Nuevo libro de Yolanda Padilla Rangel: Un solo movimiento. Peter Yang, cristiano – taoísta ejemplar
Reencuentro con Barcelona
Hubo varios motivos para estar nuevamente en Barcelona, España, una ciudad cosmopolita que nos marcó profundamente como familia hace 18 años, cuando decidí pasar mi año sabático en una de sus principales universidades. Yolanda Padilla, mi esposa y colega, había llegado un año antes para iniciar un segundo doctorado en la prestigiosa Universidad Pompeo Fabra, de la Unión Europea. Con ella, mis dos hijos y yo nos encontramos para iniciar una maravillosa aventura familiar. Tuvimos la fortuna de tejer vínculos de amistad con personas de profunda raíz catalana, que ahora valoramos como un tesoro muy valioso en nuestra vida. A mis dos hijos aquella experiencia los marco para siempre, sobre todo a mi hija Sofía, quien decidió finalizar allá su licenciatura y se encontró a joven con quien se casó y ya tienen dos hijos.
Ahora, en la primavera de 2023, regresamos a esta Ciudad Condal para presenciar un importante evento familiar, para visitar a una pareja de amigos entrañables y para asistir a la presentación del nuevo libro de Yolanda: Un solo movimiento. Peter Yang, un taoísta cristiano, evento que tuvo lugar en la Basílica de Santa María del Pi, un templo monumental de estilo gótico, construido a finales del siglo XV.
Llegamos a la capital de la comunidad de Cataluña el 23 de abril, precisamente el día que de manera impresionante y original se celebra a Sant Jordi, una fiesta de marcado carácter popular, que reúne “cultura y romanticismo combinando la celebración del día del libro y del día de los enamorados”. Este día, como en otros años, los puestos para la venta de libros y rosas rojas inundaron muchas partes de la ciudad y de poblados de la región. Anteriormente, se estilaba que un hombre regalara una rosa a una mujer y ésta le correspondiera con un libro; pero con el tiempo, la venta y los regalos de libros y flores no necesariamente tienen que ver con un intercambio entre la pareja de enamorados.
No éramos turista, sino personas que se reencontraban con una ciudad que años atrás nos acogió y compartió su historia y su cultura. De ella supimos sobre su remoto pasado de conquista romana como también sobre ciertas raíces de aspiraciones independentistas en el presente; aprendimos sobre la vida y obra de los pintores Salvador Dalí, Joan Miró, Ramón Casas y Antoni Tapies; de escritores del medievo, como Ramon Llull, a los actuales, como Eduardo Mendoza; desde luego, en aquellos años visitamos el barrio de Joan Manuel Serrat y cantamos “Mediterráneo”; caminamos las callejuelas del Raval, el barrio Gótico y el Born, y entramos a plazas, jardines. museos y templos: desde los románicos a la popular e impresionante Basílica de la Sagrada Familia, de Antoni Gaudí.
En esta ocasión, esta ciudad era el contexto de un encuentro con personas cercanas, siendo un grupo de ellas las que asistieron a la presentación del libro de Yolanda, porque, en él se tocan temas que las involucran, incluso, también se publican testimonios sobre experiencias vitales al lado Peter Yang, sacerdote católico chino que llegó a Barcelona huyendo de la persecución del entonces presidente Mao Tse Tung.
El encuentro con Peter Yang.
El propósito del libro de Yolanda es presentar una gama de contenidos y formatos en torno al movimiento cultural y religioso que impulsó el “padre Peter”, como le llamaban, sobre todo en Barcelona y Aguascalientes. Se reconoce la personalidad y obra del padre Peter, aunque él mismo decía que cada persona tiene su propio camino. Yolanda lo expresa así: “el libro enfoca el sentido de algunas de sus enseñanzas, su misión y su legado, porque no hay que quedarse viendo el dedo del sabio que nos señala hacia la Sabiduría, sino ver más allá de dicho dedo”.
Es un libro de casi 500 páginas, escrito como una especie de calidoscopio, con muchas figuras y colores que se relacionan entre sí y se mueven armoniosamente. El libro lo escribe una persona, pero se da la palabra para que otras expongan sus ideas y opiniones. En el libro hay ensayos analíticos, notas acuciosas de un diario de campo, testimonios intensos, análisis inteligente de la Biblia y el Tao Te King y hasta interpretación de ideogramas chinos que Peter Yang realizó. De todo esto, me viene a la mente la palabra “sinfonía”.
Pero antes de continuar y para entender mejor su contenido, habrá que empezar por el principio, es decir, por el encuentro entre Yolanda y el sacerdote Peter, quien aparece en la foto de la portada en blanco y negro, ¿el Yin y el Yang? Ella justamente describe su experiencia diciendo que fue a estudiar temas de misticismo, inquietud que venía alimentando con lecturas y un curso en la Universidad Iberoamericana. Antes había publicado libros sobre la jerarquía eclesiástica, algunas órdenes religiosas de mujeres, cultura e identidad católica popular, hasta llegar a interesarse por temas de espiritualidad y misticismo.
Estando sola en Barcelona se dedicó a estudiar y estudiar. Así lo cuenta: “parecía un ratón de biblioteca, pues me la pasaba todo el día en la Hass. Así que decidí que tenía que hacer alguna actividad física. Buscó clases de Tai chi, ella había tenido un maestro en Aguascalientes que le recomendó a un sacerdote chino que vivía en Barcelona. Así llegó a un lugar nombrado hermosamente “Rincón del Silencio”. Su encuentro con Peter Yang lo comenta de la siguiente manera:
“Conocí al Padre Peter en la Catedral de Barcelona, en abril del año 2005. Me impresionó tanto, su silencio, su verticalidad, sus palabras de Verdad que sentí encontrar la guía, la Verdad, todo lo que andaba buscando, y comencé a tener otra perspectiva de todo lo que hacía, es decir, comencé a ver mi trabajo, la academia, mis clases, los libros, todo como perdiendo relevancia, como desdibujando su importancia en mi vida, y se convirtió en central el deseo de ir a misa todos los días, de escuchar a Peter, de disfrutar su Presencia de paz y tranquilidad, de hacer Tai chi y sentarme a respirar”.
Sin dejar sus estudios de doctorado, lo central en Yolanda comenzó a ser su transformación espiritual, que parecía una revolución. Luego se enteró de que Peter Yang encabezaba convivencias en ciudades dentro y fuera España, y comenzó a asistir. Según lo deja ver en el libro, eran extraordinarias convivencias con personas que tenían creencias e inquietudes comunes. Yolanda siempre tomaba notas en una especie de diario que también comparte en este libro. Su propósito es ofrecer su testimonio sobre Peter Yang “a los taichistas y otras personas que, aunque no lo conocieron en persona, puedan beneficiarse de su vida, su mensaje y su misión de unir Taoísmo con Cristianismo”.
La raíz de esta unión estaba en la educación religiosa que Peter tuvo desde su infancia, pues por el lado de su papá se practicaba el Taoísmo y la mamá era budista, pero cuando ella fallece estando Peter pequeño, éste es cuidado por dos tías católicas. Siendo joven decidió ingresar al seminario, pero siempre tuvo la inquietud de rescatar las enseñanzas taoístas que, según él, no contradicen el cristianismo, sino que lo complementan.
Historia de sincretismo religioso
Yolanda, como es investigadora acuciosa e inteligente, se puso a analizar esta unión Taoismo cristianismo y encontró que los procesos de hibridación cultural en la historia son importantes. Retomando aportaciones teóricas, entre otros, del Peter Burke, Yolanda retoma el concepto de criollización, que refiere a la convergencia de corrientes de pensamiento y la creación de una nueva. En realidad, dice Franz Cumon, las culturas nunca han sido puras. Y hay muchos casos históricos para demostrarlo.
Yolanda también se da a la tarea de analizar varios casos en los que hay hibridación religiosa, en particular analiza a sacerdotes híbridos que combinan en su persona dos tradiciones culturales diferentes, la oriental y la occidental. Inicia con Chögyam Trungpa Rimpoche, un lama tibetano que llegó a Boulder, Colorado, Estados Unidos, y entre sus proyectos creó la Universidad Naropa, que Yolanda visitó. Quedó tan asombrada y convencida de esta alternativa pedagógica, que difundió en ponencias y en un artículo.
Rimpoche fue reconocido como un tülku, que es un linaje de lamas tibetanos reencarnados: entre sus dos y cinco años vivió en un monasterio y ya joven tuvo educación en Inglaterra. Él creía que la mejor manera de instalar el budismo en occidente era con una aproximación secular. Ahora, miles de profesores en Estados Unidos ya están practicando la Educación Contemplativa, bajo ciertos principios enseñados por Rimpoche. Su organización sigue expandiéndose a otros lugares.
Yolanda analiza otros casos y señala que, aunque el Vaticano no ve bien este sincretismo, la realidad se impone y lo muestran experiencias, como las de otros sacerdotes híbridos, como Thoma Merton, Raimon Panikkar y Anthony de Mello. El primero fue un poeta y monje trapense que combino la tradición católica con la práctica de la meditación zen. Escribió “La montaña de los siete círculos”, en el cual no habla de teología, sino de su propia experiencia espiritual. En uno de sus escritos titulado Diario de Asia, afirmó: “Creo que, mediante la apertura al budismo, al hinduismo y a esas grandes tradiciones de Asia, nos colocamos ante una maravillosa oportunidad de aprender más sobre las potencialidades de nuestras propias tradiciones”.
Por su parte, Antony de Mello fue un sacerdote jesuita de la India que combinó la doctrina judeo-cristiana con el budismo. Sus escritos no fueron del todo aceptados por el Vaticano. El otro sacerdote híbrido fue Raimon Panikkar, cuyo padre era de la India y su madre catalana, por lo que supo relacionar sin problema alguno su raíces cristiana e hinduista. Al poco tiempo de ordenarse sacerdote fue a la India y a su regreso escribió: “Marché cristiano, me descubrí hindú y vuelvo budista, sin haber dejado de ser cristiano”. Otra experiencia es la del padre Willigis Jäger, monje benidictino alemán que aún vive.
En esta tradición de hibridación cultural Yolanda ubica la vida y pensamiento de Peter Yang. ¿Pero en qué consiste el cristianismo taoísta? El libro de Yolanda hace un análisis minucioso de los principios de cristianismo y el taoísmo, retomando las enseñanzas del Tao Te King y de la Biblia, como libros sagrados y de sabiduría. Es complicado describir en pocas y sencillas palabras sus tesis. Vale decir, por lo pronto, que en Peter no había duda de su catolicismo, para él la creencia en Jesucristo era central, pues en el vértice de su propuesta está la creencia en la frase evangélica expresada por Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí”. El Tao, que es innombrable, evoca lo natural, que no siempre es expresado en la tradición cristiana. El taoísmo es el Tao, que significa Camino, vía, sendero, y enseña a las personas la modestia, la armonía, la sabiduría, la plenitud…
Al respecto, Yolanda escribe: “Peter hablaba siempre del Espíritu, de la Vida, de la Verdad. No había yo escuchado hablar a alguien como él, no desde la Filosofía o la Teología, sino desde su experiencia real y concreta, clara y directamente. Peter siempre jugaba con las palabras, tenía un sentido del humor bastante agudo, me hacía sonreír, y hacía lo que quería con el idioma español, a pesar de ser él chino. Su lenguaje me parecía siempre metafórico”.
Testimonios: el cambio de vida radical
Hay mucho que comentar del libro, pero, por su especialidad, me es imposible abordar los temas como quisiera; también, por razones de espacio, sólo señalo que me llamó la atención el impacto que tuvo la enseñanza y presencia cercana del padre Peter en varias personas. Hay un denominador común: varias de ellas mantenían un pasado de dificultades personales, existenciales, por decirlo de algún modo, y al encontrarse con Peter su vida les cambió radicalmente. Por ejemplo, Carlos Celma nos comparte en su testimonio:
“Yo era un caos, como persona, de confusión, de mis valores, en la fe, en mí mismo, y (fui cambiando) a raíz de un libro, el primer libro de Peter, Equilibrio y armonía para todas las edades… aquel libro lo leí toda la noche, lo leí todo seguido y me conmovió, me despertó algo, me hizo llegar a algo que tenía necesidad de ver…”.
Gracias a Teresita, Carlos tuvo una entrevista con el padre Peter, que lo impresionó mucho:
“Habló Peter y yo me petrifiqué, sudé, transpiré, me quedé inmóvil, y él iba hablando todo, como respondiendo todas mis preguntas, y al acabar me dice: ‘Mire, justamente este fin de semana 25 años de convivencia… venga, venga’. Y ahí me até y me apasioné con Peter y con el Tai chi”.
Su misma personalidad era especial. Por ejemplo, Carolina Reblet dice:
“Quedé seducida por su figura, llevaba sotana ‘china’, hasta los pies, y no había visto a un chino tan cerca en mi vida, y además ¡que hablara español!… presentí en ese momento a una persona saludable y sonriente, fuerte y tierno a la vez, consecuente, disciplinado… ¡Lo que yo necesitaba aprender!”.
Al principio, ella como mucho otros, fue a practicar Tai chi y tiempo después se enteró que, además de ser excelente maestro era sacerdote católico. Luego afirma categórica: “Después, se ha convertido en el guía de mi vida, y doy gracias a Dios por ello”. Más adelante, nos confiesa: “Vi fe en Peter”.
Algo parecido pasó con Edurne Oyanguren, quien en su testimonio se declara abiertamente “tocada” por el padre Peter. Comenta que después de una convivencia llegó a su departamento y se sintió “rara”. Textualmente, escribió: “Recuerdo que al poco tiempo pensé ‘Creo que Dios existe y que el sentido de la vida es que venimos de Dios y regresamos a Dios’ y desde ese momento me reconocí creyente”.
El testimonio de Tessa Llechá, con un toque literario, menciona: “1965: una niña de cuatro años cruza el portal de su casa, sus ojos se sorprenden con un señor con unos rasgos peculiares que nunca había visto”. Así inicia su testimonio. Fue un encuentro de vida compartida que duró hasta el fallecimiento del padre Peter. Él casó a Tessa y Carlos. Al final, ella escribe: “Tengo muchísimas anécdotas para contar con Peter, porque para mí Peter es resumir en una palabra lo que ha sido el Tai chi, el Fresquito – Calorcito y una filosofía de vida que me ha ido acompañando durante el trayecto de mi existencia”.
Cuando yo llegué con mis dos hijos a Barcelona, Yolanda llevaba un año y ya había vivido su experiencia fundamental con Peter y el grupo de taichista del Rincón del Silencio. Me sorprendió su cambio y la manera en que hablaba del padre Peter; inicialmente no la entendí y le dije que estaba exagerando. Recuerdo que, irresponsablemente, le comenté que me parecía que el grupo era una especie de secta. Ella insistía en explicarme que se trataba de un grupo en el que cada uno de sus integrantes asumía su propio camino y que lo que menos quería el padre Peter era asumir un liderazgo vertical.
Expresiones de ese cambio en Yolanda, la encuentro en esta afirmación: “Peter me ha ayudado a descubrir mi camino, para vivir y caminar de verdad. Nada que ver con el papeleo, parloteo, miedos y otras cosas con que solía llenar mi vida y que no sirven para nada”. “Peter me ha ayudado a iniciar un camino interior, podríamos decir, de espiritualización. No sé cómo explicar esto, porque este camino es único y tan diferente en cada persona, que sería difícil traducirlo a palabras, comunicarlo. Un taoísta tiene experiencia, pero no puede transmitirla, dice Peter, y tiene razón”.
Colofón: la presencia de Peter Yang en México
Por iniciativa de Yolanda y el apoyo de un grupo bien organizado, Peter Yang llegó a Aguascalientes, a una convivencia Tai Chi Zen Cristiano hace aproximadamente 15 años. Luego se realizaron otras y, como en las convivencias que se desarrollan dentro y fuera de España (han tenido lugar en Suiza, China, Austria, Alemania), en Aguascalientes se abrió un gran espacio para que un grupo de personas se concentrara por varios días en un especio con una dinámica muy especial, en la que hubo: “Movimiento, respiración, oración, tertulia, cantos, calentamiento, convivencia, comida caliente; animalitos que se suman, el amanecer, el atardecer, misa y rosario”.
En esta dinámica, el Tai chi es parte importante de la rutina diaria, no sólo como ejercicio físico y de beneficio para el cuerpo y la mente, sino también como parte de las actividades de espiritualidad del taoísmo cristiano (o cristianismo taoísta). De hecho, el padre Peter Yang señalaba que hacer Tai chi con una finalidad corporal y psicológica es bueno, pero es hacerlo de manera incompleta.
Por más de una década, el grupo taichista en Aguascalientes ha tenido ya prácticas de Tai chi y tertulias sobre contenidos de la Biblia y el Tao Te King en diferentes partes de la ciudad. Antes de la pandemia, tuvo una “convivencia” en un pueblo de Quintana Roo, con taichistas españoles. La experiencia fue muy importante y abrió las puertas para una próxima ocasión, con miras a seguir vivenciando una espiritualidad personal y compartida.