La Sociedad del Cansancio
«El capital necesita que todos seamos iguales, incluso los turistas; el sistema no funcionaría si las personas fuéramos distintas» Byung-Chul Han
Las Torres Gemelas, edificios iguales entre sí y que se reflejaban mutuamente, eran sistema cerrado en sí mismo, imponiendo lo igual y excluyendo lo distinto. El atentado que abrió brecha en el sistema global de lo igual. Lo igual es la gente practicando binge watching (atracones de series), visualizando continuamente solo aquello que le gusta: de nuevo, proliferando lo igual, nunca lo distinto o el otro… Son dos de las potentes imágenes que utiliza el filósofo Byung-Chul Han (Seúl, 1959), uno de los más reconocidos diseccionadores de los males que aquejan a la sociedad hiperconsumista y neoliberal tras la caída del muro de Berlín. Libros como La sociedad del cansancio, Psicopolítica o La expulsión de lo distinto (publicados por Herder) compendian su tupido discurso intelectual, que desarrolla siempre en red: “todo lo conecta, como hace con sus manos muy abiertas, de dedos largos que se juntan mientras cimbrea una corta coleta en la cabeza”.
En la siempre actual relectura de la entrevista que el filosofo sudcoreano sostuvo con Carlos Geli hace ya algunos años, y cuyo contenido llega al presente cada día con mayor potencia, Byung, ese destacado diseccionador de la sociedad del hiperconsumismo vuelve a la distopía de “1984”, para recordarnos que esa sociedad Orwelliana era consciente de que estaba siendo dominada; y luego nos deja en el cara su aseveración; “hoy no tenemos ni esa consciencia de dominación”
El profesor formado y afincado en Alemania, diserta además, siguiendo el hilo del desastre del mundo y de la sociedad y el hombre contemporáneo, sobre la expulsión de la diferencia. Seguro quien se asoma a leer sus ensayos o sus conferencias encontrará algún nuevo hallazgo en su particular cosmovisión, construida a partir de su tesis de que los individuos hoy se autoexplotan y sienten pavor hacia el otro, el diferente. Viviendo, así, en “el desierto, o el infierno, de lo igual”.
De manera apretada, se sintetizan aquí los conceptos de Byung sobre diversos temas. Para Han, la gente se vende como auténtica porque “todos quieren ser distintos de los demás”, lo que fuerza a “producirse a uno mismo”. Y es imposible serlo hoy auténticamente porque, prosigue, “en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual. Resultado: el sistema solo permite que se den “diferencias comercializables”.
Habla de la Autoexplotación, y nos recuerda en su opinión, que hemos pasado, en “del deber de hacer” una cosa al “poder hacerla”. “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, y si no se triunfa, es culpa suya, sentencia, para enseguida poner otra losa a nuestra condición: “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”. Y la consecuencia, peor: “Ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión”. Es “la alienación de uno mismo”, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.
Sobre el ‘Big data’, dice que Los macrodatos hacen superfluo el pensamiento porque si todo es numerable, todo es igual… Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo sino que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba; lo vemos en China, subraya, y habla de la concesión de visados según los datos que maneja el Estado o en la técnica del reconocimiento facial”.
“Necesitamos una carta digital que recupere la dignidad humana y pensar en una renta básica para las profesiones que devorarán las nuevas tecnologías”, advierte.
Dialoga con el periodista del diario El País acerca de la comunicación; “Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los likes solo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!”.
Habla de Refugiados y de muchos otros temas de la acuciante realidad de nuestros días . Han es muy claro: con el actual sistema neoliberal “no se siente temor, miedo o asco por los refugiados sino que son vistos como carga, con resentimiento o envidia”; la prueba es que luego el mundo occidental va a veranear a sus países.
Y llega el tiempo al tema del Tiempo, dice que es necesaria una revolución en el uso del tiempo: “La aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja; requerimos de un tiempo de fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros”. Mucho para reflexionar.