El difícil tema del consumo de alimentos de origen animal (2)

El difícil tema del consumo de alimentos de origen animal (2)

¿Cómo puede el consumidor promedio comprender el impacto global causado por su consumo de carne?

¿Cuánta gente entiende que la demanda europea por carne es directamente responsable de la deforestación del Amazonas?

¿Quién está consciente de las consecuencias que la producción industrial de ganado tiene en temas como la pobreza y el hambre, el desplazamiento y la migración, el bienestar animal o el cambio climático y la biodiversidad?

Considero que la respuesta es proporcionar información pues los cambios requieren de una ciudadanía informada y consciente, empoderada a decidir qué es lo que quiere en la mesa y a exigir a la política los cambios necesarios.

Es posible organizar la agricultura, la ganadería, las ciudades y los estados de forma que traigan prosperidad para todos, pero la cuestión es si seremos capaces de hacerlo. Estamos ante una crisis ecológica con consecuencias de alcance existencial, eso nos obliga a preguntarnos hasta que punto es sostenible nuestra civilización. ¿Realmente se podrá planificar una forma futura de producción que sea responsable social, ética y ambientalmente?.

Hoy en día, tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud reconocen la necesidad de modificar lo que comemos y cómo producimos los alimentos.

Sabemos y se han documentado los efectos socioambientales de la industria cárnica donde cada vez son más complejos y nocivos. Por mencionar sólo algunos están: los desechos y efluentes de las engordas en corral y granjas, las crecientes resistencias de bacterias ante el uso masivo de antibióticos, la extensión de la siembra de soya y maíz genéticamente modificada con cantidades cada vez mayores de agentes químicos, la pérdida de biodiversidad, la desaparición de productores agrarios pequeños y medianos, la creciente presión de la frontera agrícola, que se expande sobre los últimos bosques y montes, además de la expulsión, a menudo violenta, de campesinos y comunidades indígenas que llegan a engrosar los cinturones de pobreza de las ciudades, perdiendo su base de subsistencia.

El hecho es que la industria cárnica sigue lucrando con vidas de seres sintientes, en un mundo donde las políticas de bienestar animal, comercio y clima incluyen muy pocas restricciones para esta industria tan nociva, estando sujeta a una escasa regulación hace que nos preguntemos ¿a quién escuchan realmente los gobiernos?.

Urgen políticas pecuarias que apunten a algo más que el aumento de toneladas de producción y que se basen en una visión de largo plazo, para un desarrollo económica, social y ambientalmente sustentable.

En contraste, las corporaciones de la carne que alimentan la crisis climática siguen teniendo apoyo y financiación de los bancos e inversores más poderosos del mundo.

Por todo esto, la producción de carne industrial se ha convertido en un tema crítico en la sociedad, los medios y la ciencia. He aquí algunos efectos de la producción cárnica:

  1. ¿Bienestar animal? Cifras terroríficas de animales sacrificados:

El sacrificio de animales para consumo, se ha incrementado constantemente. Aquí un comparativo de los animales sacrificados tanto en el año 1961 contra el año 2020 según FAO.

Nos espantamos de las cifras de humanos muertos en las guerras, pero no reaccionamos ante las estratosféricas cifras de animales asesinados. Las cifras de animales sacrificados alcanzan millones y billones en el caso de pollos, por lo que las estadísticas son manejadas por toneladas, lo que además hace que se vean cifras mucho más moderadas. En la gráfica siguiente, observamos que México ocupa el sexto lugar de consumo cárnico con 9 566 toneladas en el año 2023.

Para llegar a estas exorbitantes cifras, los animales son engordados rápidamente en condiciones de hacinamiento inimaginables, sometidos a dietas basadas mayormente en soja y otros forrajes industrialmente procesados, y tratados con toda una batería de medicamentos contra enfermedades muchas veces surgidas del mismo hacinamiento.

Sin embargo, los envases y publicidad muestran una imagen de animales contentos en granjas felices ocultando la realidad del sufrimiento que padecen, sumando a esto, el daño ecológico y los impactos sociales asociados que se esconden debajo de la alfombra. Escasean las políticas de información y protección al consumidor que transparenten la composición, las consecuencias y alternativas de los productos que terminan en nuestros platos.

Es deseable resaltar que México carece datos exactos sobre el número de animales que se crían para consumo humano, ya que las autoridades solo recopilan y reportan datos de los que llegan a los rastros al final de lo que se conoce como ciclo productivo.

Para estas cifras no se toma en cuenta a todos los animales que murieron en otras etapas como la crianza y el transporte. Durante su estancia en las granjas industriales, los animales se enfrentan a condiciones incompatibles con buenos niveles de bienestar que les pueden causar la muerte o, en otros casos, se mata a una gran cantidad por considerarlos “desecho” o “improductivos”. La falta de datos, consecuencia de la escasa regulación, es un problema para entender la magnitud de sufrimiento de los animales

Mataderos

Los mataderos son líneas de producción con obreros semi-calificados trabajando en pésimas condiciones, apartados del ojo público por lo que muchos grupos de defensa animal cuestionan la ética detrás de esta industria.

Aunque millones de personas en todo el mundo trabajan en mataderos, la cifra real es desconocida. Su trabajo se considera “sucio”. Un trabajo de mucha rapidez, monótono y expuesto a riesgos laborales como accidentes con maquinarias y elementos químicos, espaldas y miembros dañados además de la exposición al frío o calor, ruido constante, riesgo de contraer enfermedades infecciosas y turnos de noche o madrugada, dependiendo del tipo de trabajo. Además, el manejo y sacrificio de los animales es altamente estresante y bajos salarios en condiciones laborales vergonzosas.

Trabajadores migrantes proveniente de México con destino a Norteamérica trabajan en mataderos por cortos períodos y quedan a merced de las demandas de sus empresas, evidentemente los trabajadores no tienen voz ni voto en sus condiciones laborales. La crueldad del faenamiento suele esconderse de los ojos y oídos de los consumidores, en general los mataderos están ubicados en la periferia de las ciudades. En ellos hay frecuentes violaciones de regulación y crueldad animal.

Obtenido el peso de mercado, los animales son transportados en largos viajes en condiciones pésimas de espacio y aireación; en cuanto a la matanza, el uso de métodos de insensibilización inadecuados o ignorancia de los golpes o incluso fracturas que sufren cuando son conducidos a los mataderos es la regla.

La industria de la carne toma a los animales como meros productos, en tanto que la sociedad debería reconocer su individualidad y capacidad de sufrir. Hasta ahora se ha hecho lo posible por mantener invisible la relación entre animal vivo y producto final.

En las siguientes gráficas se observa el número de animales “sacrificados” y procesados en rastros mexicanos. Cabe destacar que los rastros TIF (Tipo Inspección Federal) para el caso de ovinos y caprinos son casi nulos. La matanza de estos animales se lleva a cabo incluso por niños en algunos lugares. No existe regulación en muchos de ellos.

p Preliminar. TIF: Tipo Inspección Federal. TCCA: Tasa de crecimiento compuesta anual. Fuente: COMECARNE con información del INEGI, del SENASICA y el SIAP.

Impacto ambiental

En cuanto a contaminación ambiental sigue la tendencia mundial, tanto en la emisión de gases de efecto invernadero (la ganadería intensiva emite compuestos de nitrógeno -como el amoniaco- que se elevan a la atmósfera, contribuyendo notablemente al fenómeno del cambio climático), así como en la superficie que demanda para la crianza que tiene directa relación con la deforestación de vastas zonas de praderas y bosques. También son riesgos el aumento de establecimientos de engorde a corral, la pérdida de variedad genética y la contaminación que se produce en el suelo y en el agua por la crianza intensiva, además del uso de fármacos para erradicar enfermedades y acelerar el proceso de engorda.

Recurso hídrico: En 2023 el Producto Interno Bruto (PIB) de la industria cárnica representó 1.2% del total, más los empleos directos e indirectos que genera.

Actualmente es uno de los diez mayores productores de carne bovina del mundo, octavo en porcinos, quinto en pollo, aunque genera otras carnes como ovinos y caprinos. De acuerdo al documento la Economía del Cambio Climático en México, también conocido como informe Galindo, la evolución del sector agropecuario depende directamente de la inversión en los procesos productivos, incluidos aquellos que generan impactos negativos como el uso de pesticidas, emisiones de CO2, cambios en el uso y características del suelo, y el abastecimiento y acceso a insumos para la producción, donde destaca especialmente el agua.

Aunque la producción de carne está presente en todo el territorio, los estados más relevantes son Veracruz y Jalisco, que ostentan además el mayor uso de recursos hídricos. La demanda por agua en este sector aumenta a tasas veloces al mismo tiempo que el último reporte sobre efectos del cambio climático afirma que la ganadería es el sector más vulnerable a la sequía. Actualmente el gobierno subsidia el uso del agua en actividades agropecuarias cuando se debería cambiar por una que premie el uso racional del agua.

La actividad que más agua consume – y la principal causa de la crisis mundial del agua– es la agricultura, que utiliza el 70% del agua dulce disponible a nivel mundial, mientras los hogares (10%) y la industria (20%) funcionan con mucho menos. Un tercio (29%) de la proporción que se lleva la agricultura corresponde al ganado. No porque las vacas, cerdos y pollos beban mucho, sino por que consumen agua indirectamente como forraje.

El cálculo según el cual un kilo de filete requiere 15 415 litros de agua se basa en un animal sacrificado a los tres años. Durante su vida, habría comido 13,00 kilos de pienso concentrado compuesto de distintos cereales y soya, además de 7,200 kilos de forraje (hierba y heno frescos o ensilados), y habría bebido 24,000 litros de agua. La nave también habría tenido que lavarse y fumigarse, pero casi toda el agua se gasta en la producción del pienso.

Producir un kilo de vacuno consume de media 15 415 litros de agua. Para la misma cantidad de ovino o caprino hacen falta casi 9,000 litros, un kilo de cerdo requiere 6,000 litros, y uno de pollo 4,300 litros. En total, el 92 % de la huella hídrica mundial procede de la agricultura, y el 29 % de la misma de la producción pecuaria. Para este año 2025 será más de la mitad de la humanidad la que padecerá estrés hídrico. Es bastante cuestionable que se siga inyectando un recurso cada vez más escaso a la ganadería.

Uso y calidad de suelos: Además del recurso hídrico, la ganadería presiona la selva mexicana. La actividad se distribuye dentro de las zonas con climas lluviosos y cálidos y grandes áreas a nivel nacional han sido transformadas en pastizales para la ganadería o están sujetas a diferentes formas de agricultura. De acuerdo al documento “Políticas rurales y pérdida de cobertura vegetal”, las tasas de deforestación en México oscilan entre 500 y 600 mil hectáreas anuales y en los últimos años perdió 20 mil kilómetros cuadrados de bosques templados. Esta expansión territorial implica el abandono del esquema tradicional de pastoreo y la mayor dependencia de pastizales introducidos que suplen la escasez de forraje natural. La situación en la zona árida del país es aún peor, ya que el reemplazo de especies nativas de vegetación por otras introducidas para alimento de animales se incrementó en 283% y significó la pérdida de 4 y medio millones de hectáreas sólo entre 1976 y 2000. La degradación de tierras en nuestro país abarca ya un 54% del territorio nacional. Falta un ordenamiento ecológico que respete la vocación natural de los suelos.

El sobrepastoreo, originado por la ganadería extensiva, es un factor de presión que acelera la degradación del suelo. Lo afecta de manera directa debido al pisoteo continuo, y de manera indirecta a través de la pérdida o degradación de la cubierta vegetal que lo deja expuesto a los agentes erosivos (agua y viento). La degradación del suelo tiene efectos negativos en los ciclos hidrológicos y biogeoquímicos de los ecosistemas

Acorde a datos del Sistema Nacional de Información Ambiental y de Recursos Naturales, la ganadería con sobrepastoreo comprende 47.68 millones de hectáreas.

Costo en la naturaleza: Al comprar un producto animal, se pagan tres precios: uno lo paga el consumidor, otro el contribuyente y el tercero la naturaleza. El consumidor usa el primer precio para determinar el valor del artículo. Los otros dos precios representan subsidios ocultos para aquellos que lo producen y comercializan. Los costos que paga el medio ambiente son probablemente los mayores, pero son difíciles de calcular. Durante las últimas tres décadas, economistas y contadores han elaborado su propia “contabilidad ambiental y económica” que estima el daño causado a la naturaleza en términos monetarios. Esta abarca los costos de la cría industrial que no aparecen en el balance de la empresa, como el dinero ahorrado al mantener a los animales en condiciones espantosas.

En el caso de México, existió el Programa de Uso Sustentable de Recursos Naturales para la Producción Primaria, que tenía una línea específica de Producción Pecuaria Sustentable y Ordenamiento Ganadero y Avícola (PROGAN), sería de mucha utilidad reactivarlo o crear alguno similar.

Por otra parte, y en base a los impactos ambientales que genera la ganadería, es que organizaciones privadas como Reforestamos México y The Nature Conservancy identifican los impactos ambientales de los programas agropecuarios de gobierno, proponiendo alternativas y un cambio de políticas públicas.

Basura innecesaria: Antes las amas de casa iban al mercado, pero ahora casi nadie tiene tiempo para ir de tienda en tienda para comprobar la calidad de la carne o regatear los precios. Los supermercados así acaparan y se genera beneficios al concentrar miles de posibles clientes La venta de productos estandarizados simplifica la publicidad y otorga un enorme poder de mercado a las cadenas de supermercados, lo cual les permite determinar los precios de los proveedores. Así afecta a los pequeños productores y comerciantes amén de la cantidad de basura generada por los empaques vistosos que no son biodegradables.

México requiere importar carne para el consumo nacional importando cerdo 1240 000 ton y aves 985 000. (datos 2023).

Aunque la misma fuente indica una autosuficiencia de 78% en los cárnicos de las tres principales especies de consumo.

Consumo.

Entre 2022 y 2023 el salario mínimo incrementó 20%, por su parte las remesas internacionales aumentaron 8.7% y continuaron las transferencias monetarias gubernamentales hacia diversos grupos poblacionales que incentivaron su gasto cotidiano. Los precios al consumidor de los productos cárnicos reportaron un aumento promedio anual de 4% durante 2023 que contrastó con el 13% observado en 2022, factor que también contribuyó para la mayor demanda de proteína cárnica.

En México en 2014, los hogares de mayores ingresos reportaron, en promedio, un ingreso mensual de 53 mil 856 pesos, mientras que los del decil más bajo recibieron 2 mil 723 pesos. Según datos del INEGI los hogares destinan un mayor porcentaje de gasto a los alimentos, bebidas y tabaco 34.1%, transporte y comunicación 18.8 % y educación y esparcimiento 14.0% Existen grandes diferencias entre los hogares, el 10% de los hogares con menos ingresos dedican 50.7% de su gasto a alimentos, bebida y tabaco, contrario al 10% de los hogares con más altos ingresos quienes dedican sólo el 22.5% a estos rubros. Es notorio que el decil I gasta más dinero en proporción a sus ingresos en carne de ave, mientras el decil X gasta más dinero en proporción en carne de res y ternera. Es claro que conforme aumentan los ingresos, las familias tienden a un mayor consumo de carne de cualquier tipo.

En las clases medias ha aumentado el consumo indiscriminado y por lo tanto inconsciente, de carnes y subproductos procesados en todo tipo de alimentos industrializados, lo que ha disparado de forma epidémica los índices de obesidad y enfermedades relacionadas. Esto es notorio, desde México hasta el Cono Sur, lo que redunda en una pronunciada y creciente brecha cualitativa entre la alimentación de ricos y pobres. Y aunque la producción de carne se suele justificar con la promesa de precios más bajos, son cada vez menos los que acceden sin dificultad a la carne.

Alternativas

Unos dicen que los patrones de consumo de carne no se pueden cambiar. Pero todo un movimiento de personas está comiendo menos carne o prescindiendo de ella. Para ellos no es un sacrificio; es un estilo de vida saludable y ético para con los animales y el medio ambiente. El público opta cada vez más por productos vegetarianos. Incluso, ya es frecuente ver en los menús de diversos restaurantes en Aguascalientes opciones veganas para los consumidores. Sobra decir que, si la demanda de los consumidores disminuye, las empresas en especial las que trabajan con un bajo margen de seguridad pueden colapsar.

En Alemania, según una encuesta, más de dos tercios de la generación joven rechaza la industria cárnica actual, no quiere seguir aceptando el daño que la industria cárnica, motivada por el lucro, causa al medio ambiente, y tiene un interés y un compromiso cada vez mayores con el clima, la sostenibilidad, el bienestar animal y la soberanía alimentaria (es decir que cada quien decida que es lo que quiere comer).

Consideran que la producción de carne es una amenaza para el clima y duplican a la población general en la elección de dietas vegetarianas o veganas. Además, piensan que el gobierno debería actuar.

Una gran parte de la sociedad civil informada y consiente, exige una producción animal más sostenible y sensible, así como reducir el consumo de productos animales presionando para transformar el sector pecuario. La función de las organizaciones que promueven el bienestar y los derechos de los animales es fundamental.

Por poner un ejemplo, la iniciativa “End the Cage Age” (acabemos con las jaulas) reunió a más de 170 organizaciones para exigir la prohibición de la cría en jaulas en la UE. Recabó el apoyo de 1,4 millones de personas, convirtiéndose en la sexta Iniciativa Ciudadana Europea (un mecanismo de participación de la ciudadanía en política) de entre las 75 realizadas en los últimos 8 años en superar el millón de firmas. Registro: septiembre de 2018, recogida de firmas hasta septiembre de 2019. Validación: octubre de 2020. En junio de 2021 el Parlamento Europeo apoyó la iniciativa con 558 votos a favor, 37 en contra y 85 abstenciones.

En otro estudio reciente del Banco Europeo de Inversiones a 30 000 personas de 30 países, el 78 % de las personas encuestadas en China, el 65 % en la UE y el 54 % en EE. UU. apoyan reducir el consumo de carne roja para combatir el cambio climático.

Un reciente estudio en China y Estados Unidos recalca que lograr que la gente pruebe los sustitutos de la carne es esencial para transformar el sistema cárnico. Quienes prueban los sustitutos vegetales de la carne tienen más tendencia a reducir su ingesta y apoyar políticas para reducir el consumo cárnico. La combinación de campañas y etiquetado de productos, junto con una mayor disponibilidad de sustitutos de la carne y platos vegetarianos, puede desencadenar un ciclo virtuoso de cambio.

Para las poblaciones de alto poder adquisitivo no resulta un problema acceder a una dieta saludable con pocas o ninguna proteína animal – o cambiar por otro tipo de proteínas. Para las poblaciones de bajos ingresos es clave que se establezcan políticas de protección y de acceso a una alimentación más variada y sana de la que actualmente ofrecen las cada vez más concentradas cadenas de comercialización. Será la combinación de elecciones individuales y de cambios en las leyes y políticas lo que cambiará una dieta más compasiva hacia nuestro planeta.

En comparación con la carne convencional, los sustitutos son en general más respetuosos con el medio ambiente. Los totalmente vegetales —sin huevos ni leche— tienen la mejor aceptación. En comparación, sus emisiones son un 90 % menores que las generadas en la producción cárnica y requieren mucha menos agua y tierra. Sin embargo, a menudo están altamente procesados y tienen muchos aditivos.

Incluso el gigante alimentario Nestlé ha lanzado una gama vegana bajo la marca “Gar den Gourmet”. Además, en noviembre de 2020 McDonald’s lanzo una hamburguesa vegana, la “McPlant” bien aceptada en Europa pero no en USA por lo que la discontinuo, aunque ha habido introducción de nuevos artículos de origen vegetal de su competidor Burger King.

Es evidente que el elevado crecimiento de la población y la pobreza de tierras y recursos hídricos están acercando a la destrucción de humanidad y al planeta, por lo que se hace necesario el uso de bienes y servicios de manera que se reduzca su impacto negativo en el medio ambiente, la sociedad y la economía, garantizando que las generaciones futuras tengan los recursos que merecen, preferir productos ecológicos, éticos y de comercio justo es una forma de lograrlo.

Ana Romo jaulericavida1@outlook.es

Ana Romo G
Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

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