NO SÓLO ES LA CORRUPCIÓN
El lunes pasado se publicó en el periódico Excélsior una nota donde se señalaba que en lo que va de la actual administración federal (hasta diciembre pasado), se han presentado 33 875 denuncias ante órganos internos de control y las unidades de responsabilidades de distintas dependencias y de la Secretaría de la Función Pública, de las cuales sólo 95 habían derivado a denuncias penales, en este caso interpuestas ante la Fiscalía General de la República.
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Según información de la dependencia citada, que preside Irma Eréndira Sandoval, el sector Salud es el área que mayores denuncias genera como fuente y ha registrado, además de la Secretaría de Seguridad Pública, pero como se mencionó, son once dependencias en donde se concentran los recursos interpuestos.
En sus orígenes el tema fundamental acusatorio era el de la corrupción e impunidad. Recordemos fue bandera de campaña, pero además de los primeros pasos dados por López Obrador, bajo la consideración de que fuente de todo el deterioro de la sociedad descompuesta que heredó la nueva administración.
Con la sola detención de dos personajes de altos vuelos (Rosario Robles y Juan Collado), se había puesto en duda la efectividad de la lucha contra la corrupción y contra la llamada delincuencia de cuello blanco. Con la aprehensión de Emilio Lozoya en España se abren de nuevo las esperanzas para que realmente se avance en este sentido y que incluso, (aunque López Obrador no quiera), la justicia alcance a los expresidentes, sobre todo a los dos últimos.
Al respecto hace falta barrer más las escaleras, para hacer una analogía de los dichos del presidente de la república. Sin embargo, no creo que la mayoría de los casos interpuestos ante los órganos de control y/o la Función Pública tengan que ver con acusaciones de corrupción de manera tácita, sino con estilos de gobernar cuestionables, donde priva la antipatía, el autoritarismo, el despotismo y el abuso del poder y del cargo.
Creo que aquí son miles de casos, aunque hasta ahora sólo haya trascendido el del exfuncionario de Relaciones Exteriores, Roberto Valdovinos Alba, quien fue cesado por el Comité de Ética y de Prevención de Conflictos de Interés de la dependencia, después de que revisara la demanda de acoso laboral interpuesta en contra del servidor público.
Aquí es cuando el discurso, fundamentalmente el de la Cuarta Transformación, va desapareciendo para imponer la incultura política, que tanto hizo daño al país en las últimas décadas. El problema no es de aquellos viejos funcionarios, que por diversas razones se quedaron en el cargo y siguen actuando igual, sobajando al subalterno y dando una mala señal a la nueva administración. La responsabilidad no es enteramente de ellos sino de quienes los dejaron ahí y permiten que sigan actuando igual.
Lo más grave es cuando no es así, sino cuando el estilo despótico y autoritario de gobernar se da con personajes de distintos niveles que llegaron con el nuevo gobierno, que se supone defienden una mentalidad nueva, de empatía hacia los demás, de sentido colectivo del trabajo, más allá de las jerarquías y los cargos, de respeto mutuo y no de minusvaloración de lo que hacen los demás. Son aquellos que en la letra dicen defender la llamada Cuarta Transformación, pero que con su conducta la denigran y construyen un nefasto precedente para aquellos que sólo esperan que la nueva administración cometa algún error, aunque sepan que una golondrina no hace verano.
Hay muchos funcionarios, que incluso se dicen provenir del campo de la izquierda, y que ahora, alcanzando un puesto en el nuevo gobierno, sea del nivel que sea, hacen que aflore su real aspiración tiránica y patean el pesebre de un proyecto que está mucho más arriba de sus actitudes mezquinas y destructivas, porque lo que hacen con su conducta, es frustrar un proyecto de transformación real.
Son en el fondo, quintacolumnistas que degradan en poco tiempo, lo que tanto trabajo se logró alcanzar. Trabajan a partir de su propia realidad, no hay en ellos el menos sentido autocrítico, piensan que actúan correctamente, aunque en realidad estén haciendo acciones de zapa. Es como el esquizofrénico que vive en su propio mundo.
Habrá que ver cuántos casos como el que acabo de describir, corresponden a los más de treinta mil registrados en los órganos de control de las dependencias públicas y que apenas han tenido una resolución dada, como la que señalábamos de Relaciones Exteriores.
Después de medio siglo, ahora me doy cuenta del valor fundamental que tenían en tiempos de la revolución rusa los comisarios del pueblo, que a la par de los mandos militares incidían en la politización de los soldados, al considerar la pluralidad ideológica o incluso social de los mismos, para formarlos en ejes básicos, que este caso tendría que ser, recurrir siempre al pensamiento crítico, respetarse a si mismo para respetar a los demás, predominar el interés colectivo sobre el personal y ser solidarios.