Asaltar la vida
“Todo debe cambiar sin tregua. Estamos aquí porque desaparecieron los que estaban antes. Nos vamos para que otros ocupen nuestro lugar” JOSÉ EMILIO PACHECO
Seguimos siendo persistentes alumnos de la vida, aunque siempre pasajeros. Hoy seguimos aquí luego de largos meses de lucha y resistencia, como si de una guerra se tratara, entreverada en el calendario de años que dejan huella en los menos y un pesarosos olvido en los más.
Respecto a nuestro premio Cervantes, el gran poeta José Emilio Pacheco, con cuya reflexión iniciaban estas líneas, dice Pavel Granados que en la obra de JEP el pasado está más presente de lo común, quizá como una ilusión óptica que pretende ver el presente desde el pasado, colocarse más allá, desde atrás para recordarle al presente su origen, la red de afluentes que lo alimenta. Hoy cuando parece que la gente vive para ir olvidando, para tomar y soltar, como vivir saltando entre atajos, sin pasado, aferrados a un hoy dislocado del tiempo, sin peldaños hacia adelante ni certezas de por donde se llegó hasta aquí.
Recordar es así, no insistir en que todo pasado fue mejor, sino como ya decía, alzar las banderas de la protesta y el coraje para exigir una sociedad más decidida a alejarse de estos despeñaderos, a hacer de la convivencia algo mejor que un existir en medio de este enjambre en donde la competencia, los desengaños y las revanchas vienen borrando todo rastro de solidaridades, de fraternidad. Un transcurrir como vuelta a la vuelta alrededor de Babel. Se entiende entonces que para mi generación sesenta y setentera no cabe otra nostalgia, que no sea el combate, la protesta contra una realidad degradada, como decía el autor de “Las batallas en el desierto” y “El principio del placer”.
Que tender puentes entre el hoy y el pasado no sea otra cosa que afirmarse en la vida y en el presente mismo. Porque la vida es al fin una sola linea que lleva hacia adelante pero que además conoce los puentes que apuntan hacia el ayer. Somos estos pero también somos los otros. Hemos aprendido que la nostalgia es siempre un estado engañoso, como lo decía José Emilio, y quien sustentaba que entonces también se vivieron tiempos difíciles. Por eso el sentimiento de apego al pasado más que un anclaje es un paso para reivindicar aquel espíritu que intentó asaltar la vida. Contar en el hoy la marcha de una generación a quien le queda la imaginación como su más vigoroso poder para sobrevivir viviendo. Hoy justo cuando al parecer se están yendo por la borda, otra vez, esas lecciones que nos iban a permitir enderezar los caminos y recomenzar.
Somos hijos de una modernidad que cambió por completo nuestra percepción del tiempo, haciéndonos conscientes de la aceleración de la historia, de la fugacidad y fragilidad de esto que llamamos presente, pero en todo momento y a pesar de los pesares, creyendo que todo tiene solución y que hay que seguir adelante.
Campañas: Saber reclamar y saber construir
Con la variante Ómicron y sus descendientes, los científicos nos dan como fecha probable la mitad del presente año, si las cosas no dan un nuevo vuelco, para que el peligro haya cruzado ya los más difíciles tramos. Entramos a la primavera y a las campañas electorales, esperando de nuestra clase dirigente y hermética, expresiones claras del cómo hay que seguir y por dónde, a la vez que sean tomados muy en serios los reclamos que se dan de aquí para allá. Demandamos la búsqueda consensos de contenido amplio y de trabajo organizado y constante, y que más allá de ganadores, se nos devuelva la oportunidad de estar en condiciones de en verdad zanjar obstáculos y emprender las nuevas tareas tan diversas que la realidad nos impone. Una democracia que trascienda el domingo electoral y se vuelva práctica cotidiana de nuestra convivencia.
Pedimos a los actores políticos centrales toda la seriedad, las ideas, los argumentos, el debate que esclarezca. Desterrar del diálogo público esta desgastante polarización que ha acabado por dividirnos llanamente, entre buenos o malos, honestos o deshonestos, negros o blancos. Más allá, el debate publico debe contener la crítica expositiva que permita a la vez evaluar su calidad y su veracidad, y que los ciudadanos al saber reclamar sepamos construir, sumarnos, ofrecer alternativas, al final y al cabo somos quienes caminamos por la zona peatonal de la historia, como ya se ha dicho.
Es tiempo como nunca de escuchar a la población y con ella estar a tiempo de profundizar los conflictos. Trabajar para emprender las grandes tareas, como denominador común, redistribuir mejor la riqueza por la vía impositiva, ahora que estamos frente a esta situación alarmante y ante tantas variables y riesgos. Junto al crecimiento económico y su distribución, queda atender pronta y eficientemente la percepción de (in)justicia social, la sensación de vulnerabilidad financiera y la confianza en el gobierno, valores dominantes que pesan en el clamor social.
Publicado en “Hidrocálido”. 06-04.2022