A 5 años del triunfo, gracias pueblo.
A 5 años del triunfo, gracias pueblo.
Luego de 5 años de aquel histórico día, en que empezamos a festejar, cuando a eso de las 1500hrs. Carlitos, como le decíamos al hoy diputado representativo de Morena en el Congreso de Aguascalientes, Juan Carlos Ugarte, informó desde la casilla del aeropuerto, que llevaba más del 60% de la votación.
Sabíamos qué si la gente salía a votar, ganaría Andrés Manuel López Obrador.
Al paso del tiempo, a pesar de las dificultades, de los chapulines, los malagradecidos, los chambistas, hipócritas y cuanto espécimen advenedizo se puedan imaginar, seguimos confiando y haciendo con la misma, o incluso, mayor convicción, de que es posible algo diferente.
Hay tareas monumentales que implican insistir, resistir, persistir y nunca desistir. Ese es el camino. Incluso, cuando algunos se tienen que ver obligados a dar pasos laterales para poder continuar.
Sigue faltando, en muchos sentidos, la asimilación de la dimensión histórica. La disciplina y el quehacer institucional todavía tienen horario. Las personas anteponen los ridículos privilegios que pueden aún prevalecer en los recovecos de la burocracia, para hacerse un ligero distingo, para diferenciarse de otros.
Sin embargo, pocos acuden a la reflexión de que sus actos, atinados o faltos de toda razón, significarán, en el cúmulo de la experiencia de este momento histórico, enormes señalamientos en el futuro inmediato. Quienes se han distinguido por la vida burocrática emanada del viejo régimen o aprendieron de él sin una visión crítica, aspiran a un simple ajuste de condiciones que les permita tener una vida desahogada. Para ellos, todo esfuerzo transformador termina por diluirse en la visión jurídica de las cosas, sin entender que, el principio máximo de este gobierno y su vínculo con el pueblo, es hacer valer la sustancia constitucional del artículo 39, que direcciona la actividad del gobierno y su razón de ser, en función del bienestar del pueblo mismo.
Si entramos en el tecnicismo del principio de legalidad, entenderemos que es el principio de legalidad que nos heredó el viejo régimen y que, en nuestras circunstancias, subyace toda la posibilidad de cuestionarle en toda su extensión. Bien pudiéramos afirmar, que lo más importante de las reformas de este periodo presidencial, son justamente, las bases legales del Estado. Es decir, coexisten principios de legalidad orientados en la lógica del viejo régimen junto con las directrices del nuevo, recientemente modificadas. De otra manera, el presidente no hubiera tenido que firmar los llamados planes de justicia para los pueblos originarios, tan solo por dar un ejemplo.
Entonces, es necesario cuestionarlo todo para cambiarlo todo. Con decirles, que todavía hay quien les llaman a los ciudadanos usuarios…
Los que no entendieron estas diferencias antes de llegar, no lo entenderán, ni mañana, ni nunca. Simplemente, porque su vida está trazada en una dirección completamente divergente de la construcción de un nuevo régimen. Tal vez, se acostumbren a luchar con el paso del tiempo, porque en su mente se anide la viabilidad de la transformación. Pero en ellos, la formación política y la instauración de nuevas métricas y parámetros para convertirse, de meros burócratas, en servidores populares y, en el mejor de los casos, en soldados del pueblo, está verdaderamente distante.
Es menester aprender de los errores de esos que subidos en una hoja de papel ejercen, que todo lo consultan porque la transformación y su dirección les es ajena por completo. Mientras los derrota la necesidad del pueblo y terminan por encontrar su camino en lo individual, lejos, muy lejos del servicio público.
La transformación del régimen, nunca se ha visto tan necesitada de personas transformadas de una manera tan severa y tan profunda, en su entender individual y colectivo, de lo que hoy se demanda. No quisiera aventurarme a descartar a priori, algunos otros ejemplos de transformaciones pacíficas en otras latitudes. Seguramente mis superlativos obedecen a mi visión imbuida desde dentro. Pero es tanta la presión ideológica directa e indirecta y, están tan normalizadas las estupideces a las que nos lleva el capitalismo, que las personas, la mayor parte del tiempo, justifican y se justifican la presencia de esas conductas en su cotidianidad. Y eso, al final de cuentas, es llevado por ellos al quehacer diario del Estado.
Este ánimo del quinto aniversario sirva entonces para requerirnos a la breve reflexión de qué hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos. Porque tan sólo restan algunos días del breve año que continúa, para que nuevamente llegue la posibilidad y el reto de ratificar todo lo que hemos iniciado.
Gracias por todo Sr. Presidente. Gracias a todos. Gracias #pueblo