Exuberancia accidental del Rebus acuoso translúcido. El filme.
El séptimo arte como manifestación de los colores y emociones tiene muchos matices. Dentro de ellos existe el objetivo del entretenimiento, pero no todas las películas tienen como propósito principal entretener. Accidental Luxuriance of the Translucent Watery Rebus pertenece a ese grupo, aunque con semejante título queda claro que será una propuesta experimental. Lo que ofrece aquí Dalibor Baric, que se encarga de la dirección, el guion, la animación, el montaje y hasta de la música, es un inusual collage de muy diversas fuentes audiovisuales unificado por el uso nada convencional de animación.
Desde el principio te envuelve en lo vasto de colores y piruetas del argumento. «La película que habla de quien ve la película» un argumento recurrente en la trama y el deseo de proyectar esta identidad de cinéfilo de butaca.
El film formó parte del Festival de Annecy 2020. El autor enlaza fragmentos de películas que, yo diría, fueron producidas en los 50, 60 y 70. También toma como fuente para su peculiar collage viñetas extraídas de cómics del mismo periodo, pero de nuevo esto último es solo una suposición. A esto suma el director los diálogos -absurdos la mayoría de ellos-, que sí fueron grabados expresamente para la ocasión por actores.
Algunos de los fragmentos establecidos de películas -y quizá también de series de televisión- están sistemáticamente enlazados, casi siempre con rotoscopia. Hay una animación muy puntual de cómo se gesta la imagen tras otra. Las transiciones pueden llegar a ser confusas.
Tampoco distingo una clara trama. La sinopsis oficial sí: “Martin ha intentado combatir el sistema y ahora está en fuga. Sara es una artista conceptual. Juntos, se unen a una comuna revolucionaria en el campo. La policía sigue su pista. El inspector Ambroz sabe que las buenas preguntas son más importantes que las respuestas. Porque tal vez nada de todo esto sea verdad”. Quien llegue a esa conclusión tras ver el film, sin haber leído la sinopsis, será un desentrañador de símbolos absoluto.
Dada que su animación es reducida y que desde un punto de vista narrativo no hay un claro hilo conductor, el principal interés de la cinta reside en la creatividad con la que Dalibor Baric combina todos los elementos empleados. Hay motivos repetitivos, estéticas cambiantes, conversaciones surrealistas por la alternancia de fuentes sonoras sin nada que ver entre sí, atmósferas que intrigan… Todo el film es una sucesión de estímulos y de mezclas curiosas que resultan inquietantes o delirantes, según cómo se lo tome cada espectador.
Es un cine experimental para crudos espectadores, no veo el filme en salas o en proyeccines convencionales. A los 10 minutos, parece ser que no te la acabas, sin embargo, al ser paciente de a poco se inflitra en un especie de viaje de psicodelia.
Ahora bien, lo importante es afirmar que el arte ofrece infinitas posibilidades, donde hay un gusto para cada uno; para aquellos amantes de lo experimental, esto seguramente será un deleite para los ojos y para el resto de los sentidos.
El film se puede ver en la plataforma de MUBI a un inmejorable coste.
