La Universidad frente a la tormenta globalizada
El futuro nos espera, a la vez parece alcanzarnos y en estos tiempos siempre está desafiándonos. Por eso cada día es imprescindible atender la tesis de que el conocimiento y sus aplicaciones productivas y humanas, la ciencia, la tecnología, el arte y la cultura, serán cada vez más el motor principal del desarrollo económico y social en todas las regiones del mundo.
La tesis tiene un necesario enfoque en el papel de las universidades, sin llevarlas a la categorización de panacea de todos nuestros males, sino considerando que la universidad juega un papel trascendental para que el mundo de hoy sea más habitable y la sociedad y las naciones avancen con firmeza en lograr un mejor presente y un mejor futuro en tiempos como estos tan adversos, nunca tan adversos.
Vivimos una edad de brutal mercantilismo y un modelo económico político que en la utilidad y el progreso tecnológico encuentran todas las vías a seguir, siempre y cuando la conducción se oriente bajo la tutela de los mercados. Nuestras universidades, por desgracia, no han sabido escaparse de esa tiranía. En gran medida han sido reproductoras de un sistema que ha ampliado la desigualdad social y fortalecido las cadenas del expolio.
Ante una realidad tan abrumadora y amenazante, la universidad debe adoptar una nueva praxis, que, de los logros de la academia, la investigación, la enseñanza, la discusión y la difusión de las ideas y el conocimiento, traduzca y sepa llevar adelante el progreso en beneficio de toda la sociedad. Solo así demandar y exigir que a nuestras universidades públicas se asignen recursos mucho mayores que los actuales, demandando que sean congruentes con el grado de prioridad que tales asuntos tienen para nuestro futuro, pero atendiendo además que para pedir hay que merecer. La universidad debe ser antes que una expendedora de títulos, una alma mater donde los valores de la democracia, la libertad, la transparencia y la crítica sean asunto de todo los días, de toda hora y de todo minuto.
Tormenta globalizada
Ese es el gran desafío frente a la tormenta globalizada, contribuir significativamente a construir una sociedad basada en el conocimiento, que afronte con eficacia los grandes problemas de la región y los particulares de cada lugar. Resumo en adelante algunas consideraciones de la Revista Iberoamericana de Educación, editada por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), que señalan como Latinoamérica ha sido un laboratorio de teorías y experiencias desde el final de la segunda guerra mundial. Los decenios de crecimiento y sustitución de importaciones transcurridos entre los años 50 y 70 fueron seguidos por la década perdida de los 80, con la gran crisis de la deuda, y hasta el presente donde se han alcanzado logros de todas esas experiencia, pero que ha dejado sin resolver un problema crucial: la pobreza extrema de grandes segmentos de la población, asociada a la peor distribución del ingreso en todas las regiones del mundo.
Como me explica un amigo universitario, el problema del desarrollo económico es un problema de dominio del conocimiento en expansión y de crecimiento de las capacidades de la población para emplearlo eficazmente, un asunto que se ha convertido en los países desarrollados en un factor aún más dinamizador que la misma acumulación de capital.
Universidad liberadora
La sociedad contemporánea cada vez más depende del conocimiento, y no se puede postergar más la necesidad de que ese conocimiento sirva a un desarrollo equitativo y digno, antes que extender las redes de la explotación humana y la brutal degradación del ambiente planetario.
No se puede dejar de insistir ante todo esto; en la urgencia de una reforma educativa en la región que contemple la elevación significativa y generalizada de la calidad de la educación, porque ahí está ahora su principal problema y porque en esa dirección se irán articulando las necesidades y demandas de la sociedad. Un cambio que responda a las tendencias más relevantes de la época actual, las que condicionan el desarrollo de toda sociedad, tales como la democratización, la justa distribución de la riqueza, la globalización y la revolución tecnológica mundial.
Ante ello, la universidad debe ser formadora y liberadora. Debe servir, sin divorcio con la técnica y la ciencia, para preservar, difundir e incidir en la creación de cultura que permee en la concepción y valoración de nuestras sociedades. Para fomentar la conceptualización de fenómenos y valores, la creación de narrativas, modos de pensamiento y entornos intelectuales que impacten la conciencia colectiva, la literatura, las artes, la elaboración histórica, los modelos de enseñanza, la filosofía, los paradigmas de sociedad, las valoraciones éticas, la política y las leyes. Todo lo que nos afecta, y como dijo el griego; que nada de lo humano quede fuera.
Publicado en “Hidrocálido”. 06.11.2022