LAS EXPECTATIVAS DE LA CELAC

Se acaba de llevar a cabo en Tegucigalpa, Honduras, la Novena Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a la cual asistió brevemente la Presidenta mexicana y donde se pasó la estafeta del organismo de Xiomara Castro a Gustavo Petro, presidente de Colombia.
La Celac se constituyó el 23 de febrero del 2010 en Cancún y fue puesta en operación hasta el 3 de diciembre del 2011 en Venezuela, inicialmente con 33 representaciones gubernamentales. Ahora hay quienes critican a este organismo, como es el caso de Milei, presidente argentino, así como Bukele, de El Salvador, obviamente la parte conservadora del Continente y entregados a los Estados Unidos. Sin embargo, esta iniciativa no solo vive un periodo de consolidación, sino incluso (esa es mi opinión), como instancia alternativa de la OEA, que desde el principio se convirtió en instrumento para el trabajo sucio del gobierno de Washington.
Predomina en su seno quienes buscan la unidad y la integración regional, salvaguardando el respeto, la soberanía de los pueblos y la independencia de los mismos, principios que fueron trastocados en los hechos por parte de la OEA, de tal manera que en estas condiciones se remagnifica el valor y papel que podría jugar la Celac. El tiempo lo ha venido confirmando.
Con esta base, destaca la exhortación de la Presidenta mexicana en su intervención en Tegucigalpa, para mantener la región como una zona de paz, prosperidad y bienestar, relevante llamado,ahora, cuando se padece una andanada coercitiva por parte del gobierno de Washington, a cargo de Donald Trump. No es cuestión menor esta apreciación, en tiempos donde subsiste el inhumano bloqueo a Cuba y las acciones similares impuestas a Venezuela.
Pero también destaca la propuesta mexicana para llevar a cabo una Cumbre por el bienestar económico, para, como señala Claudia Sheinbaum Pardo, “hacer realidad la mayor integración económica regional sobre la base de la prosperidad compartida y el respeto a nuestras soberanías”.
Todo lo que se haga al respecto, abonará a la dignificación de los pueblos iberoamericanos, que reúnen 665 millones de personas, como se señaló en la Cumbre señalada, que tienen como punto común la lucha por la igualdad y equidad entre sus hombres y mujeres. Con grandes esfuerzos para buscar su superación democrática a partir de alternativas progresistas y de izquierda. En este sentido, esperemos que ello se pueda avanzar con el triunfo en Ecuador de Luisa González, postulada por el Movimiento Revolución Ciudadana, identificada con el expresidente Rafael Correa.
La Celac emergerá como una opción de unidad e integración regional, como representativa, siendo respetuosa del derecho internacional, cuestión que no sucede con nuestro vecino del norte, que trata de imponer su visión, al amparo de la bicentenariaDoctrina Monroe y el Destino Manifiesto.
En contrapartida, la Celac expresa el panamericanismo bolivariano y todo lo que representa la construcción y consolidación de la Patria Grande, que es Latinoamérica toda. Hay entonces expectativas promisorias, aún las intentonas de la derecha y la reacción por avanzar.