El giro de los días
Entre la penumbra del complejo Tres Centurias, en la ciudad de Aguascalientes, un carrusel iluminado rompe la quietud nocturna. Sus bombillos, como luciérnagas persistentes, trazan un círculo de memoria y movimiento.
Los caballos de madera, detenidos en su trote perpetuo, parecen custodiar los ecos de una música invisible que aún flota entre los árboles. La escena abrileña, bañada por un resplandor cálido, contiene esa melancolía que solo las cosas antiguas poseen, como seguir girando, aunque el público se haya ido del lugar.
El término “carrusel” proviene del italiano garosello y del español carosella, que significan “pequeña batalla”. En la Edad Media, los jinetes árabes y turcos practicaban con este dispositivo para perfeccionar su destreza antes del combate.
Montados sobre corceles reales atacaban las figuras de madera que representaban al adversario. Así, lo que hoy asociamos con la edad de la inocencia, nació como un ejercicio de guerra. El tiempo, con su ironía habitual, convirtió la preparación para el enfrentamiento en un juego circular de luces y entretenimiento.
En esa transformación se esconde una metáfora de la vida cotidiana. Los días también giran como un carrusel, repitiendo rutas, emociones y diálogos, hasta confundir el pasado con el presente. A veces cabalgamos con entusiasmo, otras solo nos dejamos llevar por la inercia del movimiento. Y, aunque el escenario cambie o las luces se apaguen, el ciclo continúa, invitándonos a reconocer que en la repetición también puede habitar la belleza.
Quizá por eso observamos estos carruseles con una mezcla de nostalgia y ternura. Nos recuerdan la infancia, pero también la insistencia de seguir dando vueltas pese a la fatiga. Tal vez la verdadera madurez consista en aceptar que la vida no avanza en línea recta, sino en espiral; que cada giro nos devuelve al mismo punto, pero con otra mirada, con un leve aprendizaje que nos permite comprender el valor de detenernos, aunque sea por un instante, a contemplar el brillo que resiste en medio de la oscuridad.

Esta fotografía la tomé un 12 de abril de 2025 en un pasillo obscuro de las Tres Centurias.
Más allá de la mirada: El carrusel se inventó en el siglo XII. Hoy representa el vaivén de la existencia, el recordatorio de que incluso las batallas pueden transformarse en danza cuando el tiempo decide girar sobre sí mismo.
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