El periodismo bajo fuego
De acuerdo con el informe anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF), México encabeza la lista de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, incluso por encima de naciones en situación de guerra como Ucrania.
Investigar, analizar, cuestionar y publicar información que se considere “incomoda”, se ha convertido en una de las razones más comunes para que alguien pueda ser asesinado en nuestro país.
El reciente atentado que sufrió Ciro Gómez Leyva es una muestra de ello, un mensaje claro. Y aunque quizá nunca sabremos quien ordenó el ataque, ni las razones que lo motivaron, es un intento descarado y abierto por silenciar al periodista, quien por cierto tuvo la suerte de conducir un vehículo blindado que le salvó la vida.
El periodismo siempre ha estado en la mira y bajo acoso, porque es transgresor, disruptivo, antítesis del statu quo. Su esencia, por naturaleza, es constituir un contrapeso del poder.
Hoy en México, sin embargo, está bajo fuego abierto. Los periodistas están siendo asesinados frente a todos. En lo que va del año suman diecisiete y en el presente sexenio treinta y seis, de acuerdo con la organización Artículo 19.
Lo de Ciro no es un caso aislado, aunque cobra relevancia por tratarse de quien se trata. Sin embargo, este año han sido asesinados varios reporteros locales. Los últimos: Margarito Martínez y Lourdes Maldonado en Tijuana, y Pedro Kumul en Veracruz.
Lo grave es que no haya habido pronunciamientos contundentes, ni desde los gobiernos locales, ni desde la Presidencia de la República. Mucho menos resultados de las investigaciones.
Por el contrario, hoy la presión y el mayor acoso parecen venir desde el poder político. Ahí están los ataques constantes del púlpito presidencial, denunciados públicamente por organismos como Amnistía Internacional, contra quien se atreve a criticar al gobierno de la 4T.
Ahí están también las grotescas declaraciones de un político como Alejandro Moreno, líder opositor del PRI: “al periodista hay que matarlo de hambre”.
Debemos entender y reconocer la grave realidad en la que estamos viviendo hoy en México. La impunidad es la constante. La violencia es el pan de cada día. El abuso de poder sigue siendo norma.
Hoy el periodismo en México está bajo fuego y como en muchas otras aristas, no pasa nada. Lo de Ciro es un eslabón más en esa cadena de criminalidad que sigue limitando nuestra libertad de vivir y ejercer nuestras profesiones en paz.
