Una iniciación a las letras

En eso del arte he andado por aquí y por allá. En la literatura me inicié hace ya mucho tiempo atrás y ahora deseo compartirles un poco de mi historia, una que me llevó a descubrir la obra de cuatro grandes autores: Octavio Paz, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco. Cada uno de ellos dejó una huella imborrable en mi manera de leer, escribir y entender el mundo.
Recuerdo con claridad el momento en que mis manos tocaron por primera vez un libro de Octavio Paz. Era una edición de «El laberinto de la soledad» que encontré en la biblioteca de mi padrastro. Yo era un adolescente que apenas comenzaba a hacer preguntas sobre la identidad, la historia y el sentido de pertenencia. Fue Paz quien, con su prosa luminosa, me enseñó que México es un país de contradicciones, de silencios y gritos, de máscaras y verdades.
Luego llegó Ernesto Sábato, con su «Sobre héroes y tumbas». Lo leí en una época de incertidumbre, cuando buscaba respuestas en las sombras. Sábato me mostró la profundidad de la oscuridad humana, pero también la belleza de enfrentarse a ella. Su estilo introspectivo y su mirada filosófica me marcaron para siempre. Entendí que la literatura no solo es un escape, sino también un espejo en el que uno se encuentra o se pierde.
Carlos Fuentes me atrapó con «La muerte de Artemio Cruz». Su narrativa poderosa y su crítica social me hicieron ver a la historia desde otra perspectiva. Gracias a él, comprendí el peso de la memoria y la herencia de las generaciones pasadas. Descubrí que la literatura latinoamericana tiene una voz única, capaz de desentrañar la esencia de nuestro tiempo.
Finalmente, José Emilio Pacheco llegó a mi vida con su poesía. En momentos de soledad, sus versos en «Los trabajos del mar» fueron mi refugio. Su manera sencilla y profunda de escribir me mostró que la poesía no tiene que ser grandilocuente para tocar el alma. Con él aprendí que las palabras, cuando son honestas, pueden llegar más lejos que cualquier discurso elaborado.
Cada uno de estos autores ha sido una brújula en mi camino. Me han acompañado en la búsqueda de respuestas, en la exploración de mis raíces y en la construcción de mi identidad como lector y escritor. Hoy, al compartirles esta historia, espero que también hayan encontrado en ellos y en otros escritores de su época un compañero de viaje, alguien que les ayude a mirar el mundo con nuevos ojos.