Salas de arte Cinépolis

Salas de arte Cinépolis

En junio del 2012, Cinépolis implantó el concepto de “Sala de Arte”, una sala en veintiuno de sus complejos de exhibición en la república mexicana, que pronto se incrementó a veintidós, dedicada en exclusiva a exhibir películas no comerciales, del ámbito fuera de Hollywood, de las denominadas de festivales, de director o de autor, así esta noción sea muy amplia y con definiciones variables, pero en todo caso se refiere a filmes “alternativos”, “independientes” de directores prestigiosos o poco conocidos fuera de la órbita festivalera, cuyas obras a veces tienen dificultades de distribución y permanencia en cartelera.

Además, estas salas son sedes para eventos como el tour de cine francés, la semana de cine alemán, Ambulante, lo mejor del festival de Morelia, las muestras internacionales de la Cineteca.

A seis años del surgimiento de este circuito, la cadena emprende una campaña de reposicionamiento del concepto, para refrendar el objetivo de llegar a una audiencia que pide un tipo de cine diferente, de ayudar a formar públicos que busca más que películas de acción, superproducciones o lo más comercial.

Con este propósito se lanza nueva imagen y logotipo, se incrementa a veinticinco las salas y a quince ciudades donde ver estas obras; se multiplican los promocionales, habrá un “tráiler” con las cuatro-cinco películas de cada mes. Entre junio y julio se tienen programadas, “Desobediencia”, del recién ganador del Oscar, el chileno Sebastián Lelio; “Un final feliz”, del austriaco Michael Haneke; dos producciones francesas, “Godard, amor mío”, de Michel Hazanavicius (el realizador de “El artista”) y “La búsqueda” de Christian Clarion con Gillaume Cantet; y la rusa “El discípulo” del director Kirill Serebrennikov.

En estas salas de arte se estrenan un aproximado de cuarenta filmes por año, con algunos resultados favorables, por ejemplo, el que tuvo “Amour” (2012), del mencionado Haneke, que vieron alrededor de 200, 000 espectadores, o de “La hijas de abril”, del mexicano Michel Franco, lo cual ha demostrado que existe demanda para otro tipo de cine, para apuestas distintas, no siempre rentable ni el mejor negocio o el más productivo para las ramas distribuidoras y exhibidoras, pero necesario, independiente de las etiquetas o misterios sobre el término “autor”, que no siempre significa películas aburridas, complicadas, ininteligibles.

 

Leopoldo Villarello Cervantes

Leopoldo Villarello Cervantes

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