TODO TIENE SU LÍMITE

Entiendo la actitud cauta y respetuosa del gobierno mexicano, particularmente de la Presidenta Claudia Sheinbaum, ante su homólogo norteamericano, aunque éste no actúe con reciprocidad y tiro por viaje falte el respeto a los mexicanos, nuestra soberanía y el derecho a la autodeterminación.
Lo acaba de hacer nuevamente al afirmar que, México hacía lo que él indicaba, que para la Presidenta solo correspondió afirmar que, en el país manda el pueblo, sin aludir a las groseras declaraciones de Donald Trump, el cual necesita una respuesta más contundente. No se quedó ahí, sino que habló de obediencia mexicana y siguió insistiendo que los miles de migrantes correspondían a asesinos, drogadictos y pandilleros. Con toda desfachatez recurre a la calificación y a la mentira.
El presidente norteamericano no ceja en sus pretensiones intervencionistas y le apuesta al debilitamiento del gobierno mexicano o a la presentación del menor resquicio posible por el cual meterse, para ya no salir, tal como el imperio le ha hecho en muchos países, donde por lo menos ha dejado bases militares y en algunos casos gobiernos a modo.
Trump hace lo suyo, sin importarle los demás, sin ética, respeto, solo el cumplimiento de sus objetivos e intereses, a costa de lo que sea. De ahí que en lo personal considere un error garrafal, haber tramitado y aceptado que un avión no tripulado norteamericano haya monitoreado una zona del Estado de México, presuntamente por cuestiones de seguridad pública.
Aunque no esté enteramente de acuerdo, es entendible la postura del gobierno mexicano, lo que es inadmisible es la anodina actitud de Morena y aliados, ante las bravatas de Trump, al no querer hacer una cosa distinta a la que haga o diga la Presidenta del país, cuando lo que se requería era y es la radicalización y la implementación de una campaña contra el presidente norteamericano.
El partido mayoritario persiste en ir a la cola y en actitud seguidista, con ello le hace el juego a esa oposición que incluso llama a apoyar posturas intervencionistas, como lo han mostrado algunos legisladores y dirigentes del PAN, para ya no referirnos a personajes como Eduardo Verástegui.
Es claro que Estados Unidos no cuida a su principal vendedor y comprador, le interesa el país y sus riquezas, no su pueblo ni su gobierno, su soberanía ni autodeterminación. Para Trump la cooperación es sujeción y supeditación, la entrega según sus intereses.
No son cuestiones menores entonces, los dichos del presidente norteamericano o de funcionarios de su gobierno, por ello no hay que minimizarlas. Le apuestan a la desestabilización y al debilitamiento del gobierno mexicano. Como el efecto de la gota continua y permanente que cae, le apuestan a que la roca se quiebre. Por qué tenemos que esperar a que eso ocurra. Deben haber sectores del país, mayoritarios, que se contrapongan con efectividad y contundencia.
Que el gobierno haga lo suyo, para el resto implica la denuncia, la lucha y la movilización, de esto se desprenden muchas cosas por hacer.