La Comuna de París (4) Imaginario político

La Comuna de París (4) Imaginario político

La reseña histórica de Lissagaray se enriquece, desde la perspectiva que da el tiempo, un siglo más tarde, de Kristin Ross (Universidad de Nueva York, especialista en literatura y cultura francesa de los siglos 19 y 20), quien analiza y describe, desde su punto de vista, la rebelión obrera de 1871, la cual “transformó la ciudad de París en una comuna autónoma y emprendió la libre organización de la vida social según los principios de asociación y cooperación. Desde entonces, todo lo que ocurrió en París en aquella primavera –desde la conmoción de que en una de las principales capitales europeas la gente común ejerciera poderes y capacidades normalmente reservadas para una élite gobernante, hasta la barbarie de la represalia Estatal contra ella—ha generado mucha controversia y análisis” (Lujo Comunal, akal, 2016, p. 7)

En opinión de Ross, la Comuna generó un imaginario, cuyo “lujo no es ni el lujo burgués (francés) que lo rodea ni los experimentos colectivistas que los sucedieron y dominaron la primera mitad del siglo XX”. Uno de sus participantes, años después, hizo “una evaluación muy crítica de su estructura política” y concluyó:

“la Comuna […] preparó para el futuro, no mediante sus gobernantes sino mediante sus defensores, un ideal superior al de todas las revoluciones que le precedieron […], una nueva sociedad en la que no hay maestros por nacimiento, título o riqueza, y no hay esclavos por origen, casta o salario. En todas partes la palabra ‘comuna’ se entendía en el sentido más amplio, como referencia a una nueva humanidad, formada por compañeros libres e iguales, ajena a la existencia de antiguos límites, basada en la ayuda mutua y pacífica de unos a otros desde un extremo del mundo a otro” [Elisée Reclus, La Revue blanche, 1871: Enquéte sur la Commune, 1897. Citado por Ross], (p.11).

En 1848, coaligados obreros y burguesía liberal se rebelaron y demandaron el fin de la monarquía. La burguesía “quería ampliar los derechos políticos”; los obreros luchaban por eliminar las “pésimas condiciones de trabajo”. La República se estableció, pero pronto se manifestaron las diferencias entre los revolucionarios, representadas por dos banderas: la tricolor de los burgueses liberales y la roja de los obreros oprimidos … El triunfo de la burguesía se suscribió, además de la traición a los trabajadores, con la violencia contra el proletariado, habiendo reafirmado así «la victoria de la revolución política liberal y la postergación de la revolución social … fue el inicio de la consolidación del sistema capitalista en Francia” (https://elhistoriador.com.ar. Autor: Fragmento de Felipe Pigna (coordinador), El Mundo Contemporáneo, Editorial AZ, Buenos Aires, 2000).

Con el propósito de mitigar el conflicto clasista, el gobierno burgués reconoció el Derecho al Trabajo y creó el Ministerio del Trabajo. Pero no fue suficiente para los trabajadores que ambicionaban acciones concretas y eficaces para equilibrar las relaciones económicas y políticas obreros-burguesía. “El desenlace fue, en 1871, la Comuna de París (marzo-mayo 1871) que pretendió formar un Estado ‘socialista autogestionario’, es decir, bajo el liderazgo proletario. Promovió algunas reformas:

“Abolir el ejército permanente y reemplazarlo por milicias populares

Introducir la revocabilidad de mandato

Igualar los sueldos entre funcionarios y obreros

Abolir el trabajo nocturno en las panaderías

Abolir el sistema de multas a los trabajadores

Entregar talleres abandonados a cooperativas de obreros

Ampliar la educación gratuita y laica

Abolir el trabajo infantil

Anular las deudas de los alquileres

Separar la Iglesia del Estado” (https://es.wikipedia.org › wiki › Comuna de París)

En febrero del 64 –escribe Lissagaray– sesenta obreros publicaron un manifiesto [aunque] “moderado en la forma, era, por su espíritu, categóricamente revolucionario” … afirmaron que estaban de acuerdo en materia política, pero no en política social, y recriminan que desde 1789 se afirmaba que en Francia “no hay clases, que todos los franceses son iguales ante la ley”, pero que en la realidad los trabajadores “no tenemos más fortuna que nuestros brazos, que sufrimos todos los días las imposiciones del capital … en 1848, la elección de diputados obreros consagró de hecho la igualdad política; en 1864 consagrará la igualdad social”. En opinión de Lissagaray, con ello se estatuía “una base absolutamente nueva: el derecho económico” (“Historia de la Comuna”, pp. 20-21)

En el primer Congreso General de la Internacional en Ginebra, septiembre de 1866, el informe de la delegación de Francia afirmó que “el pueblo no quiere seguir combatiendo [se refiere a las campañas en México e Italia, principalmente] para dar gusto a los tiranos. El trabajo quiere conquistar el puesto que le corresponde en el mundo por su sola influencia, al margen de las que ha venido padeciendo” (p. 26). Se suceden algunas huelgas ante las cuales los patronos capitulan. “El gobierno [Napoleón III] quería dar una lección a los burgueses de la oposición y acentuar la diferencia entre la Internacional y la joven burguesía revolucionaria. Ésta veía con muy malos ojos aquellas organizaciones de trabajadores [suponían que fortalecían al Imperio] … pero “no se aislaba del proletariado, en su cuerpo a cuerpo con el Imperio … La burguesía republicana, inquieta ante los puntos negros que se cernían en el horizonte, se dedicó a copiar a la Internacional, imaginó la alianza de los pueblos … En el Congreso de Lausana se habla de un nuevo orden que arrancaría al pueblo de la explotación del capital … [se brindó] el apoyo de la burguesía liberal para la emancipación común … el Congreso terminó con la fundación de una Liga de la Paz” (pp. 27-28).

Dirigentes de la Internacional en Francia fueron perseguidos y encarcelados, “por haber intervenido en la reciente huelga de los obreros en Ginebra, moralmente o alentando la lucha entre patronos y obreros” (p. 30).

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

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