El difícil tema del consumode alimentos de origen animal (1).

El difícil tema del consumode alimentos de origen animal (1).

A diferencia de los carnívoros estrictos, como los felinos, la especie humana omnívora no depende exclusivamente de la carne o de proteína de origen animal para sobrevivir. Los humanos pueden prosperar con dietas basadas exclusivamente en plantas. Entonces ¿qué ha sucedido con nuestra evolución y dieta?

Los primeros vestigios de cacerías se remontan a los albores de la humanidad, en el Paleolítico, hace entre 2,5 millones y

10.000 años. Durante este período, los seres humanos eran cazadores-recolectores y dependían de la caza, la pesca y la recolección de plantas para sobrevivir. Esto se basa en diversos vestigios como herramientas de caza primitivas, restos de animales cazados, pinturas rupestres, sitios de caza colectiva y trampas primitivas.

Por otro lado, el consumo de proteína animal tuvo un impacto significativo en el desarrollo cerebral de los primeros homínidos. Este cambio alimenticio, que comenzó hace aproximadamente 2 millones de años, jugó un papel crucial en la evolución del cerebro humano. La razón de esto fue por un mayor aporte energético, la presencia de nutrientes esenciales para el cerebro como ácidos grasos esenciales, hierro, zinc y vitamina B12. El cambio en la dieta y adaptación fisiológica permitió además que los ancestros humanos redujeran el tamaño y la energía dedicada al sistema digestivo. Según la «hipótesis del intercambio energético», este ahorro permitió redirigir recursos metabólicos.

En otro sentido la obtención de carne mediante la caza promovió comportamientos sociales más complejos, como la cooperación, la división del trabajo y el uso de herramientas lo que impulsó el desarrollo de habilidades cognitivas avanzadas, como la planificación, la comunicación y la resolución de problemas.

Además, la carne es más fácil de digerir y masticar que muchas plantas crudas. Este cambio dietético permitió a los humanos dedicar menos tiempo a la alimentación y más tiempo a otras actividades como la innovación tecnológica y social.

Estos hallazgos están respaldados por diversas evidencias científicas como estudios en antropología, biología evolutiva y nutrición.

Actualmente está bastante documentado que la falta de nutrición, especialmente durante etapas críticas del desarrollo, puede causar trastornos cerebrales y afectar de manera significativa el funcionamiento cognitivo y neurológico. Esto se debe a que el cerebro requiere una amplia variedad de nutrientes para desarrollarse y funcionar correctamente.

Así el desarrollo cerebral, tanto en etapas tempranas como en la edad adulta, depende de una amplia variedad de nutrientes esenciales. Estos nutrientes apoyan el crecimiento, la maduración y el funcionamiento adecuado del cerebro, y su carencia puede afectar gravemente las funciones cognitivas, la memoria, el aprendizaje y la salud mental.

Los nutrientes esenciales para el buen funcionamiento cerebral son: ácidos grasos omega-3 (DHA y EPA) proveniente de pescado o diversas semillas; aminoácidos esenciales proveniente de carne o lentejas, tofu o frutos secos; carbohidratos proveniente de frutas, verduras, cereales integrales; vitaminas del complejo B y diversos minerales proveniente de carnes o diversos vegetales y colina proveniente de huevo o el tofu, la soya, los garbanzos, las semillas de chía y las coles de Bruselas que son buenas fuentes vegetales de colina.

A lo largo de la historia, la carne fue una parte fundamental de las dietas de diversas culturas, el consumo de carne comenzó como una práctica local de subsistencia, pero su transformación en lo que es hoy, la comercialización de la carne como un negocio a gran escala, se dio principalmente en los últimos siglos, a partir de la Revolución Industrial.

A lo largo del siglo XIX y XX, gracias a la mecanización de mataderos industriales y la cadena de producción en línea, las mejoras en el transporte y la refrigeración, la expansión de ciudades, el aumento incesante de la población, los nuevos mercados y comercios, así como el crecimiento económico, hicieron que la carne se convirtiera en un producto accesible para muchas más personas, aunque la pregunta obligada es ¿realmente era necesario habiendo otras fuentes vegetales para la supervivencia?.

La producción a gran escala, el auge de la carne procesada, la industria del fast food, la globalización de la industria cárnica y las cadenas de suministro globales, han inducido cambios en los patrones de consumo de la población favoreciendo a un negocio multimillonario a costa de la vida y sufrimiento de millones y millones de animales aunado a los graves impactos ambientales que estamos padeciendo como la deforestación o las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por supuesto que hoy en día sabemos que tenemos alternativas vegetales a la carne como los champiñones y setas, la Yaca (Jaca), el Tofu, el Tempeh, el Seitán (carne de trigo), las legumbres (lentejas, garbanzos, frijoles, guisantes) y la carne vegetal a base de plantas (productos procesados) como el Beyond Meat, hecho principalmente a base de proteína de guisante, o el “Impossible Foods” que utiliza proteínas de soya y patata, además de un componente llamado «heme» (derivado de la soya) para imitar el sabor de la carne roja o el Tofurky, una marca popular que ofrece alternativas a la carne de pavo, como salchichas y «fiambres», todo hecho a base de soya y otros ingredientes vegetales.

Aun sabiendo todo esto, aunque el veganismo cómo opción de vida, solidaridad animal y alimentación ha ganado adeptos, sigue siendo minoría y aún tiene muchos obstáculos que vencer empezando por las costumbres culturales y tradiciones alimentarias, e incluso la identidad cultural, social o normas sociales, la dependencia emocional de ciertos alimentos vinculados a recuerdos emocionales, familiares o sociales como sucede en navidad donde la matanza de animales tiende a incrementarse significativamente durante las festividades navideñas debido al aumento en la demanda de alimentos tradicionales que incluyen carne, pavo, cerdo, cordero y mariscos.

Otros obstáculos son la dificultad de acceso a la comida vegana, disponibilidad de alternativas, falta de conocimiento sobre nutrición vegana, diversos mitos y estigmas en torno al veganismo, como la idea de que es una dieta «restrictiva» o «poco nutritiva», lo cual puede hacer que muchas personas se resistan a adoptarla.

Aunado a esto, muchas personas están educadas para “disfrutar” del sabor, la textura y la versatilidad de la carne. Para algunos, la carne es una parte esencial de su experiencia gastronómica y es difícil reemplazarla completamente con alternativas vegetales mismas que no ofrecen la misma experiencia sensorial que la carne en términos de sabor, textura o satisfacción.

También hay una percepción de que la proteína animal es necesaria para el crecimiento, lo que produce temor sobre que una dieta vegana no proporcione todos los nutrientes necesarios, especialmente proteínas, hierro, calcio y vitamina B12. Aunque una dieta vegana bien planificada es completamente nutritiva, muchas personas no están seguras de cómo equilibrarla adecuadamente.

Al respecto, mucho de esto se ha fomentado por los medios de comunicación, la publicidad, figuras influyentes o hasta doctores que a menudo promueven el consumo de carne como parte de una dieta «saludable» o esencial para el crecimiento muscular y la energía, lo que refuerza la percepción de que la carne es indispensable para una buena salud.

Aunque contradictoriamente una recomendación frecuente a personas mayores por los médicos, es eliminar la carne roja de la dieta por sus efectos dañinos.

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Delicioso pozole vegano

En una sociedad educada a consumir alimentos de origen animal, la carne, huevos y lácteos, suelen ser más fáciles y rápidos de conseguir y preparar en comparación con algunas opciones veganas, que pueden requerir más tiempo de preparación y planificación. Y también, aunque la oferta de restaurantes veganos está creciendo, las opciones veganas aún no son tan amplias como la infraestructura alimentaria de opciones tradicionales que incluyen carne, pollo, pescado o productos lácteos.

Por supuesto que mucho de la resistencia al cambio de dieta se debe a la enorme influencia de los medios, al exceso de publicidad de productos cárnicos derivados del poder de la industria cárnica que ha producido sistemas alimentarios globales. La industria de la carne es una de las más grandes y poderosas del mundo. Esta industria está respaldada por fuertes inversiones económicas, políticas y lobbys que defienden y promueven el consumo de carne, dificultando los cambios a gran escala. A eso hay que sumar las subvenciones gubernamentales a la producción de carne, leche y otros productos animales lo que hace que estos productos sean más baratos y accesibles que las alternativas vegetales.

Sin embargo, según algunas cifras del Coneval (institución encargada en México de estudiar la pobreza), en los hogares con ingresos más bajos, el gasto en carne representa el 17.3% del total de los gastos en alimentos. En los hogares de clase alta y media alta, el consumo per cápita de carne es mayor que el promedio nacional y 36 de cada 100 personas en México en 2022, presentaban un ingreso mensual por persona insuficiente para adquirir una canasta alimentaria, así como bienes y servicios necesarios.

Evidentemente aún hay una falta de infraestructura para la agricultura vegana pues toca intereses multimillonarios donde la ganadería industrial está diseñada para producir carne, lácteos y otros productos de origen animal en grandes cantidades, sin importarles ni un ápice los humanos en condiciones de pobreza, la destrucción del planeta o el sufrimiento de billones, si leyó bien, billones de animales “sacrificados” cruelmente a diario.

Evidentemente la transición a un sistema vegano global implicaría una reestructuración masiva de la industria agrícola y ganadera, lo cual sería una tarea monumental sólo desde el punto de vista económico, social y político. Pero bien valdría la pena en cuanto a conservación ambiental, salud humana y por supuesto bienestar animal.

En definitiva, hay tendencia, en el ámbito Han Kang la premio nobel de literatura, escribió su mejor novela titulada “La vegetariana”; en cuanto al impacto ambiental, una dieta vegana puede ser más sostenible que una carnívora. Un informe de la ONU señala que una alimentación vegana podría ayudar a reducir el hambre, la escasez de combustible y los efectos del cambio climático (https://www.theguardian.com/environment/2010/jun/02/un-report-meat-free-diet). Quizá por eso

en Berkeley el pasado mes de noviembre, la ciudad californiana se convirtió en pionera al aprobar la primera prohibición de granjas industriales en Estados Unidos, demostrando al mundo que un futuro más sostenible y ético ¡sí es posible!

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Además, en cuanto a la salud, algunos estudios sugieren que la dieta vegana puede ser más saludable que la carnívora. Por ejemplo, un estudio encontró que los veganos estadounidenses y canadienses tenían una mortalidad 15% menor que los carnívoros.

Es un hecho que la humanidad empieza a cuestionar nuestra actual forma de sobrevivencia, debido a la brutalidad y salvajismo del maltrato hacia los animales “de consumo” durante todo el ciclo de producción y sacrificio de los mismos.

Además, existe para cada vez más personas, en especial de nuevas generaciones, una conexión emocional hacia los animales que reconocen la necesidad de abandonar el consumo de productos animales, aunque evidentemente implica una transformación psicológica importante y desafiante.

Conozco a muchos contemporáneos que incluso se dedican la producción de alimentos de origen animal, cuyos hijos y nietos son veganos. Por eso creo que hay una tendencia clara hacia cuestionar y rechazar nuestros hábitos de maltrato animal incluyendo nuestra alimentación basada en su vida y cuerpo.

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Se dice que, si los mataderos tuvieran paredes de cristal, nadie consumiría carne.

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Aunque en nuestra sociedad hidrocálida analfabeta hacia el maltrato animal, es increíble ver los altísimos niveles de falta de sensibilidad como por ejemplo, al exponer restos de animales en plena calle sin que aparentemente a nadie le cause conflicto alguno, sin embargo pregunto, ¿qué sucedería si los de la foto fueran restos humanos? La brutal insensibilidad imperante en nuestra sociedad es verdaderamente abrumadora.

Comprendo que falta mucho por hacer, existen grandes desafíos en la producción de alimentos vegetales a gran escala, pero ya las Universidades están creando un plan estratégico donde las necesidades nutricionales humanas exigirán una producción cada vez mayor de mejoras útiles para las plantas.

Es un hecho que los métodos de agricultura novedosos y de precisión pueden alterar drásticamente los agroecosistemas en favor de la sostenibilidad ambiental, una productividad prolongada y una transición alimentaria.

Todos estos avances tienen el potencial de mejorar la actividad económica, la salud y el bienestar de los todos los habitantes del planeta con los que coexistimos y convivimos.

Espero que la ética, la compasión, la cordura y las sostenibilidad ambiental imperen contra la situación actual de nuestro planeta, nuestro único hogar.

Ana Romo jaulericavida1@outlook.es

Ana Romo G
Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

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Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

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