El exterior y el interior
Hay algo de los otros pudiéndose en tu interior y en el mío.
Son los dictadores, los zurdos, los aspirantes a fascistas , los empresarios con su moral utilitaria absoluta, las mujeres que con su cuerpo imponen su estética como único criterio de belleza, los machirulos que creen que con su dinero el mundo está a sus pies y valen más que los demás, toda esta inmundicia es parte de tu pensamiento lo quieras o no.
Hay algo de falsedad en tus convicciones y en las mías. En la falta de duda, en suponer existen valores incuestionables.
Todo lo que juzgas abominable está en ti: la violencia, la lascivia, los siete pecados capitales, los nazis, el bolchevismo, el capitalismo, las peores insidias, los más bajos pensamientos; si leíste historia, sobre todo la del siglo XX, lo que llamabas alma se convirtió en un viejo amargado y enfermo que súplica exista nada después de morirse, y se dedica a buscar olvidar atrocidades.
Lo importante es saber sobre lo que el humano es capaz aunque supongas tu no eres esos humanos, y te sientas moralmente superior; para muchos el bien es el poder, la moral un disfraz, el olvido una regla. Mira a la gente entretenerse y aborrecer las lecturas históricas que hablan sólo de sufrimiento, mira como olvidan de lo que es capaz el hombre, cada generación puede hacerlo peor porque lo último que les importa es no repetir el pasado, lo que importa es disfrutar, entretenerse, ignorar.
La felicidad es el destino de los ignorantes porque saber y conocer implica salir del paraíso de la plenitud.
Lo que importa es saber que si a un bípedo con palabras le falta dignidad, a la especie entera le sobra retórica sobre su civilidad. Tu vida confortable es disonante con lo que te rodea, el significado no está en lo que consumes sino en lo que buscas aliviar, si no te importa el sufrimiento de los demás, no te extrañes que a nadie le importe lo que te duele y se convierte en angustia.
El dolor es tu destino, en medio de este circo de enajenados buscando su satisfacción, la humanidad solo es posible si se entiende que sólo existe progreso cuando el otro que nos resulta indiferente, puede considerarse sobrevive como un hombre. La humanidad no existe, el bien se fue a una cantina y engañó a la virtud con la conveniencia.
Los otros que detestas están en tus pensamientos, y a veces hasta en tus actos, toda la podredumbre de la humanidad está en ti, como un cáncer imbatible, leer libros de historia es leer libros de atrocidades, creer en utopías es olvidar que el hombre es el lobo del hombre.
Hasta imaginar duele.
El éxito es sentirse un humano perdido en el universo, la vida no designa un destino diferente para lo animado, lo que nos espera quizás no difiera del destino de las piedras, quizás Dios no nos conceda más dignidad que a las plantas o a los animales, y todo esto es producto de un narcisismo desmedido causado por el delirio de suponer nuestras palabras son la realidad y nos hacen superiores a otros seres.
No eres tú, no hay yo, es el otro. Es ese lenguaje que vive y habla por ti, son esos valores que supones son el bien y no cuestionas, es esa identidad que siempre resulta ser una imitación falsa y vaga, son esas ganas de entretenerse y no mirar al mundo, es tu aburrimiento mórbido riéndose de la miseria, son tus ansias ocultas de poder, es todo aquello que supones morirá contigo y nunca cambiará, es lo que aceptas, lo que niegas, lo que no dices, lo que ignoras. Si, el mundo es un desastre enfermo y nadie que lo refleje en su pensamiento, puede salvarse de la patología, después solo queda naufragar, crecer, enloquecer…
