Escuela de Robinsones de Jules Verne, parodia de un naufragio

Escuela de Robinsones de Jules Verne, parodia de un naufragio

Escuela de Robinsones (1882): Novela cómica  en la que abiertamente Jules Verne decide hacer una parodia que rinda tributo a la admiración que siente por Daniel Defoe y a su personaje Robinsón Crusoe. La historia narra las desafortunadas aventuras “cómicas» por muchos momentos de los personajes centrales.

Náufragos por accidente Godfrey joven heredero, sobrino de un rico hombre de capital norteamericano acompañado por T. Artelet (Tarlett), su profesor de baile y amigo, se ven envueltos en no pocas peripecias para sobrevivir, llegando desprovistos de casi todo para poder establecerse, hasta que encuentran un <<baúl almacén>> “inventario” que cuenta con cosas que a principio no se antojan puedan ser utilizadas para sobrevivir en una isla desierta. Además a diferencia de muchas de las narrativas del género de náufragos los protagonistas no cuentan con los restos del navío, mucho menos con artefactos que les faciliten las cosas, dejando a los protagonistas solos contra la naturaleza (elemento narrativo que por ausencia esta igual presente en “El señor de las Moscas” (1954) de William Golding).  

La historia está muy emparentada por proximidad a la narrada por Emilio Salgari en Robinsones Italianos (1862), aunque cuenta con elementos también de la novela La isla misteriosa (1875) y Dos años de Vacaciones (1888) de Jules Verne y algo de esbozos con el Tío Robinson que fuera publicada póstumamente bajo la firma de autor de Jules Verne en 1991, ya que originalmente no fue publicada en vida del novelista por diferencias creativas con el editor, por contar con elementos que se consideró en su momento no dignos de publicación (dimensión <<tiempo y espacio>> de la vida social de las palabras y las cosas).  

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La historia comienza describiendo una escena en una sala de remate en San Francisco, California. Ahí vendían una isla desierta frente a un gran grupo de hombres provenientes de distintas culturas, todos migrantes y representados por unidades culturales vigentes en el tiempo en el que Verne escribe su novela, por ejemplo, el mexicano es “hombre de sombrero ancho, sarape y muy propenso al estado de ebriedad”, el asiático chino que no se integra y se distingue del resto por sus principios culturales, el irlandés cómico entre otros asistentes en la subasta de esa isla en el Pacífico, hasta ese momento propiedad del gobierno de Estados Unidos, el cual garantiza todas las cuestiones legales sobre la propiedad del objeto en venta.   

La venta de la isla hecha por subasta se consuma  por un “duelo de dólares”; entre dos magnates comerciales que luchando con millones de dólares por el premio, Verne nos muestra cómo para él los capitales se enfrentan públicamente en guerras de orgullo basadas en el <<gasto suntuario>> y  <<despilfarro>> de objetos de valor buscado demostrar a los espectadores “el poder del capital”; que al igual que los nativos americanos de norteamérica y otros pueblos descritos por Marcel Mauss en Antropología y Sociología (1971) en su ensayo sobre “Los Dones, motivo y formas del cambio en las sociedades primitivas” el cual retoma como referencia Maurice Godelier para elaborar su libro El enigma del don (1998). Los individuos demandan el <<reconocimiento>> de sus personas en relación a los otros al tiempo que se <<<distinguen>> y separan de ellos;  con ello esperan y desean establecer relaciones de dominación o subordinación con  otros generando <<poder>> y <<respeto>> hacia sus personas. Una forma de lograrlo a lo largo de la historia de la humanidad ha sido mediante la teatralización del <<poder económico>>, en forma de <<despilfarro>> o <<gasto suntuario>> para demostrar al grupo la capacidad económica del sujeto y con ello al mismo tiempo intimidar a los otros con su poder adquisitivo, que bajo las reglas de la teatralización, los sujetos que observan interpretan la capacidad del sujeto que tiene como actor, estableciendo parámetros de medición en relación a los “otros” y “nosotros” en reglas de semejanza para medir el éxito económico que le permite el despilfarro de objetos de valor como si fueran baratijas para él. Ante estos tipos de <<gastos y fiestas suntuarias>>, el sujeto sobrepone a otros relaciones de subordinación y con ello la capacidad de mandar “sobre el otro” que se puede traducir  en <<poder>> político, económico o social por separado, en combinación o en suma de todos los campos en beneficio del actor poseedor del recurso <<gastado>> y traducido en “prestigio” y “reconocimiento social”.

Al tiempo que se realiza la subasta Verne nos presenta al primer protagonista de la historia de nombre Godfrey, joven que por su posición económica está en edad para poder casarse, pero por su propia reconstrucción de su persona que “<<él yo que cree él que es>>”, tiene introyectado no tener la experiencia de vida suficiente para el compromiso, por lo que desea realizar viajes fuera de su natal San Francisco para lograr con ello “madurar”; y porqué no por un tiempo convertirse en un “Robinson”.

Tartelett profesor de baile y de modales, para Verne son cualidades que lo podrían hacer “parecer francés” (imaginario social sobre el estigma impuesto en la época para representar a los franceses  que viven en el extranjero, principalmente a los radicados en Norteamérica, a quienes por cuya ascendencia se les relaciona con las “artes y los modales”), aunque en realidad es norteamericano. Mayor de 45 años se siente “incapaz de satisfacer una mujer”. Tartelett al ser sirviente del tío de Godfrey, fue seleccionado por éste para que acompañara en un viaje a Godfrey por el Pacífico hacia Europa. En situación de subordinación económica Tartelett acepta acompañar al joven, ya que a juicio del tío de Godfrey, con su influencia de su sobrino en el viaje podría adquirir la “madurez” requerida para que pueda ya sentar cabeza y rumbo su vida, bajo el sacramento del matrimonio próximo al finalizar el viaje.

Con transporte arreglado y todo los gastos pagados por William W Kolderup tío de Godfrey, este último se disponía a realizar un viaje como “príncipe heredero” de una corona poderosa, contando para ello el servicio de los “súbditos” (empleados) del poder económico de la familia. Verne da cuenta de un nuevo imaginario que observa: el cambio del poder y hábitos de consumo de la clase política de la nobleza que es sustituida por la pujante clase burguesa que basa su poder económico en el modelo de producción capitalista que al tiempo se enfrenta al poder político que sustenta el modelo feudal.

Verne muestra la “unidad cultural del racismo” de la burguesía norteamericana que  no pierde oportunidad para demostrarlo contra los descendientes de pueblos asiáticos, a los cuales aceptan siempre y cuando sea obedientes, acepte ser sirvientes del poder económico en tareas domésticas y no traten de sublevarse o mezclarse con los descendientes de europeos blancos. Por esta última relación el autor nos muestra las formas de racismo existentes en E.E. U.U., en el siglo XIX, misma forma de trato que se le impone al latinoamericano y nativo americano, aunque al descendiente de africanos su posición de subordinación es aún más delicada a pesar de haber ya pasado la guerra de secesión y la abolición de la esclavitud en la unión americana.

A días de embarcarse en en uno de los buques de la familia Godfrey y Tartelett “naufragan” encontrándose solos en una playa que no conocían, como buenos burgueses sus pensamientos se dirigieron en pensar dónde encontrar las comodidades conocidas sin darse cuenta que se estaban  en una “isla desierta, siendo una gran sorpresa para los dos cuando se dan cuenta que se han convertido en Robinsones.

Godfrey descubre los animales domésticos de los cuales presumen son los transportados en el mismo buque que ellos se alzaron al mar, descubriendo junto con Tartelett poco tiempo después que no contaban con fuego a lo cual los lleva a improvisar sus primeros intentos para obtenerlo, a lo que renunciaron para buscar una cueva que según la tradición literaria de Robinson todo buen náufrago tiene su cueva hogar. Ahí comienza la historia de cómo los dos sin ninguna gracia técnica o menos conocimiento para poder sobrevivir por su cuenta intentan sobrellevar su situación en espera de rescate.

Mucho del contenido de la trama se encuentra relacionado con la novela de Daniel Defoe que para las novelas emparentadas por el tema de náufragos suele ser la relación obligatoria de todos los Robinson Crusoe. “Banda de caníbales” y el rescate de un tercer compañero en la isla Carefinotu, quien se integra a la trama por su nombre pero que en la relación de semejanzas en forma de metáfora es el “Viernes” de la trama que nos ocupa, representando el papel del “buen salvaje” rescatado por los heroicos protagonistas.

Como novedad en Escuela de Robinsones de forma repentina fieras salvajes se integran a la historia, en todas ellas nuestros protagonistas con más susto que con audacia logran enfrentarlas. Osos, víboras, lagartos, leones, panteras interrumpen la pasividad de nuestros náufragos al punto que la trama en lugar de tornarse en una historia de acción y angustias por la sobrevivencia la narrativa se presenta en forma de comedia.

LLegado seis meses del “naufragio” las fieras aparecidas en la isla lograron sitiar a nuestros protagonistas en su campamento y refugio, subiendo a las ramas de altos árboles disponibles, un incendio provocado por las “fieras” consume su hogar y el árbol donde se encuentran guarecidos contra el ataque de las fieras. En ese instante Carefinotu, habla en un perfecto inglés y le anuncia a sus “rescatadores” que el tío Will debía de llegar a la isla para regresar a nuestros protagonistas a San Francisco.

Godfrey y Tartelett descubren las intenciones del tío Will de someter a su sobrino Godfrey a un ritual de iniciación, por medio de las desventuras de un Robinson para que pudiera convertirse en un hombre. Aún también aquí se encierra otra trama de venganza entre capitales rivales.

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Escuela de Robinsones

Novela de Julio Verne

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Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

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