LA REVOCACIÓN DEL MANDATO
Se supone que esta semana se definirá en la Cámara de Diputados la revocación de mandato como marco legal obligatorio, esperando que se apruebe más allá de las absurdas opiniones deformadoras de la oposición de derecha y algunos perdidos como el PRD. Cualquier proceso democratizador debiera de incluir esta figura.
No se qué quieren encontrarle a la propuesta la derecha, además de que no es nueva, al contrario, es antiquísima, desde la lejana democracia ateniense. Más recientemente conforme un ensayo de hace doce años de Salvador Moreno Pérez y Kenya Atenas Nelly Lizárraga Morales menciona que:
Los antecedentes de la revocación de mandato se remontan a Estados Unidos a principios del siglo XVII, originario del common law. Yanina Welp y Uwe Serdült señalan que el primer caso de revocación de mandato surge a causa de la desconfianza en la clase política y el privilegio en los cargos públicos: “se remonta a las leyes del Tribunal General de la Colonia de la Bahía de Massachusetts en 1631 y a la Carta de Massachusetts de 1691”.
Y para la izquierda mexicana es una figura levantada desde hace muchas décadas, al igual que la iniciativa popular, el referéndum y el plebiscito. Es una figura que ya opera en varios países de Latinoamérica, como Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina.
Hay que recordar que la figura de la revocación de mandato es un instrumento de control popular, que permite remover a una autoridad, funcionario o gobernante, cuando no habiendo terminado éste su gestión o representación, se concluye que no operó adecuadamente, con deficiencia o contrario al interés de quien lo llevó a la responsabilidad asumida. ¿Qué hubiese pasado si esta figura ya funcionase en el pasado? Seguramente hubiesen salido algunos presidentes de la República, entre otros funcionarios.
La revocación del mandato va a la par con la otra obligación de los gobernantes y políticos: rendir cuentas. Es decir, el derecho que tiene la población a ser informado por parte de os gobernantes y representantes populares, cuestión que muchas veces no se lleva a cabo ni es respetado por éstos.
Cuando López Obrador fungió como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, recurrió cada dos años a la revocación de mandato, como procedimiento de plebiscito revocatorio. Pero entonces no había marco legal que lo hiciera obligatorio. Ahora se pretende que si lo sea así.
Sin embargo la oposición ha querido pervertir la propuesta, señalando que en el fondo está la pretensión de López Obrador de reelegirse en 2024 y que ahora sólo prepara el camino para ello. Cuestión falsa por donde se le viera. El tabasqueño desde tiempos de sus primeros intentos por competir a la presidencia de la república, había manifestado su reivindicación como maderista, partidario de la demanda de sufragio efectivo no reelección.
Sobradamente lo ha demostrado no solamente en dichos. Un elemento al respecto es la prisa por realizar el proyecto de país por el cual ha estado luchando por decenas de años, en tanto sólo tiene seis años para ello. Además no podemos olvidar que precisamente fue el PRIAN quienes en tiempo atrás decidieron abrir el campo de la reelección en materia de presidencias municipales, como se espera ocurra este año en algunas entidades donde habrá elecciones.
Una cuestión aquí si discutible es la pretensión de la iniciativa presentada ante la Cámara de Diputados, para que la revocación de mandato presidencial coincida con la fecha de elecciones federales en 2021, lo que, considerándolos rangos de aceptación de López Obrador por parte de la población, si la fecha fuera ahora, si influiría en la votación, de ahí que planteen algunos partidos que no se concurrente, aunque de hacerse así implicaría un gasto oneroso pues sería doble.
Salvo este aspecto, hay más consideraciones viscerales y poco sustentadas de parte de los partidos de oposición, cuando la revocación de mandato debiera ser parte de las demandas actuales en el proceso democratizador del país. En México tenemos historia y debemos tener memoria. No podemos olvidar que no obstante que tanto Porfirio Díaz como Álvaro Obregón llegaron inicialmente al poder bajo la bandera de la no reelección y después se olvidaron de ella, manteniéndose el primero treinta años en la presidencia de la república.
No se debe caer en las provocaciones de la derecha para ponerle un coto a la propuesta de revocación de mandato, cuestión que debe operar en los tres niveles de gobierno y no sólo en la presidencia de la república. Si es necesario, que se asuma la mayoría parlamentaria para impulsar la medida, tal como se ha hecho en otros aspectos.