OPINIÓN, CRITERIO Y CONOCIMIENTO EN EL MUY POBRE PROECESO ELECTORAL ACTUAL.

OPINIÓN, CRITERIO Y CONOCIMIENTO EN EL MUY POBRE PROECESO ELECTORAL ACTUAL.

Vivimos de nuevo otro proceso electoral muy desafortunado. De todos lados pro-AMLO ó anti-AMLO, lo que vemos y oímos son ataques, descalificaciones del otro y muy pocas argumentaciones. Vivimos problemas muy fuertes y graves, pero no conozco diagnósticos serios y mucho menos programas que contengan objetivos claros y estrategias adecuadas para lograrlos. Casi solo escucho acusaciones o agresiones y contra-acusaciones o contra-agresiones. Las llamadas “fakenews” abundan. Los “spots” tratan de influir la opinión pública, más que informarla. La excepción, que si la hay por fortuna, son algunos comentaristas de radio, televisión o de algunos periódicos.

Podemos decir que hay distintos niveles de conocimiento y que las campañas de todos los partidos van dirigidas al nivel más bajo de conocimientos. Otro elemento básico a tomar en cuenta, son los distintos niveles de conocimiento. Nosotros podemos distinguir tres niveles: la opinión, el criterio y el conocimiento.

Opinión, es un juicio o parecer que nos formamos sobre algo (cosa o problema). Todos tenemos opiniones sobre muchas cosas, temas o problemas; esto es un acto muy saludable. Todas las opiniones políticas, religiosas, sociales, son respetables por principio. Pero, opinar sobre algo, no significa saber sobre ese algo, aunque de hecho, al opinar se obliga a realizar una pequeña reflexión y por lo cual, representa un primer paso en el discernimiento.

El criterio es algo distinto y por tanto, constituye un segundo nivel de reflexión. El criterio implica hacer un juicio basado en una reflexión más profunda que toma en cuenta la experiencia y el estudio.

El conocimiento se basa en el trabajo profundo sobre la relación entre pensamiento y hechos (que hoy denominamos como ciencia) y es un nivel más elevado que el correspondiente al de los criterios.

Para configurarnos un juicio adecuado sería indispensable que contásemos no sólo con criterios sino también con estudios científicos. La cuestión es que casi todo se discute a nivel de opinión, con cierto fundamento en algunos casos y con simples opiniones en muchos otros.

Si la imagen es el lenguaje del impacto y la palabra es el lenguaje de la reflexión, es evidente que en la formación de la opinión pública, lo que predomina es la fuerza de las imágenes transmitidas por televisión. De hecho, lo que vivimos hoy día, se puede denominar como “humanismo mercantil” dentro del cual, el “marketing comercial” y el “marketing político” juegan un papel fundamental.

Las opiniones suelen tener varios sustentos:

1. La “racionalidad de mínimo esfuerzo” que, siguiendo al lingüista Louis de Sausurre (Manipulation and Ideologies in theTwentieth Century. Documento de Internet) consiste en el hecho social de que cada vez más, hay un rechazo a efectuar un esfuerzo para comprender los hechos sociales y que, de manera creciente, la gente busca la comprensión haciendo los intentos mínimos posibles. Por eso se aceptan argumentos que simplemente parecen verosímiles y forman creencias poco garantizadas analíticamente pero que resultan poco costosas intelectualmente. Agréguense aquí los discursos con soluciones fáciles a problemas complejos. Este fenómeno conduce a que políticamente, se haga uso de complejidades retóricas en los discursos y que los discursos simplistas, falsos o que no se pueden verificar, sean aceptados por grandes masas.

2. El uso generalizado de imágenes impactantes, de estereotipos, de referencias simbólicas que se suelen aceptar como verdaderos en sí mismas, es decir, sin juicio de criterio o de conocimiento.

3. El hecho de que procesos del pensamiento mágico se encuentren profundamente arraigados en la vida cotidiana y de esta forma, la ley de la semejanza, el carisma del que emite el mensaje, o diversas confusiones falaces, conduce a que aún las opiniones más aberrantes, puedan tener en ocasiones, impacto en la opinión pública.

Puedo pasar ahora a los distintos procedimientos para integrar en diferentes formas lógicas los signos con los que trabaja el cerebro. Se puede hablar de un pensamiento que surge de las relaciones sociales, otros provenientes de los sistemas mágicos, otros que surgen con una lógica de lo religioso y finalmente, otros surgidos de una lógica científica.

Problemas importantes no nos faltan, como tampoco los discursos oficiales o de partidos de mera opinión; lo que nos urge son criterios y conocimiento.

Hay que agregar que, a la opinión y al criterio, se busca manipularlos con la falacia. Se evita el estudio de las profundidades del ser y se acentúa el discurso sobre el parecer. La falacia se impone; la lógica desaparece.

En lógica se dice que una falacia es un argumento que «parece» verdadero, pero que resulta falso cuando se estudia la estructura lógica del mismo. El mundo del parecer se integra perfectamente con el de la falacia.

El mundo de la publicidad y propaganda a que se nos someten las necesidades de la lógica del mercado local y mundial y desde hace tiempo en México, el de la política, suele ser un mundo de falacias. No se trata de demostrar ni de analizar, se trata de convencer de ganar; es el mundo de los triunfadores, es el mundo del éxito, no es el mundo de los pensadores.

La falacia triunfante no solamente nos domina y nos embrutece sino que nos enajena, ya no somos sujetos actuantes, se nos reduce a la simple calidad de objetos; objetos sobre los cuales se ejerce dominación y poder, objetos que consumen objetos.

Se nos imponen las imágenes en la misma medida en que desaparecen los conceptos.

La falacia es el instrumento que conjuga tres elementos claves: la manipulación de los deseos, temores y emociones; el juego de imágenes; y, la apariencia de la razón y de la realidad.

Además, se busca crear estereotipos o sea, imágenes comúnmente aceptadas de sí mismo y de los otros, no importa que sean falaces o falsas, lo que importa es que la imagen de sí mismo sea buena y la de los otros mala; el pensamiento por estereotipos actual no es un pensamiento mágico sino un sintagma de falacias. El estereotipo es algo que vivimos como verdadero y lo que hacemos es una cadena de estereotipos. Hay estereotipos que caricaturizan y evaden la razón. Hoy se hacen frases cortas y lapidarias que funcionan como estereotipos.

Además, se hacen estereotipos como instrumentos del maniqueísmo. Se busca crear un mundo que reduce la posibilidad de la realidad donde sólo hay dos opciones: los buenos y los malos desechando cualquier otra opción con el consecuente resultado: “el que no está conmigo está contra mí”.

No sólo a la reflexión que genera el criterio o el conocimiento sino también a la pequeña reflexión que origina las reflexiones y que suele tener muchísimas posibilidades, solo se les da dos: blanco ó negro, conmigo o contra mí.

El mundo de hoy es muy complejo y mucho delo que vivimos de él es una relación virtual. En el mundo virtual el hombre sólo vive y ve en segmentos pequeños y parciales los hechos que lo afectan. Sus ojos y parte de su pensamiento, proviene de los medios. Solemos vivir lo virtual como si fuese real, es decir, falacias simbólicas o bien vivimos falacias referenciales, esto es suponer que lo que acontece en la mente se da en la realidad.

El problema es grave, todo tiende a la confusión, es confuso, ya no hay normas de referencia para saber qué es verdad o qué es mentira; el caos simbólico se instaura apoyado por una esquizofrenia declarativa. La falacia ha suplantado a la razón; las creencias han perdido su fuerza simbólica; la institucionalidad ya no es norma de lo verosímil sino de lo dudoso; el sistema de comunicación se ha hecho caótico, confuso y carente de códigos de comprensión. Vivimos en el interior de un sistema social enfermo, tan enfermo que ya no se cree en nada y solamente lo absurdo de cualquier rumor se tiene por verosímil. A este tipo de enfermedad social, hace muchas décadas que Durkheim le dio el nombre de «anomia social».

Cuando los sistemas simbólicos y comunicativos llegan a estos niveles tiende a desaparecer toda relación de confianza en el seno de la sociedad. Ante la ausencia de códigos de comunicación, de normas éticas y en ausencia de relaciones de confianza, los torbellinos nos trastornan, nos dominan y además, se configuran como estructuras que nos impiden percibir adecuadamente o de razonar sin pasión y con claridad; la enajenación se establece y la manipulación reina.

Cuando una sociedad vive una enfermedad como la anomia, no es de extrañar que los mercados sean inestables, que los especuladores sienten sus reales y que los políticos busquen manipular para sacar ventajas: «a río revuelto, ganancia de pescadores».

La confianza es un hecho importante, pero muy complejo. No proviene de las decisiones de los individuos sea cual sea el rango que ocupen en la estructura social; la confianza la tienen los individuos, pero ella surge de lo social. Construir la confianza es una actividad social que sólo se logra después de mucho tiempo, sin embargo, es fácil destruirla y puede ser de manera rápida. En México, aunque con muchos defectos, había un sistema de confianza, pero el neoliberalismo y la corrupción que existía, rompieron las estructuras culturales que le daban fundamento; el neoliberalismo mexicano ha actuado como las hordas salvajes de Atila y bajo sus pies no crece ninguna hierba que alimente lo social. El caso es que ahora, con la manipulación de la opinión, el discurso del odio, y la pobreza de los análisis y argumentaciones es difícil que se restablezca la confianza.

El voto de todos es respetable sea cual sea la elección del ciudadano. Yo por mi parte dados los argumentos señalados en estas REFLEXIONES, no puedo votar por ningún partido y por tanto, si no hay cambios, anularé mi voto.

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

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