La consulta pervertida en Baja California
[bctt tweet=»En el caso de la consulta pervertida en Baja California, más allá de la tozudez y ambición de Bonilla está la credibilidad de un proyecto al que hay que apostarle más de un sexenio» username=»crisolhoy»]
Nunca pensé que llegase a coincidir con actuales consejeros electorales como Ciro Murayama, quien ha señalado que la consulta realizada el pasado domingo 13 de octubre en Baja California, para conocer la opinión de la ciudadanía está de acuerdo o no en que se amplíe el periodo de la gubernatura de dos a cinco años, es una farsa.
En este asunto se han juntado una serie de perversiones para la vida democrática no sólo de ese estado (por muchos años gobernado por el PAN), sino del país entero, en tanto se juntan infinidad de violaciones a los marcos legales, alimentando el descrédito hacia fuerzas que debieran dar señales de que cosas buenas pero positivas vienen para México y no al revés.
Primero, la mayoría panista en el Congreso y después la de Morena que la sucedió, han manchado la institución legislativa que representan, al seguir intereses personales y particulares, en vez del interés colectivo. Ninguno de ellos merece estar ahí ni que sigan en la vida política, pues ya hemos visto que más allá de los principios se venden al mejor postor. Se dice que cada uno costaron un millón de pesos, constituyendo una verdadera cloaca corrupta, que más allá que tenga un dique sus pretensiones, debieran ser castigados por acción mercenaria.
Pero igual se tiene que hacer con quien promueve tales despropósitos. Si desde antes de que asuma el cargo ya está demostrando el criterio de que su palabra es ley y es secundario todo lo que puedan pensar los demás, ya nos dice que clase de gobernante será. Así, su estancia en nada ayuda a la democracia en México, al nuevo gobierno, al partido donde dice militar ni a los habitantes de Baja California. Nadie puede tenerle confianza a un personaje así, por mi parte, no.
Ni diputados salientes y entrantes ni gobernante electo manifiestan que su principio sea la ética en la política y si en cambio el dinero. Ninguno es de izquierda. En ellos prevalece el interés particular, el propio, por sobre el colectivo.
Aunque también es necesario señalar que, tampoco aparece por ningún lado la dirección nacional de Morena e interviene drásticamente en el caso, metiendo al orden a sus diputados y a su candidato, hoy electo y avalado (para dos años) por el poder judicial. Sigue perdido en el manejo de sus conflictos internos, producto de su endeblez en el proceso de construcción y consolidación orgánica. Ya hemos visto como se han estado dando sus asambleas distritales para integrar los consejeros estatales. Lamentablemente cursan con mayor rapidez, el mismo esquema de descomposición interna que vivió el PRD.
Lo que se está dando en Baja California tampoco lo podemos ver disociado, de lo que está pasando al interior de Morena, donde priva la falta de unidad política, con una pluralidad ideológica que más afecta que beneficia a ese partido, que reúne personajes tan dispares como el señalado Bonilla Valdés o la Senadora Lily Téllez, con Pablo Gómez o Malú Micher.
En mucho se habló que más allá del candidato a la gubernatura de Baja California, el triunfo fácil de éste, con una gran diferencia con respecto al segundo lugar, se debió al arrastre que todavía tenían los resultados de julio del 2018, de la personalidad y aceptación de López Obrador entre la gente y el inicio de la nueva administración. Pero más allá de que cada quien en sus lugares hiciera lo suyo para que se mantuviese los niveles altos de aceptación, pareciera que hacen lo contrario, adrede, porque no creo que sean tan tontos para escupir al techo.
El que avance en el país lo que López Obrador define como Cuarta Transformación, requiere uniformidad en la honestidad y congruencia del tabasqueño; en la convicción y efectividad en la lucha contra la corrupción; en la prevalencia del interés colectivo. Pareciera que la consigna y directriz es la contraria, así lo han manifestado los propios morenistas en sus acciones y formas de proceder.
En el caso de Baja California, más allá de la tozudez y ambición de Bonilla está la credibilidad de un proyecto al que hay que apostarle más de un sexenio, en el ánimo de radicalizarlo hacia lo que pretendemos en la izquierda socialista y que no necesariamente es coincidente con la postura centrista de López Obrador, menos aún la republicana al estilo del gobernador electo bajacaliforniano.
Estoy convencido que la aventura de Bonilla y más cuando la Consulta de marras no es vinculante se acabará con la determinación de la Corte en respeto a la Constitución, si sigue la terquedad del Congreso local, es cosa de tiempo, poco, afortunadamente. El asunto es ver hasta donde el daño fue irreparable y el electorado tomó nota para después pasar la factura. Esto lo podremos medir en las elecciones federales intermedias del 2021.
