El frustrado proyecto de la calle Madero
A propósito del berenjenal que ocasionó la doble circulación en la calle 5 de mayo, recupero mi texto “La calle Madero”, publicado el 24 de septiembre de 2011 en el legendario Crisol Plural, a cargo del recordado camarada don Gus, amigo entrañable.
La entonces alcaldesa Lorena Martínez Rodríguez pretendía cerrar la avenida para hacerla peatonal. Va la historia de un dislate, por fortuna, fracasado:
A Samuel Robles Aguilar, hace diez días, en calidad de amigo y asesor de la Presidencia Municipal de Aguascalientes, le dije que el proyecto de hacer peatonal la calle Madero, por más sustento técnico, urbano, humano, costumbrista y demás cualidades que le hagan mostrarse reluciente, es controversial por naturaleza y genera turbulencia; le recordé que en otros trienios la propuesta fue abortada, como bien acredita la hemeroteca de aquella época.
La propuesta de mejorar siempre será vendible. No se requiere de alguna encuesta para saber que casi todos (y ‘todas’, agrego siguiendo los dictados de la moda) están a favor de la guapura del Centro que, supongo, lo de ‘Histórico’ se debe a mi nacimiento en la emblemática pero vapuleada zona.
Estoy a favor de una ciudad digna. Ofrezco cuatro comentarios:
Primero, la Secretaría de Obras Públicas municipal deberá considerar anualmente el dinero suficiente para darle mantenimiento constante y riguroso, como corresponde a toda obra de ingeniería. El gobierno suele olvidar esta obligación primaria, como es el caso Centro Histórico, abandonado, maltratado y sucio.
Segundo, en la irrebatible reflexión del maestro Román Revueltas respecto al ambulantaje: “Vivimos, curiosamente, en ciudades feas o, peor aún, afeadas por sus propios habitantes. La creación deliberada de espacios hermosos es una excepción en los planes de nuestros gobernantes pero cuando éstos logran edificar una plaza pública o un parque vagamente frondoso llegan de inmediato hordas de ocupantes alegremente dispuestos a instalar horrorosos puestos para venderle, a unos consumidores tan decididos a la compra como indiferentes al deterioro del paisaje urbano, sus baratijas ilegales” (Milenio Diario, 20/7/2011).
Tercero, si se trata de modernizar el ombligo de la aldea, entonces el gobierno municipal deberá embellecer los andadores de la zona, los pasajes Ortega y San Antonio; los alrededores del templo de San Diego y el Parían; las calles Unión, Rivero y Gutiérrez, 5 de Mayo y demás entorno; para ensamblar un Programa Integral de Regeneración Urbana del Centro Histórico, el espacio decoroso para la convivencia aguascalentense: parchar o remendar con obras aisladas no es la mejor opción.
Cuarto, cuidar los tiempos para alterar lo menos posible la vida diaria del centro. El gobierno es un pésimo administrador de las obras en construcción. Meses van, meses vienen, y la conclusión se vuelve un asunto infinito. La autoridad suele pretextar, cuando está por terminar la obra, la falta de recursos propios o ‘etiquetados’ que la Federación demora o manda a cuenta gotas y al final de la historia, el pagano de las interminables molestias es la población.
Independientemente de que la propuesta municipal llegue a puerto, se pude empezar con algunas medidas correctivas urgentes sin inversión de por medio: No más tianguis. Expos callejeras. Comercios establecidos invadiendo la vía pública. Ambulantaje. Desorden urbano. Suciedad. Perversión de espacios comunes. No más diputados, ah no, esos pueden quedarse en la Plaza de la Patria, al fin, forman parte del ornato en su calidad de naturaleza muerta.
En cuanto al proyecto de la calle 5 de mayo, la gobernadora María Teresa Jiménez Esquivel advirtió que “no hay vuelta atrás, ya tomamos la decisión”, a pesar de la inconformidad de los vecinos y comerciantes de la zona.
De 2011 a 2023, 12 años después, nada cambia en la aldea, solo se modifica.
Porque alguien tiene que escribirlo: En lugar de pintarrajear el pavimento de la avenida Colosio y otras rúas, con las huellas de El Gigante de México, el gobierno estatal panista debería entregar al municipio de Aguascalientes el dinero del contribuyente para balizar los carriles de las calles y repintar con amarillo las guarniciones, los miles de topes, las murallas y los vados citadinos.
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Enhorabuena al maestro Arnoldo Cuéllar Ornelas, director del Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública, y banda que le acompañamos, por cruzar el fétido pantano sin manchar la vocación de escribir con la tinta de la libertad, de la honradez, del profesional y de la responsabilidad social.
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