del legislador, en poco tiempo se ha convertido en una voz discordante, pero escuchable, en conciencia crítica, con puntos de vista que debieran ser atendidos. Recordemos su participación en el mitin de la frontera norte, sin zalamerías como muchos de los ahí presentes y con diferencias evidentes con el Presidente de la República.

No ha compartido la visión de gobierno con respecto a los inmigrantes ni particularmente la que defiende el propio López Obrador y su canciller Marcelo Ebrard Casaubond. Se centró en la demanda por el libre tránsito, la defensa de los derechos humanos y consideró que México le estaba haciendo el juego sucio a Estados Unidos. Que habían roto con la tradicional política exterior.

Pensé por entonces que era una diferencia momentánea, para ese punto en particular, después seguirían el seguir el mismo camino, no ha sido así, siguen apareciendo desavenencias, aunque lo preocupante son las razones porqué se dan estas.

Primero está la terquedad de López Obrador, el no querer escuchar otros puntos de vista que no sean el suyo, aunque estén sustentados y soportados firmemente, lo más reciente es su apreciación contra los feminicidios, como componente de la violencia en México y la apreciación que seguirá combatiendo las bases originarias, como si fuera las mismas de las que sigue el crimen organizado.

Y en lo de la Cámara de Diputados, López Obrador menciona que él se guía por los resultados, cuando el problema es ese precisamente, el que se actúe de manera semejante a los tiempos del partido único y de Estado, donde la oposición era borrada del mapa por una directriz dictada desde el Ejecutivo federal.

Cambiar las formas de gobierno o el estilo de gobernar, más allá de los discursos mañaneros, es una cuestión de fondo. El seguidismo a ultranza, los borregos de la política, que para los conservadores serían los chairos, desde mi punto de vista también es un rasgo de corrupción y de apoliticismo político, que debía haber desaparecido.

Todo lo anterior no lo consideró mi interlocutor que se le hizo fácil criticar y descalificar a Muñoz Ledo, en el fondo pensando como se hacía antes, en tiempos del PRIAN y aceptando una práctica parlamentaria que debiera ser abandonada ya. Es fundamental además no dejarlo pasar, denunciar este tipo de cuestiones, señalar a los nóveles morenistas que no se formaron en la izquierda, que así no se hacen las cosas.