LA MALDICIÓN DE LA VIDA: OTRA VEZ EL TIEMPO Cuento diabólico

LA MALDICIÓN DE LA VIDA: OTRA VEZ EL TIEMPO Cuento diabólico

“Ten cuidado con lo que pides; Puede hacerse realidad”

Damián era un tipo poco común; parco en sentimientos y emociones, hábil para negociar y salirse siempre con la suya, profundamente egoísta y avaro, y manipulador como el que más. No tenía amigos; tenía socios que servían a sus intereses, y cuando ya no le eran útiles, los desechaba sin ningún miramiento. ¿Familia? No, desde luego que no; nunca hubo mujer que le pareciera digna de él. A sus treinta y tantos años había amasado una fortuna más que considerable que no gastaba ni en él mismo. Se movía en un auto compacto del que había tomado posesión en un embargo, y del que si no fuera por lo destartalado, se diría que era de colección. Su ropa, siempre limpia eso sí, revelaba a ojos vista que no gastaba en ella sino unos cuantos centavos. Su menuda figura hacía pensar que tampoco derrochaba en comida.

Un buen día, cuando revisaba sus estados de cuenta bancarios se percató de que el dinero que había atesorado no alcanzaría a gastarlo en una vida, y la sola idea de que cualquier hijo de vecino, institución o el Gobierno se quedaran con ella a su muerte, le empezó a escocer el alma, o lo que fuera que tuviera en lugar de ella.

Por más que trataba de desechar la idea, ésta iba creciendo día con día, hasta el punto de no dejarle ya dormir. Apenas conseguía unos minutos de sueño cuando destellaba en su mente la duda sobre quién sería el infeliz que se iría a quedar con su dinero. Lo paradójico del asunto es que a medida que la angustia por el tema crecía, también luchaba por tener más y más dinero, y su avaricia también medraba.

Una de aquellas noches de insomnio, le pareció ver cómo un ser extraño entraba en su recámara y comenzaba a hablarle.

–¿Por qué dejar que tu dinero vaya a parar en manos de quien nada hizo para merecerlo? Si tú quieres, yo puedo hacer que vivas 200 años más para que tú y sólo tú gastes el dinero que tan bien mereces. Este es el trato: tú acabas de cederme tu alma, que tanto te has esforzado por darme, y yo te prometo que, pase lo que pase, tendrás vida por otros 200 años.

–¿Pase lo que pase?

–Así es; nada ni nadie podrá quitarte la vida en ese lapso. Tiempo de sobra para que protejas tu dinero y lo gastes a tu antojo.

–¿Cuál es la trampa?

–¿Trampa? ¡Ninguna! Yo únicamente me aseguro de guardar para mí esa “cosa” que de todas maneras tú no utilizas, y para ti, a cambio, hay ese extra de tiempo que tanto has deseado en los últimos días. Es fácil.

–¿Y qué tengo que hacer?

¡Nada! Sólo estar de acuerdo.

–Está bien. Acepto.

–Te veo en 200 años… ¡Ten paciencia!

Damián despertó sobresaltado y con la cara sudorosa. Se levantó y fue a mojarse un poco la cara. Revisó muy bien todo el recinto, pero no encontró nada fuera de lo normal, acaso un tufo a azufre muy leve. Se sentó en la cama y comenzó a analizar la situación. Luego de meditar por un largo rato, llegó a la conclusión de que todo habría sido un sueño.

Han pasado 3 semanas desde aquella noche y Damián casi no lo recuerda ya. El semáforo señala ‘alto’, y Damián detiene el auto. Tres segundos después es embestido por un tracto camión a gran velocidad cuyo conductor pierde el control.

El médico de urgencias a punto de terminar su turno, comenta al colega que ha de relevarlo:

–El caso más serio es el de la cama 3. No sé cómo ha resistido el golpe. Está materialmente hecho pedazos y no tiene posibilidades de sobrevivencia; le hemos administrado altas dosis de morfina, pero nada parece calmar sus dolores. Es natural, de hecho no debía estar vivo. Pobre, está sufriendo lo indecible, por suerte su agonía no puede durar mucho… pronto morirá, estoy seguro.

Si el doctor supiera…

 

Jesús Consuelo Tamayo

Estudió la carrera de música en el Conservatorio Las Rosas, en Morelia. Ejerce la docencia desde 1980 Dirigió el Coro de Cámara Aguascalientes desde 1982, hasta su disolución, el año 2003. Fue Coordinador de la Escuela Profesional Vespertina, del Centro de Estudios musicales Manuel M. Ponce de 1988 a 1990. Ha compuesto piezas musicales, y realizado innumerables arreglos corales e instrumentales. Ha escrito los siguientes libros: Reflejos, poesía (2000); Poesía Concertante, (2001); Guillotinas, poesía (2002); A lápiz, poesía (2004); Renuevos de sombra, poesía (inédito); Detective por error y otro cuentos (2005); Más cuentos (inédito); Bernardo a través del espejo, teatro (2006); Tarde de toros, poesía (2013).

Jesús Consuelo Tamayo

Estudió la carrera de música en el Conservatorio Las Rosas, en Morelia. Ejerce la docencia desde 1980 Dirigió el Coro de Cámara Aguascalientes desde 1982, hasta su disolución, el año 2003. Fue Coordinador de la Escuela Profesional Vespertina, del Centro de Estudios musicales Manuel M. Ponce de 1988 a 1990. Ha compuesto piezas musicales, y realizado innumerables arreglos corales e instrumentales. Ha escrito los siguientes libros: Reflejos, poesía (2000); Poesía Concertante, (2001); Guillotinas, poesía (2002); A lápiz, poesía (2004); Renuevos de sombra, poesía (inédito); Detective por error y otro cuentos (2005); Más cuentos (inédito); Bernardo a través del espejo, teatro (2006); Tarde de toros, poesía (2013).

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