MATAR A XÓCHITL
Cuando el Frente Amplio por México designó a Xóchitl Gálvez como su abanderada para contender por la presidencia de la República, parecía una candidata viable, con mucho qué contrastar con Claudia Sheinbaum.
Muy pronto esa visión de candidata competitiva se vio socavada por una visión errónea: congraciarse con el panismo. Al panista tradicional, conservador como es, no acaba de gustarle abanderar a una candidata autodenominada “progre”, con pensamiento de izquierda, de origen humilde y pro aborto, porque contraviene todo eso en lo que cree.
En ese ánimo de Xóchitl por entrar en el ánimo de un sector del panismo, ha perdido mucho y ha ganado absolutamente nada. El ala más conservadora del panismo sigue sin arroparla y está ahuyentando a los “progres” que no congenian con morena y Sheinbaum.
La coalición PAN-PRI-PRD no se equivocó cuando seleccionó a Xóchitl como su candidata. Era, por mucho, la opción más fresca y atractiva de entre los aspirantes, pero desde su selección, parece que la consigna de los partidos que la abanderan es sólo una: perder la elección y matar a Xóchitl.
Desde que Gálvez se convirtió en la virtual candidata de la oposición, la frescura que la caracterizó se desvaneció para disfrazarse de una política tradicional más, renunciando a sus convicciones, a sus ideas y a su narrativa; le han hecho lo peor que se le puede hacer a alguien en términos de imagen pública: disfrazarla de algo que no es, para hacerla pasar por un producto con menor atractivo que el original.
Las fiestas decembrinas vienen siempre acompañadas de una desaceleración en las actividades propias de los aspirantes y una comunicación menos intensa, esta desaceleración bien podría servir para que Xóchitl reclame lo que por derecho es suyo; su campaña, y regrese en enero siendo ella otra vez, porque ese disfraz de panista tradicional, ni le queda, nadie se lo cree y le resta mucho más de lo que podría haber estimado sumarle.