EL CONTROL DE LAS ARMAS
Más allá de todos los comentarios que concitan los lamentables hechos ocurridos el jueves de la semana pasada en Culiacán, Sinaloa, así como la necesidad de revisar a conciencia la estrategia seguida hasta ahora por el gobierno, en el combate al crimen organizado y al narcotráfico, se requiere que se adopten ya medidas para evitar el trasiego de armas provenientes del vecino país, Estados Unidos.
En esa ocasión, el crimen organizado demostró tres cosas que no hay que perder de vista, para la definición de la nueva estratégica: primero, tiene posibilidades reales de reaccionar de manera pronta, rápida y organizadamente; segundo, tienen gran fortaleza económica (no es cualquier cosa ofrecer veinte mil pesos al día a aquel que se sumase como sicario en dicha movilización) y, tercero, demostraron que tienen capacidad de fuego, con armas que sólo el ejército y la Marina manejan.
De los dos primeros factores, hasta ahora el gobierno federal ha puesto en práctica políticas y programas, con los cuales pretende llegar a la raíz del problema, arrebatar sobre todo jóvenes al crimen organizado, dándoles opciones con las cuales podrían insertarse al mercado formal contando con ingresos permanentes aunque sea por un año.
Sin embargo, poco se ha hecho en el tercer rubro, aunque después del jueves, el gobierno federal reaccionó rápido y planteó el problema a su homólogo norteamericano, que no necesariamente puede decirse fue receptivo de la preocupación mexicana.
Al gobierno de Donald Trump no le interesa entrarle al asunto, primero porque no cree en la medida como solución del caso, y si se cumpliera ese escenario, cedería aunque fuera de manera parcial, pero no ahora, por lo menos en lo que dura la actual campaña presidencial hacia su reelección. Además de que uno de sus aliados y apoyadores de siempre son los de la asociación del rifle, entidad archiconservadora y belicista.
No obstante, es saludable los intentos realizados por el canciller Marcelo Ebrard para sentar a la mesa al representativo de la nación vecina y discutir este tema. Incluso hace varias semanas, ya había hecho el planteamiento durante su participación en la 74 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde solicitó la emisión de planes sobre tráfico de armas. Presumiblemente acordaron poner en práctica el Operativo Frozen y sellar la frontera al tráfico de armas.
Esperemos el convencimiento de las partes y la consecuencia de las mismas, también que no sean juez y parte, es decir, que no estén involucrados en el ilícito, como lamentablemente si ocurrió hace algunos años, cuando se pudo en práctica la Operación “rápido y furioso” y donde algunas armas puestas como “cebos” fueron encontradas asociadas a acciones del crimen organizado. Hay que recordar que este caso se llevó a cabo cuando el defenestrado Eduardo Medina Mora era el titular en la Procuraduría General de la República.
En aquel tiempo se habló que personal de la propia Procuraduría había recibido capacitación para el rastreo de armas y a través de ello también llegar a algunos capos de la droga. Al tiempo, lo que se vio es que correspondió más a show y corrupción, que por lo mismo no afectó en nada a los grupos delictivos que se pretendía liquidar.
No sólo fueron acciones de corrupción para registrar esos magros resultados, también incidió la permeabilidad de los cuerpos de seguridad por parte del crimen organizado. Últimamente se ha sabido de mandos comprados y cooptados en la Policía federal (hoy desaparecida), así como en otros cuerpos policiacos.
Ahora, el objetivo es hacer disminuir ostensiblemente la capacidad de fuego de las organizaciones delictivas, evitando la implementación de acciones como la que llevaron a cabo la semana pasada en Culiacán, pero también hacerlas más vulnerables y ser más efectivos cuando se les ataque y trate de eliminar.
Implica entonces combatir su base social, lo cual ya se ha estado haciendo (otra cosa es valorar los resultados reales); minar su patrimonio y base financiera, pero también como ya lo señalamos, nulificar su capacidad de fuego, que ahora se ha visto que es mucho mayor de la que se esperaba y preveía.
Así como el gobierno norteamericano exigió del mexicano una actitud más activa en la contención de los flujos migratorios hacia los Estados Unidos o en el marco de la suscripción del T-MEC plantearon el sustantivo incremento al salario mínimo de los trabajadores mexicano, nuestro gobierno tiene que, hacer lo propio para la contención del flujo de armamento y parque en la frontera.
Al tiempo iremos viendo los resultados.