San Miguel de Allende: entre ángeles y demonios

San Miguel de Allende, en el estado de Guanajuato, es una ciudad donde la historia, la cultura y, a veces la espiritualidad, convergen en tiempo y espacio. Su símbolo más emblemático es la Parroquia de San Miguel Arcángel, un tesoro neogótico ubicado en el corazón de la urbe. Dedicada a San Miguel Arcángel, el templo no solo es un referente religioso, sino también un testimonio del legado cultural de la región.
En la tradición cristiana, parecido a lo que sucede en los partidos políticos, los ángeles se organizan en una jerarquía celestial compuesta por nueve coros que a su vez se dividen en tres niveles, al fin, entre ellos también hay clases sociales. En la cúspide están los serafines, querubines y tronos, seguidos por dominaciones, virtudes y potestades, y en la base se ubican los principados, arcángeles y ángeles. Dentro de este escalafón, los arcángeles, como San Miguel, son los heraldos divinos encargados de proteger y guiar a la humanidad por las sendas del bien.
San Miguel Arcángel, cuyo nombre significa: «¿Quién como Dios?», es reconocido como el líder de las huestes celestiales en la batalla contra el mal; en contraste, los demonios —ángeles caídos, deleznables traidores encabezados por Lucifer—, representan la rebelión y la oposición al orden divino.
Cada año los habitantes de San Miguel de Allende manifiestan su fe con fervor y devoción al santo patrono, sin los océanos de alcohol que inundan a la Feria Nacional de San Marcos, porque según dicen, San Miguel es la antitesis de San Marcos, por su rechazo a las bebidas espirituosas.
Pero más allá de la espiritualidad, del bien y el mal, como diría Nietzsche, en los últimos 20 años, salvo algunos tropiezos de gobiernos municipales panistas, la ciudad ha experimentado grandes transformaciones continuando con proyectos que han consolidado a este municipio del estado de Guanajuato.

La fotografía la tomé el día 20 de noviembre de 2022, en el marco del 112 aniversario de la Revolución Mexicana.
Más allá de la mirada: Este 14 de febrero aprovecho para hacer un recuento de los ángeles que ya partieron, pero también de los que continúan en las veredas de mi existencia. Con mucho amor, siempre permanente en el corazón, recuerdo en sus aniversarios luctuosos a mi querida abue Lupita y a mi tío Gustavo.
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