Apogeo y declive de El Siglo de las Luces
Voltaire (François-Marie Arouet. 1694-1778) ejerció gran influencia en sus contemporáneos y en la historia de las ideas políticas. En su “Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones” destaca la libertad y la igualdad de individuos y pueblos que viven sujetos a las leyes, ya que en ellas se fundamentan libertades, derechos, propiedad y protección ante la arbitrariedad y opresión del gobernante, ya que éste, al igual que nobles y pueblo, está bajo el imperio del Derecho. De lo contrario, advirtió, se encaminan a la revolución. Fue así precursor ideológico de la revolución de 1789, y desde ésta las que se fueron sucediendo a lo largo del siglo 19 y hasta entrado el siglo 20.
Para Touchard fue un pensador contradictorio, pero con una clara conciencia de la urgencia de reformas prácticas tanto de orden civil como penal y político, en las condiciones de extrema desigualdad, jerarquías sociales y servidumbre de su tiempo. Por ejemplo: “prohibición de las detenciones arbitrarias, supresión de la tortura y de la pena de muerte, abolición del procedimiento secreto, adecuación de las penas con los delitos, unidad de la legislación, supresión de las aduanas interiores, mejor percepción de los impuestos, eliminación de algunos derechos señoriales, garantía de la libertad de pensamiento y expresión” (Touchard).
Su pensamiento es el de “un propietario burgués”, poseedor de cuantiosa riqueza se opone a la igualdad, que considera natural, pero “quimérica” (“Le mondain”. El mundano, poema filosófico). Por el contrario, estima “beneficiosa la jerarquía de las clases sociales … [recomienda] abstenerse de la enseñanza a las clases populares … Cuando el populacho se mete a razonar, todo está perdido” (Carta a Étienne Noël Damlaville, filósofo y enciclopedista, abril 1, 1776). Consecuentemente, su idea de democracia era censitaria.
Crítico implacable de la religión, a la que califica de “superstición y fanatismo”, pero reconoce su utilidad social. Incluso afirmó “Si tenéis una aldea que gobernar, es necesario que posea una religión”. Empero distingue entre religión y clero: “hay que tener una religión y no creer a los sacerdotes” (Diccionario Filosófico). “El Dios de Voltaire es el de Newton, manifestado en la armonía de las esferas, Dios sensible a la inteligencia, no al corazón” (René Pomeau, 1917-2000. Citado por Touchard). Observa una correlación estrecha entre libertad y propiedad (Cartas Filosóficas), para cuya vigencia se requiere de un régimen fuerte.
Maire-Antoine-Nicolas de Caritat, Marques de Condorcet (1743- 1794) interpreta vida y pensamiento de Voltaire: “el modelo de un simple ciudadano que abarca en sus propósitos y en sus trabajos todos los intereses del hombre en todos los países y en todos los siglos, y que se alza contra todos los errores, contra todas las opresiones, que defiende y propaga todas las verdades humanas” (citado por Touchard).
“Los fisiócratas, más que Adam Smith, son los fundadores de la economía científica que sucedió al empirismo económico derivado del mercantilismo” (Salazar Mallén). Francisco Quesnay (1694-1774) identificó la ley natural como “la concurrencia de la ley física y la ley moral”. Aquélla es “el curso regulado de los acontecimientos físicos de orden natural”; en tanto ésta “es la regla de toda acción humana … conforme al orden físico más ventajoso para el género humano”. Todas las sociedades y todos los hombres están sometidos a “a estas leyes soberanas instituidas por el Ser Supremo” [afirmación con la cual reduce el valor científico de su obra]. De tal suerte que la ley positiva es inferior a la ley natural, por lo que “la acción del Estatal debe ser secundaria”, a fin de permitir que “las cosas fluyan espontáneamente, de un modo natural: dejar hacer, dejar pasar”. Dogma, desde entonces, de la libertad económica, la cual, empero, sin regulaciones sociales, reduce o elimina la libertad de quienes no son propietarios salvo de su fuerza de trabajo, y con ello impulsa desigualdades e injusticias.
Quesnay dispone de una jerarquía de clases en función de la propiedad: 1) la productiva (campesinos. “Hacen renacer por el cultivo del territorio las riquezas anuales del país”); 2) la propietaria (soberano, dueños, poseedores de tierras y los “diezmeros”); 3) la estéril (ciudadanos ocupados en oficios distintos a los agrícolas).
Mercier de la Riviére (1720-1793), discípulo de Quesnay, elabora una complicada argumentación acerca del “orden esencial de las sociedades” con el fin de “la felicidad y la multiplicación de los hombres”. Con ello quería decir, “la multiplicación de las producciones”, cuya abundancia lleva a la felicidad y a la mayor libertad para gozar de ellas”. [Libertad y posibilidad real, por supuesto, de los propietarios]. Concluye así que el derecho de propiedad es lo primero en la vida social, en cuyo “orden esencial”, las demás instituciones sociales son meras consecuencias. Fundamenta de tal manera el vínculo entre libertad y propiedad.
El utilitarismo político fue la culminación del Iluminismo, aunque bajo varias acepciones: 1) Voltaire: política del “sentido común” o “buen sentido”; 2) enciclopedistas: subordinación de política a economía; 3) fisiócratas: liberalismo económico y autoritarismo político; 4) maltusianismo liberal en Inglaterra; 5) Adam Smith y el “poder de las naciones”; 6) Touchard: el poder del Estado en manos de déspotas ilustrados.