La madame atroz
[bctt tweet=»La ideología es una madame atroz que tiene trabajando como su prostituta a la humanidad entera, le paga a los humanos con fantasías sobre viajes y centros comerciales; promete llevarnos de compras y nos deja dormir. » username=»crisolhoy»]
«Estoy escribiendo y esa es mi manera de llorar.»
José Revueltas.
Los bípedos de espíritu atrofiado vamos de prisa a nuestros trabajos, la aceleración va quitándonos lo poco que nos queda de alegría sin que casi nadie lo sepa; el ritmo va llevándose la tranquilidad, acelerando las rutinas.
Si algo detestaba de Marx, era la interpretación sobre la esencia de la existencia humana; el trabajo, yo estaba con el romántico Thoreau y sus paseos por el bosque, el trabajo era el demonio del capitalismo inclusive, el consumo desenfrenado, la destrucción de la especie a causa de la depredación de los recursos.
Mi ciudad es una granja sobre la cual escribió Orwell antes de que muriera buscando un monasterio de soledad para apartarse de los bípedos. Aquí los animales producen algo que llaman trabajo, los animales tienen dos patas en lugar de cuatro, en las ciudades se produce algo particular, la destrucción de la tierra y la naturaleza para mantener las fantasías consumistas y acomodaticias de todos los bípedos, si, cada bípedo fantaseaba en resumen con consumir, buscar su comodidad y su placer. El hombre es un animal de fantasías.
La ideología es una madame atroz que tiene trabajando como su prostituta a la humanidad entera, le paga a los humanos con fantasías sobre viajes y centros comerciales; promete llevarnos de compras y nos deja dormir.
Pero todo el resto del tiempo debemos trabajar para la ideología, para la atroz madame, ella nos advierte que el mundo sin trabajo es salvaje, imposible, nos hace saber la necesidad de su tiranía para con su prostituta humanidad.
Y así, mañana tras mañana, los autobuses van llenos, los autos finos son acelerados en el ingente tránsito de vehículos más destartalados, todos tienen prisa para olvidar el ser, todos quieren ser buenos y exitosos conforme la moral trabajadora de estos tiempos; todo mundo va con invisible sumisión moviéndose a causa a de las fantasías que desata en el bípedo, el papel moneda.