¿Por qué salvar al PRI?
[bctt tweet=»la historia política nacional no puede ser estudiada ni entendida cabalmente sin un real conocimiento del PRI» username=»crisolhoy»]
La pregunta también puede ser planteada de la siguiente manera ¿para qué salvar al PRI? A pesar de la hegemonía que el partido vivió durante el siglo XX. Hoy, vale la pena partir de un ejercicio de reflexión analítico para determinar las distintas razones por las cuales la institución política no debe desaparecer.
A nivel internacional, el desgaste de los partidos de tradición es prácticamente una constante, así mismo, en la percepción popular se identifican puntualmente los factores que han llevado hacia el repudio colectivo. Tales como: la falta de cercanía con la militancia, la complicidad de líderes en la gestación de vicios ilícitos, la traición partidista, reestructuraciones que jamás alcanzan las metas fijadas y sobretodo la falta de nuevos cuadros.
El Revolucionario Institucional no ha estado exento de algunos de estos señalamientos, la corrupción en miembros extraídos del partido también ha influido en dichas acusaciones. Sin embargo, como en cualquier debate, es necesario analizar la parte positiva y negativa de la situación. Según Carlos Báez Silva: “la historia política nacional no puede ser estudiada ni entendida cabalmente sin un real conocimiento del PRI». Por otra parte, si bien es relevante el saber histórico en sí mismo, es aún más importante para entender mejor nuestra realidad y tratar de imaginar el futuro. La generación del sistema de partidos, la renovación de nuestro sistema político y, en fin, la tan anunciada reforma del Estado mexicano, son procesos que no pueden llevarse a cabo sin la participación de la importante fuerza política que representa el PRI”.
México hoy no sería la décimo quinta economía, no tendría las instituciones que actualmente prevalecen, no sería un país que participa activamente y es tomado en cuenta en las decisiones internacionales.
Recordemos su origen de miles de mexicanos revolucionarios, de gente agraviada por el peso del autoritarismo, de ideales que buscaban la estabilidad y el progreso de cada ciudadano, el partido que puso fin a la época en que las luchas electorales, las disputas por el poder político, se solucionaban con revueltas militares y muertes dramáticas.
Un partido que tuvo que construir organizaciones que garantizaran el orden social, que fomentó la concepción de un sistema político que funcionó de manera continua por setenta años; el mismo sistema del que se derivaron las diversas instituciones políticas restantes. Me atrevo a decir que no existe actualmente algún partido político que no se haya constituido a partir de la ideología priista o de alguno de sus miembros.
“Pero nuestra herencia debe ser fuente de exigencia, no de complacencia ni de inmovilismo. Sólo los partidos autoritarios pretenden fundar su legitimidad en su herencia. Los partidos democráticos la ganamos diariamente. Se equivocan quienes piensan que la transformación democrática de México exige la desaparición del PRI”
-Luis Donaldo Colosio-
Es por eso que el mensaje en las elecciones pasadas fue evidente. Hoy pesa el haber gobernado durante mucho tiempo, el no comprender las señales de desaprobación a las decisiones tomadas por el ex presidente Enrique Peña Nieto.
Hubo quienes incluso, afirmaron que el principal promotor del triunfo de López Obrador había sido el mismo EPN con sus errores, a pesar de ello, en estos momentos cruciales para la prevalencia del partido hay una oportunidad que se vislumbra a principios de este sexenio. La mal llamada “cuarta transformación” en las pasadas elecciones también demostró que el principal promotor de la resurrección del tricolor, también puede ser el propio Andrés Manuel.
¿Qué hacer entonces?
Con la renovación en puerta de la dirigencia nacional, es momento de que las corrientes del partido logren ser unidas por un dirigente capaz de conciliar y construir proyectos, que garantice la pulcritud en su toma de decisiones velando por el partido y por el país.
Un partido que logre ser autocrítico, capaz de adaptarse a las nuevas necesidades nacionales y globales, además una institución que de paso a la nueva generación de políticos jóvenes que están sus filas. Es momento de que el PRI vuelva a ser el partido en el cuál sus militantes se identificaban como personas de ideas y convicciones firmes, un partido que castigue a los miembros que con su actuar mancillen el nombre de la institución. El reto más grande será el conquistar a una generación de nuevos votantes que viven al día con la información, que se vuelven empáticos ante cualquier situación que genere injusticia.
El PRI debe asumir una oposición responsable, coherente e inteligente al gobierno de López Obrador, con la creación de nuevos partidos como Redes Sociales Progresistas o México Libre, tendrá que lidiar con la tendencia hacia estas opciones electorales.
La lectura es inequívoca, ya hemos hablado del pasado del PRI para entender su situación actual. Pero sin duda para que consolide su futuro, la elección por voto directo de Agosto deberá de ser ejemplar; la prueba de fuego que permita evaluar su compromiso de cambio y así, demostrar que merece seguir en la contienda.