Ética Liberal y dictadura de la minoría
La acepción moderna de la representación política consiste en “la posibilidad de controlar el poder político atribuido por parte de quien no puede ejercer el poder en persona”. (Cotta, Diccionario de Política, p. 1426)
Pese a que “el poder de vigilancia y control permite superar la contradicción entre democracia y gobierno representativo”, Flores Rentería (El gobierno representativo, UAM) concluye:
“… las tendencias oligárquicas son inherentes al gobierno representativo… El ejercicio de la propiedad real, o, mejor dicho, la libertad ejercida en el mercado, entroniza la desigualdad entre los ciudadanos. En materia económica, las relaciones entre los individuos son de completa desigualdad: una desigualdad que emana de la igualdad ante la ley… Los elementos democráticos se ven constantemente negados por la desigualdad en las propiedades y por la distribución de las riquezas producidas mediante la libre competencia y la división y especialización del trabajo que, según Sieyès, es el efecto y la causa del aumento de riquezas. Pero también es causa y efecto de una nueva desigualdad social basada en la igualdad de los hombres ante la ley…” (Pp. 15-16)
Empero, admite que
“La división y especialización del trabajo es el eje sobre el cual gira el desarrollo de los mercados nacionales e internacionales, sin ella es impensable la evolución científica y tecnológica de los Estados modernos. El crecimiento de los mercados trae consigo un incremento en la producción e innovaciones técnicas y tecnológicas, lo que permite la acumulación de una riqueza prácticamente ilimitada… El desarrollo del comercio cambia sustancialmente la naturaleza de los sistemas políticos y productivos. Una vez que éste se presenta, la producción no tiene ya como finalidad primordial satisfacer las necesidades de la comunidad y buscar la autosuficiencia del Estado, sino satisfacer los requerimientos de los mercados, los cuales no siempre coinciden con las necesidades de la comunidad… El comercio se deja ver como un instrumento de dominación”. (P. 16)
Para Norberto Bobbio (El futuro de la democracia), existe disparidad –si no oposición— entre libertad e igualdad, democracia liberal y justicia. Explica que la democracia representativa –en los países con “cierto grado de civilización”— “es la consecuencia natural de un Estado que desee asegurar para sus ciudadanos el máximo de libertad” (Liberalismo y democracia. 1996. P. 75). Las clases pudientes, (cita a John S. Mill, Consideraciones sobre el gobierno representativo) han luchado contra “la dictadura de la mayoría”, no obstante, admiten –por no decir toleran—que “las clases populares” participen en las elecciones “con tal de que paguen una pequeña cuota. La participación en el voto tiene gran valor educativo: mediante la discusión pública el obrero … logra comprender la relación entre los acontecimientos lejanos [los de la nación, del Estado y del planeta, y, tal vez, la concentración de riqueza, de poder económico y poder político, supuestamente fuera del horizonte del ciudadano de a pie, supongo a eso se refiere,] y su interés personal, y establecer relaciones con ciudadanos diferentes … convirtiéndose en miembro consciente de una gran comunidad” (p. 76)
Pero, Mill, temeroso, en efecto, de la “dictadura de la mayoría” ya que prefiere la dictadura de la minoría, “excluye del derecho de voto, además de los que están en bancarrota y los deudores fraudulentos, a los analfabetos … a los que viven de las limosnas de las parroquias”, bajo la opinión de que quien no paga impuestos no tiene derechos (p. 77). En esa misma línea de pensamiento contra la “dictadura de la mayoría”, propone el sistema de representación proporcional (idea, comenta Bobbio, tomada de Thomas Hare, 1806-1891), para asegurar la “representación adecuada de las minorías”, a fin de que una “minoría aguerrida” impida que la mayoría abuse del poder y evite que “la democracia se degrade” (p. 78). Por otra parte, Mill recomendó el derecho de voto no “a los más ricos sino a los más instruidos”. Lo cual no es sino Platón mezclado con utilitarismo y liberalismo burgués.
Bobbio cita a Mill en lo que califica “la esencia de la ética liberal” (p. 78): Ninguna comunidad ha progresado permanentemente sino aquella en la cual tuvo lugar un conflicto entre el poder del más fuerte y algunos poderes rivales; entre las autoridades espirituales y las temporales; entre las clases militares o territoriales y las trabajadoras: entre el rey y el pueblo; entre los ortodoxos y los reformadores religiosos. (Subrayado mío)
Es una forma, opino, de admitir la lucha de clases como “motor de la historia” enfatizada por Marx.