Arábia: Melancólica película brasileña de carretera,

Arábia: Melancólica película brasileña de carretera,

Absorbente descubrimiento en el 38 Foro internacional de la Cineteca, la producción brasileña “Arábia” (2017, guion y dirección de Joäo Dumans y Alfonso Uchoa). Melancólica película de carretera, redención de una vida en el camino, memorial preparatorio en renuncia ante la impotencia del subsistir.

De un preludio donde quien será el protagonista cruza en el crepúsculo y salda su destino, en la expurgación de su hogar saldrán a la luz sus escritos, un diario nacido como tarea en la clase de teatro para reconocerse, remar en su pasado, depurar

“Arábia” surca en los avatares de Cristiano (Arístides De Sousa), los años de trajín fuera de su terruño, los recuerdos transcritos al papel. Por su propia voz los escuchamos en la lectura del adolescente André (Murilo Calán): su estancia en una cárcel, la huella lacrada, la valiosa amistad que hizo, los empleos que le fueron procurando.

A través de Cristiano se brega por una porción del Brasil, con la naturalidad para aceptar cualquier trabajo, practicar, ejercitarse, de albañil, recolector de mandarinas, cargador, en una empresa textil, en una fábrica. Jornalero multifuncional, sin arredrarse ante el despido, la falta de pago, la hosquedad, lo severo de las faenas.

Su obligada emigración es un parangón de quienes han de buscarse el sustento donde y cómo sea, en la soledad, los derroteros donde lo empujen los tráileres, y un viaje por un país inmenso, con la explotación del hombre por doquiera, los conflictos sindicales, la posibilidad de escapar y caer vencido.

Las palabras de Cristiano dan suplemento a lo visto y recuperado por su pluma, su perseverancia, ascensos, al reencuentro con el viejo amigo. Al cruce con una mujer, Ana (Renata Cabral), el cortejo, la tarde más feliz de su vida, en un parque de diversiones, con ella; la contrariedad cuando la dicha les pintaba el rostro.

El panorama pintado por los guionistas-directores es áspero, la curva que lleva del delito juvenil a una peregrinación sin reposo; la perspectiva del asentamiento con una pareja casi ideal; los daños materiales y físicos de la ruptura; el penúltimo trecho, la desesperanza que sentimos en su voz y su figura.

La figuración teatral es el rincón del que Cristiano sacará lo fructífero de su éxodo, la recapitulación de lo capital que ha sido Ana, las cartas promisorias y agoreras. Y de pronto, enmarcado por el fuego de la factoría, de la armazón metálica, el martillazo definitivo preludiado por el silencio, por la falta de sonidos, acabadamente visible.

El vínculo cifrado de André con Cristiano suspende la cuerda de una vida, de un marginal que atrapó el aliento, y en un tris de la gracia completa; un relato escudriñador encomendado a ese joven al cual nunca conoció. Una ruta finiquitada a miles de kilómetros de su punto de partida, André de la misma edad que Cristiano entonces.

 

Leopoldo Villarello Cervantes

Leopoldo Villarello Cervantes

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