El Malito dirigente del PRI

Con la terca actitud de Alito para mantenerse por sobre todo en la dirección nacional del PRI, se refuerza sobremanera la necesidad de la revocación de mandato y sacar de sus responsabilidades a quienes se han convertido en una rémora, como es el caso del campechano.

Y conste que así como está, conviene más al actual gobierno y a Morena, pues sigue mal, dirigiendo al otrora partido oficial que sigue perdiendo gubernaturas, que nadie imaginaba iban a pasar a otras manos diferentes al príismo, las más recientes de ellas, las perdidas en la jornada del cinco de junio.

Se esperaba que en la sesión del Consejo Político del PRI del martes 14, se presentara la dimisión de Alito, después de aceptar, como se debe, los desastrosos resultados electorales y, la necesidad de cambiar la estrategia a seguir, en el ánimo de contener la debacle, sobre todo ahora que se avecinan las elecciones en Coahuila y Estado de México.

Pero no sucedió así. Los expresidentes partidistas no tuvieron la fuerza suficiente para quitarlo, no obstante que sus críticas fueran correctas y fundadas, Por su parte, Alito respondió que a él no lo había nombrado un presidente de la República (como se estilaba antes) y sí la base de su partido, además de que no había concluido su periodo. De ese tamaño es su argumentación… y el cinismo con que actúa y se comporta también.

No hay el menor sentido autocrítico en Alito, (sobrenombre que se ha convertido ahora en Malito), no reconoce nada, no le inmutan los fracasos, no le afectan los escándalos en los que se encuentra metido, no palpa el deterioro de su partido del cual, en gran medida él ha sido responsable. Vive en otro mundo. Lo peor es que lo toleran sus correligionarios, ese séquito de aduladores hechos al viejo estilo.

Por lo pronto se mantendrá en el cargo hasta agosto del 2023. Él ya lo señaló. Seguirá encabezando el deterioro del PRI. Se mantendrá sumisamente a la cola del PAN y acercándose ya su partido al centenario de su fundación, también se aproxima su extinción, si siguen por el camino que los lleva Alito.

Nunca habían registrado tan deplorable situación, que da pena ajena, aun cuando nunca he estado de acuerdo con ese partido, pero es lamentable que concluya su vida activa supeditado a la derecha, a través de las directrices dictadas por el PAN. Desde el Pacto por México peñista se le ha volteado la tortilla, con la supeditación de su todavía presidente nacional.

Alito representa la realidad actual del PRI, su creciente descomposición, el agotamiento de la revolución mexicana como motor transformador de manera institucionalizada. Así ya no tiene una razón de ser. Lo que no justifica el saltimbanquismo, menos a Morena, en todo caso la firma actual que más se acerca es Movimiento Ciudadano, sólo habríamos que ver su discurso, propuesta programática y trayectoria seguida a su dirigente máximo Dante Delgado.

Su antinatura alianza con el PAN, al igual al que por otro lado ató al PRD, tiende el camino hacia su propia supervivencia, aún cuando ello implique la entrega de las plazas y la garantía de mantenerse con un caudal muy reducido y en el límite del umbral de la existencia política. La contradicción es que ello sucede a costa de su dependencia en lo político. La mejor prueba de ello es la postura en la Cámara de Diputados con respecto a la reforma eléctrica, quien llevó la batuta fueron los blanquiazules, desnaturalizando las posturas políticas de los otros partidos, por lo menos antes de la era neoliberal.

La tradición nacionalista y de la bandera de la revolución mexicana, que había abanderado el PRI por lo menos en medio siglo de su historia, quedó atrás, fue abandonada por su dirigencia y por sus legisladores, desubicándose del camino histórico y perdiendo la brújula de su situación actual, en el aquí y ahora. Alito es la mejor muestra de la pérdida de rumbo de este partido y de frivolidad con que se ve la acción política.

Me quedo corto, por lo cual rectifico, no solo es frivolidad lo que impera en el “dirigente” priista, también lo es su total desapego a la ética, es su completo desaseo para el respeto de los documentos básicos de su mismo partido. los cuales se acusa han sido alterados, para evitar que salga del cargo en agosto del año entrante y pueda acceder más fácilmente a la candidatura presidencial. ¿Habrá más descaro?

Pareciera tampoco importanle el proceso abierto en Campeche y que sigue directamente el mismo fiscal del estado, Renato Sales, un buen y reconocido jurista, como lo ha subrayado el Jefe Diego, al referirse al lío legal en el que se ha metido el dirigente priista.

A Alito no le importa la situación del país y su partido, todo lo hace a partir de sus propios intereses, de los objetivos trazados para su persona, aunque sea mal visto por todos, va como caballo lechero, sin distracciones, hacia donde quiere llegar, aunque todo se esté desmoronando a su alrededor.

No esperemos entonces que salga por su pie. Su política es seguir aquel viejo juego infantil de “voy derecho y no me quito…”. Pero algo tendrán que hacer los expresidentes priistas que salieron inconformes de la sesión del Consejo Político, para solucionar la situación de su partido por cuenta propia.

La otra vía de solución es jurídica y dual. Pasa con el posible juicio político a Alito y el desafuero como legislador, pero también, como avancen las indagatorias en la Fiscalía de Campeche, procediéndose en lo que corresponda. Y si no fuera en ninguna de las dos vías, su propia torpeza e ineficiencia, sentaría las bases para que el PRI pierda el año entrante Coahuila y el Estado de México.