LECTURAS POLÍTICAS DEL COVID-19 III
El periodo que lleva gobernando Andrés Manuel López Obrador no ha sido fácil y si muy sinuoso, con una muy activa oposición de derecha (no necesariamente partidaria), entre ésta parte de la cúpula financiera, habiéndolo sorteado hasta ahora muy bien. Tanto, que no había tenido que moverse ni un ápice de lo que había programado y definido desde muchos años atrás. Como caballo lechero iba hacia y por el camino que se había trazado, sin escuchar prácticamente a nadie.
Ahora, en pocas semanas ha tenido que sortear crisis cuyo origen es externo, pero que ha afectado las entrañas mexicanas, empezando a cimbrar una cotidianidad todavía controlada. La mejor muestra fue la emergencia provocada por la pandemia originada por el coronavirus y que, no obstante las condiciones deplorables en que había dejado la administración pasada el sistema de Salud, en poco tiempo se pudo trazar y seguir una estrategia, cuyos resultados hasta ahora han sido benéficos, aunque todavía falta pasar el pico pandémico.
Sin embargo, el pobre crecimiento económico dado hasta ahora, más los efectos provocados por la pandemia, la situación en el mercado internacional de petróleo, más la onda recesiva mundial, han incidido negativamente en nuestra situación, hablándose de una proyección a fin de año de decrecimiento económico de cuatro por ciento y por primera vez de recesión. Por primera vez se habla de fuga de capitales en cantidades considerables, a partir de enero pasado.
Se esperaba que durante su informe trimestral, presentado el pasado domingo cinco de abril, López Obrador iba a hacer anuncios del tamaño de la situación, pero no fue así. Siguió con su propio esquema, el mismo ideado desde que buscó por primera vez la presidencia de la República, como si el país no hubiese cambiado ni se hubiesen presentado situaciones internacionales que han incidido sensiblemente al interior del territorio nacional.
Era el momento justo para radicalizarse corriéndose a la izquierda, a través de medidas, que beneficiarían a los más pobres de este país. Señalo algunas propuestas, que creo, deberán ser también cuando el MCM elabore y apruebe sus Tesis programáticas. Primero, implementar una reforma fiscal que grave progresivamente al gran capital; imponer un control de precios a los artículos de primera necesidad y no permitir que el mercado sea el que los regule; proseguir con el sistema de abasto eliminando la intermediación; proseguir con la política de incremento al salario mínimo, además, posibilitar un mejor manejo de la deuda, valorando la posibilidad de la suspensión de pagos.
Lo anterior no choca con la visión económica capitalista bajo el modelo keynesiano, que López Obrador ha seguido desde el inicio de su gobierno a través de los programas sociales y que, en la coyuntura actual ha constituido la columna vertebral de su política económica.
Gobernar para todos, no quiere decir “nadar de muertito”, sino tomar postura con respecto a la mayoría, garantizando los mismos derechos a todos. López Obrador no ha querido hasta ahora tocar a la oligarquía financiera, la misma que ha provocado la fuga de capitales y que quiere seguir manteniendo sus canonjías. En lo único que los ha desdicho es cuando plantea que no habrá salvamentos ni condonación de impuestos.
Que no espere que la derecha y menos la que estuvo asociada al poder económico (que era la que predominaba en el poder político) antepondrá el interés común sobre el particular. Siempre impulsará lo propio, aunque demagógicamente utilice a otros sectores. Ahora el dirigente de la Canacintra sale a la defensa de la clase media y media baja.
Es inminente que se presente una crisis política, periodo en que la derecha, sobre todo la patronal, adoptaría nuevas formas de coordinación y alianzas con otros sectores igualmente descontentos con el gobierno federal actual, a fin de contrapesarlo y obligarlo a ceder en sus planteamientos. Saben muy bien que la administración de López Obrador vive quizá su peor momento desde que asumió en diciembre del 2019. Esto sería tender el camino para que se corra a la derecha y que vuelva el mercado como elemento regulador de todo.
Cada uno desde el marco de su visión y propuesta tenemos que hacer lo que nos corresponde.
