“LICORICE PIZZA”: Amor y desamor en los 70’s.

“LICORICE PIZZA”: Amor y desamor en los 70’s.

(Nota: Esta película se exhibe en cartelera comercial y se incluye en este espacio por su naturaleza analítica y observadora del fenómeno cinematográfico, pero es responsabilidad del espectador si decide asistir a una sala cinematográfica ante la contingencia sanitaria que impera).

Sinopsis: Es la historia de Alana Kane y Gary Valentine, de cómo se conocen, pasan el tiempo juntos y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973.

Alana Haim & Cooper Hoffman
Alana Haim & Cooper Hoffman

El romance idiosincrático producto de la incontenible atracción entre dos seres que a todas luces son diametralmente opuestos siempre ha fascinado al director Paul Thomas Anderson, experto en estas lides desde su debut con aquella ópera prima de melancólico lirismo que fue “Sydney: Juego, Prostitución y Muerte” (1996) para mantenerlo como su quid dramático en filmes posteriores como “Magnolia” (1991), juego coral de maravillosos caracteres quebrados y con abundante tristeza o “Embriagado de Amor” (2002), la única actuación genuina y como tal de Adam Sandler junto con “Diamantes en Bruto” (2019) en su carrera. Ahora con “Licorice Pizza”, título con amplio significado temático e histórico tomado de una extinta tienda dedicada a la venta de vinilos (de ahí lo de “Pizza de Regaliz” por la circunferencia oscura y blanda de un disco de acetato), Amderson se nos queda en un estado más contemplativo y menos furibundo o exótico en comparación con “Boogie Nights, Juegos de Placer” (1997) o “Petróleo Sangriento” (2007) para dedicarle un bendito tiempo a la relación entre un jovencito de 15 años y una chica de 25 cuyo estira y afloja emocional desarrolla una de las cintas sobre crecimiento o bildungsroman más hondas y naturales de lo que va del siglo con el inigualable marco geográfico del californiano Valle de San Fernando en el año de 1973 con una fidelidad histórica en cuanto a recreación histórica y atmósferas que pasma y la hermosa fotografía en 35 mm diseñada y ejecutada tanto por Anderson como por Michael Bauman que nos interna en una maravillosa bruma de colores y formas setenteras .

La responsabilidad de que dicha pareja cuaje como dúo protagonista recae en los excelentes debutantes Anala Haim (vocalista en la vida real de una banda de soft rock junto a sus dos hermanas) y Cooper Hoffman, hijo del desaparecido y alguna vez muso del director Philip Seymour Hoffman. Ambos trabajan sus roles con mucha naturalidad interpretando a Alana (Haim) y Gary Valentine (Hoffman), en apariencia seres disímbolos pero como nos muestra el musitado desarrollo argumenta, son más parecidos de lo que aparentan. Alana es una chica emprendedora que busca validarse como una fémina emancipada al yugo masculino sin caer en estridencias feministas que estudia en la misma escuela de Gary, a quien conoce en los pasillos del liceo para convencerla de que salga con él argumentando su labor como actor juvenil (tiene tan sólo 15 años). Intrigada, Alana accede y gradualmente comenzarán a conocerse conforme una increíble gama de experiencias los mantiene juntos, desde emprender un negocio dedicado a la venta de camas de agua hasta uno de máquinas de pinball. Sus caminos parecen intrínsecamente conectados, pero ella al llevarle ventaja por 10 años desea conocer a otras personas, por lo que su relación que al inicio es instigada nada más por el mismo Gary de forma meramente carnal adquirirá matices de sublime enamoramiento.

Cooper Hoffman & Alana Haim
Cooper Hoffman & Alana Haim

Anderson compromete al espectador con sus personajes y su universo meticulosamente construido cincelando con mucha honradez su contexto personal y situacional. Sus interacciones con otros personajes ayudan a cavar aún más en esta rica y en momentos divertida senda en que los ha colocado, como una versión decadente y transitoria del legendario actor William Holden interpretado por Sean Penn con un interés en Alana o la jocosa secuencia donde Alana, Gary y su equipo de transporte llevan una cama de agua al domicilio del productor Jon Peters (encarnado por un Bradley Cooper desatado y muy convincente) que termina en Gary destrozando con una llave inglesa los cristales del lujoso auto deportivo de Peters ante el mal trato que éste les da. Pero lo mejor es atestiguar la franqueza con que estos dos actores, Alana y Haim y Cooper Hoffman, bordan sus papeles demostrando que aquella anatema del cine yanqui sobre el atractivo físico como arma de ventas se ve socavada ante el formidable desempeño que termina incluso por erotizar su rol de una chica con prominente nariz y un joven con cara de teto que terminan siendo una de las parejas más entrañables de este año. “Licorice Pizza” es un melancólico y risueño recorrido por aquella década donde los sueños aún no sucumbían al WhatsApp.

 

Juan Pablo Martínez Zúñiga
Juan Pablo Martínez Zúñiga

Juan Pablo Martínez Zúñiga

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!