EL SUPERSECRETARIO
[bctt tweet=»Está claro que saltarse a algunos Secretarios contó con la anuencia o fue disposición del Presidente de la república…» username=»crisolhoy»]
Después de la suscripción del acuerdo con el gobierno norteamericano, que evitó por cuarenta y cinco días la imposición de aranceles comerciales a las exportaciones mexicanas, se le dio al Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard Casaubond un excesivo poder y posicionamiento, lo cual deja entrever otras lecturas, algunas de ellas incluso futuristas.
No sólo se le puso a cargo de la comisión encargada de implementar las medidas de contención y regulación de la migración sobre todo centroamericana a los Estados Unidos, utilizando nuestro país como vía de paso. La responsabilidad implicó en los hechos el pasar sobre algunas áreas de varias dependencias federales, integrando a subsecretarios, sacándolos en los hechos de sus funciones originales y en algunos casos incluso sustituyéndolos. Habrá que ver si esta fue la razón de la renuncia del encargado de Migración, para ser sustituido por quien ahora funge como titular: Francisco Garduño, quien hasta hace poco coordinaba las penitenciarías federales.
Está claro que saltarse a algunos Secretarios contó con la anuencia o fue disposición del Presidente de la república, lo cual, aunque haya sido así, no deja de ser cuestionable, pues sobaja la investidura de los titulares de varias dependencias.
Durante toda una semana vimos en las conferencias mañaneras a Marcelo Ebrard como actor principal, señalando los pasos que hasta ese momento se han dado para cumplir con lo que toca a la parte mexicana en el acuerdo con el gobierno norteamericano. Sin embargo, hasta el momento no se han dejado ver resultados, aunque fuera parciales de manera tangible.
Este hecho en mucho ha mediatizado el interesante debate abierto entre el secretario de Relaciones Exteriores y el Diputado Porfirio Muñoz Ledo, desde que este presentó su postura discordante pero correcta en el mitin realizado en Tijuana, Baja California, en tanto cuestiona hasta dónde la representación mexicana cedió en los planteamientos de Trump.
Lo anterior hizo que volviera a la memoria lo que había sido los Tratados de Bucareli, firmados en 1923 en el periodo presidencial de Álvaro Obregón, donde la intencionalidad del sonorense para ser reconocido como mandatario, implicó la aceptación de la propuesta norteamericana para garantizarles los derechos de propiedad de los ciudadanos del vecino país que residieran en el nuestro.
Pero fuera como fuera (o al estilo calderonista: haiga sido como haiga sido), todo le valió para que Ebrard fuera considerado por algunos analistas políticos y columnistas en medios electrónicos e impresos, como el gran supersecretario del gabinete de López Obrador, como atribuciones superiores a las de sus homólogos.
El otro elemento resaltable es que a partir de ahora se ha abierto el proceso de sucesión presidencial para 2024, ubicando en ese camino al Secretario de Relaciones Exteriores, aunque para muchos sea demasiado temprano para pensar en este tema.
Es cierto que quizá sea demasiado pronto para ir pensando en relevos, incluso en un escenario adverso cuando se realice la consulta por la revocación de mandato programada para el 2021. También podría ser riesgoso para quien se pudiera en ese camino desde ahora, pues se ubicaría en una posición más a la vista y con posibles flancos de vulnerabilidad.
Para el caso de Ebrard sería además riesgoso pues no tener la entera seguridad de que la estrategia seguida para contener la migración en la frontera sur y las previsiones de atención en la norte para los regresados por el gobierno de los Estados Unidos van a ser efectivas. Ya prácticamente se “comió” quince días, quedando sólo un mes para contar con resultados previstos en el acuerdo bilateral.
Aunque también en este periodo podremos reconfirmar lo que se conocía de Marcelo Ebrard: que era un buen operador político con resultados eficientes y eficaces. En todo caso y para ese efecto, tendría que asegurar la contención migratoria, evitando hasta lo posible los nuevos ingresos al país, así como atender debidamente a quienes con diversos estatus legales ya se encuentran en nuestro territorio y no alcanzarían ingresar al vecino país del norte.
Lo anterior daría mejores condiciones para volver a sentarse con la representación norteamericana y sacar las mejores condiciones del país, que conduzcan a soluciones que ya no nos hagan recordar a acuerdos como el Tratado de Bucareli un siglo después.
Entonces veríamos la permanencia o no de figuras como la del supersecretario o la del posible relevo en la sucesión presidencial del 2014.
