LA PONA, ENTRE LA IDEOLOGÍA Y LA RACIONALIDAD

LA PONA, ENTRE LA IDEOLOGÍA Y LA RACIONALIDAD

La Pona es una palabra que significa -y quizás simplifica engañosamente- demasiadas cosas en Aguascalientes: decenas de hectáreas, un parque público, una propiedad privada, una zona forestal protegida y otra deforestada que más sirve de basurero público que de otra cosa. Un nombre que muchos ubicamos y algunos manipulan por la engañosa referencia homónima al parque del que guardamos entrañables recuerdos de infancia, pero que, en realidad, pocos conocemos en su verdadera complejidad, salvo cuando intereses, legítimos y espurios, lo utilizan como estandarte para manipular a la opinión pública. “Salvemos la Pona”, dicen, indiferenciando el hecho de que La Ponacomprende muchas hectáreas con diferentes realidades ecológicas. “Pulmón de Aguascalientes”, consignan, omitiendo que ese valor ecológico se circunscribe a un espacio concreto. “La Pona no se vende”, gritan, ignorando el hecho de que esta vendida desde hace más de 30 años. “Ecocidio”, señalan, ignorando que gran parte de la zona ya funciona como un basurero. “Capitalismo salvaje”, apuntan, sin considerar que las reglas y formas modernas del urbanismo buscan preservar el valor de las zonas verdes para capitalizarlas como plusvalía.

¿Significa esto que la propietaria o la desarrolladora puede hacer cualquier cosa? Por supuesto que no. Significa únicamente que la discusión pública debe ser ordenada y racionalizada desde la objetividad, y no desde la manipulación ideológica. Y es que la irracionalidadideológica, al desactivarse tras el momento de moda, sueledar lugar a lo que la teoría económica conoce como “la tragedia de los bienes comunales”, es decir a la falsa hipocresía de los supuestos bienes públicos que terminan degradados, puesto que -a la larga- a nadie realmente le importan. De hecho, una parte importante de La Pona ya es un basurero y un matorral abierto a toda clase dedelincuentes y malvivientes, realidad que es innegable. La expropiación es una opción, pero costaría más de 500 millones de pesos solo por el terreno, sin contar los recursos para mantener el espacio y evitar su degradación, un gasto insostenible según estudios municipales.

El 12 de noviembre de 2018, se publicó la declaratoria de 17.4 hectáreas de La Pona como Zona de Conservación Ecológica, tras un proyecto aprobado en cabildo el 20 de marzo de 2018, que identificó 37 hectáreas, de las cuales 31.4 son propiedad privada y 5.4 municipales. Los propietarios ofrecieron donar 11.4 hectáreas, el área de mayor valor ecológico con mezquites, huizaches y alta infiltración de agua, según estudios satelitales. Esta alternativa, razonable, no debe descartarse ideológicamente y merece consideración racional para garantizar la protección efectiva de la reserva. La donación, junto con las hectáreas municipales, conforma las 17.4 hectáreas protegidas, una solución conciliatoria ante la inviabilidad financiara que supondría comprar o expropiar la zona.

Aunque los derechos de propiedad no son absolutos si son muy importantes, pues una sociedad que no los respeta aleja inversiones y no prospera. Negar este principio soloperpetuara el abandono de espacios como La Pona. El interés púbico debe salvaguardarse, pero debe salvaguardarse y equilibrarse desde la racionalidad. En 2018 un amparo cuestionó la declaratoria por proteger solo 17.4 hectáreas, alegando vulneración al derecho al medio ambiente, pero fue desechado por falta de pruebas de afectación ambiental, evidenciando así la debilidad de las posturas ideológicassostenidas únicamente desde el activismo ideológico. Y es que los activistas profesionales -que lo mismo dicen querer salvar La Pona que ir contra las corridas de toros o promover el aborto- no son por lo general una buena referencia pública, pues sus posturas suelen siempre priorizar la ideología sobre los hechos, los datos y la racionalidad.

La discusión sobre el futuro urbano de La Pona debe ser técnica y racional, no ideológica ni interesada. Aguascalientes necesita áreas verdes, pero también estado de derecho, inversiones y urbanismo inteligente. La Pona no puede seguir siendo un símbolo manipulado ni un espacio degradado. Su futuro exige reconocer sus complejidades: zonas protegidas que deben conservarse, áreas degradadas que requieren intervención y propiedades privadas que demandan reglas claras. Solo con racionalidad y objetividad se transformará en un espacio que beneficie a todos, sin caerni en la hipocresía ideológica de los bienes comunales, donde lo supuestamente público siempre se degrada, ni en disputas estériles donde la ideología termine -irresponsablemente- por suplantar a la racionalidad…

Alan D Capetillo
Alan D Capetillo

Alan D Capetillo

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