¿El fin de la domesticación de la violencia?

¿El fin de la domesticación de la violencia?

Históricamente, la violencia es un fenómeno que ha adquirido dimensiones de barbarie en diferentes momentos de la humanidad. Los datos más recientes sobre las muertes en la Segunda Guerra Mundial, basados en estudios más precisos en términos demográficos, han señalado la muerte de más de 60 millones de personas entre 1939-1945, considerando las grandes debacles económicas y sociales de China (14 millones) y la URSS (poco más de 23 millones). Ello ha llevado a algunos pensadores, al no haberse presenciado un conflicto de tales dimensiones en los últimos años, en señalar que después de la Segunda gran guerra hemos alcanzado el mejor momento de la historia de la humanidad… Es el caso del lingüista canadiense y profesor de Harvard, Steven Pinker, quien en su libro Los Ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones (Paidós, 2011), señaló con una abundante cantidad de datos que “la violencia ha descendido durante prolongados períodos de tiempo, y en la actualidad quizás estemos viviendo en la época más pacífica de la existencia de nuestra especie.” Ello no implica, advierte, que la violencia carezca de complicaciones o que ésta continuará disminuyendo de manera automática, más bien señala que no hay determinismos y que en todo caso se requiere analizar la información.

Por otro lado, el historiador francés Robert Muchembled en Una historia de la violencia. Del final de la Edad media a la actualidad…, ha planteado un análisis de más largo plazo para demostrar la hipótesis de que lo ocurrido sobre todo en Europa tiene que ver con un proceso de “domesticación de la violencia” particularmente juvenil y masculina, de tal manera que la reducción de ésta sobre todo en los índices de homicidios tiene que ver con lo que ocurre especialmente con la inserción o no de jóvenes barones en la sociedad que les ha correspondido. Ello tiene varias implicaciones ya que nos advierte en primer lugar que la violencia es fundamentalmente masculina, ya que sólo alrededor de un 10 por ciento los victimarios son mujeres; por otra parte, señala que la violencia tiene que ver con la gestión del reemplazo generacional en diferentes momentos, por ejemplo en Francia en 1520, 1610, 1789, 1910 y 2005… Al reflexionar sobre el periodo más reciente, de hecho llega a preguntarse sobre si el incremento de la violencia tiene que ver con las dificultades cada vez mayores de los jóvenes para insertarse social y económicamente hablando. Lo cual nos plantea toda una hipótesis para seguir trabajando en especial para el caso mexicano.

Ahora bien, uno de los problemas con los trabajos como los de Pinker tiene que ver no sólo con la definición de la violencia misma, sino a partir de las grandes diferencias a nivel global y desde luego a nivel nacional por ejemplo en las estadísticas de delitos, si bien el concepto de violencia misma desde luego abarca más consideraciones, como por ejemplo la violencia autoinflingida o el suicidio. Más allá de las definiciones, hacen falta pues estudios más detallados de más largo plazo para analizar el caso mexicano.

Uno de los primeros estudios al menos para el siglo XX mexicano es el de Pablo Piccato, Historia mínima de la violencia en México (El Colegio de México, 2022), quien a partir de las propuestas de Hannah Arendt analiza el componente de racionalidad en los diferentes tipos de violencia, como la revolucionaria, la agrarista, la patriarcal y caciquil, la religiosa, la guerrillera, y en los últimos años la urbana vinculada a la droga y a los negocios ilegales, etc., para concluir con una reflexión sobre la violencia de género y señalar, a partir de una frase de Rita Segato, que “toda violencia es violencia de género”. Esta conclusión de Piccato sin duda sugiere otros trabajos necesarios para el caso mexicano, ya que requerimos de reflexiones más a profundidad sobre la complejidad de la violencia en el país.

Bajo estas premisas, es importante adentrarnos en lo que ha ocurrido en México en general y Aguascalientes en los últimos años, si bien hace falta un trabajo de mayor profundidad. Con el fin de tener un panorama detallado para todo el país, utilizaremos los datos de una de las plataformas más confiables sobre la incidencia de delitos en los últimos años. Gracias al Observatorio Nacional Ciudadano (Seguridad, Justicia y Legalidad, en Observatorio Interactivo de incidencia delictiva (onc.org.mx)), podemos analizar los diferentes delitos a nivel nacional, estatal y municipal desde el año de 1998.

Una de las primeras sorpresas que tenemos es que Aguascalientes, comparado a nivel nacional, tiene una Tasa de delitos muy superior a la que ocurre en promedio a nivel nacional desde el 2006. Se trata de la Tasa de delitos generales (homicidios dolosos y culposos, feminicidios, secuestro, extorsión, robo con violencia, robo de vehículos y robo a casa habitación) por cada 100 mil habitantes: 2840.24 delitos por cada cien mil habitantes en el estado, frente a los 1656.31 delitos a nivel nacional. Ello tiene que ver fundamentalmente con la Tasa de robos en casa habitación, lo cual es algo seriamente preocupante. En esta clase de delitos, el estado se encuentra con una Tasa más de tres veces superior que a nivel nacional: 151.82 delitos por cada 100 mil habitantes, frente a los 41.63 en todo el país, por lo que sigue siendo una asignatura pendiente ya que se trata de una violencia constante y lamentablemente sin claros indicios de que pueda resolverse de manera más estructural. Se trata de un delito que va minando no sólo la parte económica de las familias, sino de prácticas para jóvenes y familias que además puede conectar fácilmente con otra clase de delitos, como el robo de vehículos que se encuentra al nivel del promedio nacional.

En términos de homicidios, podemos señalar que los homicidios dolosos (los que tuvieron la intención de acabar con la vida del otro) han tenido algunas diferencias importantes si los comparamos a nivel nacional y estatal en un primer momento. Por ejemplo, la Tasa por cada 100,000 habitantes comenzó a incrementarse en Aguascalientes desde el 2007 (con una Tasa de 4.32, cuando a nivel nacional era de 9.34) hasta el 2011 que comenzó a decaer, para nuevamente incrementarse a partir del 2017 (5.96 estatal y 20.78 a nivel nacional). Aguascalientes ha mantenido una Tasa relativamente baja (alrededor de 6 puntos), en comparación a la nacional que si bien muestra que los homicidios dolosos van a la baja, ésta se ha mantenido alrededor de 20 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes en todo el país.

En homicidios culposos (es decir no intencionados), la tendencia en Aguascalientes ha sido muy parecida a nivel nacional (alrededor de 12 homicidios por cada 100 mil habitantes), e incluso ha estado por encima del promedio nacional, sobre todo de 2005 a 2011 y de 2014 a 2019. Este comportamiento de los homicidios culposos para el estado nos habla a final de cuentas de una violencia más de largo plazo que es importante considerar dadas sus altas tasas. Al unir las dos tasas de homicidios (dolosos y culposos), quiere decir que México se encuentra entre los países más violentos del mundo, cuestión que no podemos evadir no obstante algunos cambios. Y en Aguascalientes, si bien en homicidios se mantiene por debajo del promedio nacional, lamentablemente su incidencia sigue creciendo dada la cada vez mayor dificultad para que los jóvenes tengan mejores oportunidades.

Respecto a los feminicidios, su crecimiento en Aguascalientes fue sobre todo a partir del 2020, e incluso en 2022 llegó a estar prácticamente en las mismas tasas que a nivel nacional (1.45 frente a 1.34 el estatal), aunque a partir de este último año la tasa se desplomó en Aguascalientes por lo que habría que monitorear estos grandes vaivenes. Lo que se ha mantenido es la violencia contra las mujeres en sus diferentes acepciones: psicológica, sexual, física y económica/discriminativa, porque Aguascalientes es una de las entidades con la prevalencia total de mayor violencia contra las mujeres de más de 15 años, de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (2021).

Esta información nos regresa sin embargo a las grandes preguntas que habrá que hacernos para que el estado y el país puedan disminuir sustancialmente la violencia, antes de que terminemos por normalizarla y vivamos permanentemente con miedo, y nuestros jóvenes vivan con una suerte de espada de Damocles sobre su cabeza. Porque habría que decir en primer lugar que las altas tasas de homicidios ocurren fundamentalmente entre los jóvenes entre 15 y 29 años: la tasa de homicidios para jóvenes es de 40 por cada 100 mil habitantes, es decir al doble que el promedio general, tendencia que desafortunadamente viene creciendo desde el 2008; incluso desde más jóvenes ya que lamentablemente se han incrementado los delitos contra menores de edad en un 20%. Ante este tipo de información, no hemos visto una propuesta integral tanto a nivel estatal como nacional que se proponga claramente disminuir los indicadores de la violencia, sobre todo entre los jóvenes. Porque lo que tenemos cierto es que después de una gran ola de disminución de la violencia en los últimos cincuenta años a nivel global y nacional, pareciera que llegamos al fin de este ciclo al menos para el caso mexicano a partir del 2008. Un tema prioritario entre los que haya.

Víctor González
Víctor M. González Esparza

Historiador, académico

Víctor M. González Esparza

Historiador, académico

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