LA VIOLENCIA SOCIAL Y CRIMINALIDAD SOCIAL

LA VIOLENCIA SOCIAL Y CRIMINALIDAD SOCIAL

La violencia y criminalidad tristemente ya tiene décadas en nuestro país. He tratado de comprenderla puesto que es un hecho vital de nuestra reproducción social y sobrevivencia. En febrero del 2009, escribí al artículo que a continuación reproduzco. Naturalmente que, aunque es incompleto muestra que se trata de un sistema complejo, que casi todos los factores enunciados siguen presentes hoy día y que es absolutamente insuficiente con atacar a uno o dos de ellos, pues la violencia y criminalidad es compleja y resonante es decir los factores se retroalimentan en forma positiva de tal forma que el resultado total es mucho mayor que la suma de las partes. Estoy a favor de la asignación de recursos a jóvenes y a los que tienen edad madura. Estoy a favor de la descriminalización de la mariguana, aunque el comercio de ésta se tiene que reglamentar con mucha claridad. Pero no se puede concluir que con estos dos elementos se le dará un golpe fuerte a la criminalidad. El problema es mucho más complejo. Si no se comprende el problema, no se podrá atacar adecuadamente. No sé si el General Cienfuegos, sea culpable; pero sí he leído muchos trabajos que dan cuenta de que partes o miembros del ejército tienen participación con carteles; es indispensable investigarlo con mucha decisión y profundidad y castigar a los que resulten culpables. Pero aún esto sería, aunque loable, insuficiente, el sistema es complejo y requiere atención global. De ilusiones y buenas intenciones están empedrados los caminos al fracaso.

[bctt tweet=»La sociedad mexicana se hace cada vez más violenta. Los asaltos con distintos grados de virulencia se hacen cada vez más frecuentes» username=»crisolhoy»]

Estoy leyendo un libro muy interesante denominado “La muerte tiene permiso”, recopilado por el CIDE y por Javier Treviño Rangel Y Laura Helena Atusta Becerra, muy bueno y que contiene entrevistas y análisis sociales y antropológicos hechos con delincuentes. Aclara muchas cosas y muestra el proceso complejo del caso. De este libro me ocuparé el los próximos artículos.

Va la reflexión que escribí en febrero del 2009.  

La sociedad mexicana se hace cada vez más violenta. Los asaltos con distintos grados de virulencia se hacen cada vez más frecuentes.  El porcentaje de cada uno de nosotros que ha sido atacado directamente o ha resentido el ataque en un familiar cercano es escalofriantemente elevado. La violencia criminal es una de las peores lacras que azotan a nuestra sociedad en la actualidad.

    La sociedad mexicana está claramente llegando al límite de su tolerancia en lo que se refiere a la violencia social a la que se ve sometida. Este es un hecho grave, ya que en una situación como ésta puede ser presa de cualquier demagogo o de cualquier falsa salida, por ejemplo de tipo militar.

    UNA SOCIEDAD QUE SE DEGRADA

    Lo primero que debemos hacer es tomar conciencia de que en México no sólo vivimos un significativo grado de criminalidad sino que ésta, permanecerá durante buen tiempo e incluso, puede tener claras tendencias crecientes.

    La criminalidad que padecemos no es un azar, sino que es el producto de un deterioro persistente de los procesos sociales y éticos en que se fundamenta nuestra sociedad. A un proceso de desagregación social como el que vivimos, el sociólogo francés  E. Durkheim, le dio desde hace tiempo el nombre de «anomia».

    En México, algunos de los factores principales que en forma compleja se conjugan para dar lugar a la anomia que vivimos, son los siguientes:

    1.- Fragmentación social y carencia de trabajo. 

    La sociedad mexicana tiende a fragmentarse cada vez más. La riqueza se concentra en un sector muy pequeño de la población y la pobreza se generaliza. La polarización se ha acompañado de una reducción sensible de las clases medias. La pobreza acentuada no sólo implica la existencia de necesidades vitales insatisfechas que propician el robo sino que, el adelgazamiento de las clases medias, elimina al sector intermedio que juega un papel clave como instrumento de comunicación entre los polos y como amortiguador de los conflictos sociales. 

    A su vez, la caída brutal de condiciones de existencia de los sectores medios, conducen, a muchos de sus miembros, a lo que ellos viven como un terror de caer en la pobreza y por ende, a la búsqueda de cualquier acción (legal o ilegal), con tal de evitar la pobreza que ellos observan con horror.   

    2.- La crisis del estado.

    El estado es a la vez el resultado de un proceso de cohesión social nacional y un instrumento para mantener dicha cohesión. 

    El estado mexicano se encuentra en una profunda crisis. La corrupción ha llegado a niveles en que se impide el proceso de reproducción social y socava todas las bases éticas que dan sustento a la configuración de un cemento social. Cuando la cúspide dirigente es corrupta y cínica y, cuando la arbitrariedad suple al estado de derecho, es casi imposible establecer una ética social adecuada.

    3.- Carencia de centros simbólicos de referencia.

    Las viejas religiones dan cada vez una respuesta menos satisfactoria a las necesidades espirituales del mexicano contemporáneo. La religión católica está en crisis y los espacios vacíos que deja son ocupados por todo tipo de creencias viejas y nuevas. La presencia de nuevas creencias nos conduce a una pluridimencionalidad a la que no se está acostumbrado y conlleva a la inexistencia de centros de referencia ética claros y socialmente aceptables.

    La aparición de una pluralidad de centros de referencia éticos, cada uno de los cuales tiene poca fuerza social, ha conducido a la existencia de un mexicano que, cada vez pierde más sus puntos de apoyo, sus referencias éticas, sus centros de fuerza moral. El mexicano actual es cada vez más, un hombre descentrado y que tiende a confundirse y perderse en la formación de su ética, tanto en lo social como en lo personal.

    Un ser descentrado e integrado a una sociedad polarizada y fragmentada y en la que se vive una crisis de estado, es un ser cuya propensión a la criminalidad es creciente.

    4.- Criminalidad en el estado y la policía. El narcotráfico.

    No sólo se vive una crisis de estado, también vivimos una crisis de las instituciones de estado, principalmente de las encargadas de vigilar el orden y de implementar la justicia.

    Agrégase a esto, la presencia cada vez más fuerte de una criminalidad ligada al narcotráfico que impulsa y acelera la corrupción de personas, instituciones y procesos sociales. El aumento en el consumo de droga es otro factor de descomposición social.

    5.- El nuevo individualismo.

    El individualismo no necesariamente conduce a una degradación social. En la historia social han existido muchos tipos de individualismo que son congruentes con la formación de cementos sociales sólidos; sin embargo, el individualismo actual, tiende a chocar con la cohesión social.

    Hay dos factores que caracterizan al individualismo actual y que lo hacen contrario a la integración social, ellos son:  la religión del dinero y el egocentrismo.

    La religión del dinero no sólo conduce a creer que el único valor social sea el dinero y por lo tanto exhacerba las ansias para conseguirlo, sino que también hace ver a la carencia de riqueza como un mal absoluto que justifica cualquier tipo de acción con tal de evitar esa carencia. La criminalidad encuentra así, no sólo un campo fértil sino que, la propia religión del dinero, es un impulso a todo tipo de criminalidad económica. Por ejemplo en México, la actitud de muchos bancos y banqueros es tan destructiva en términos sociales, que la palabra criminalidad se les puede aplicar con toda corrección.

    El egocentrismo es una forma extrema del individualismo. El individualismo puede ser congruente con el respeto del otro pero, en el egocentrismo todo se ve, vive y valora en función de una sobrevaluación del yo, de tal forma que se suele tener un desprecio hacia el otro. Cuando se desprecia al otro, la criminalidad se facilita y se hace más intensa.

    6.- La carencia de un ambiente estable que hace estallar los problemas.

    Todos tenemos un grado mayor o menor de neurosis pero, cuando se vive en un ambiente social estable, todo el proceso social ayuda al individuo a controlar y a mantener su neurosis a bajos niveles. Lo contrario sucede cuando se vive en un ambiente social conflictivo e inestable, ahí la neurosis tiende a hacerse explosiva.

    La neurosis explosiva en una sociedad degradada tiende a desarrollar un comportamiento violento y criminal con mucha mayor facilidad, que en el caso de un ambiente estable y una sociedad integrada.

NECESIDAD CRECIENTE DE PROTECCIÓN SOCIAL.

    No es casualidad que vivamos una criminalidad creciente, este hecho es una simple consecuencia de la degradación social, de su fragmentación es decir, de su anomia.

    En la lucha contra la criminalidad son ampliamente insuficientes las puras medidas policíacas y sobre todo, en un país en donde la policía es también fuente de delito. El problema es mucho más grave y mientras no se ataque el problema social de fondo, el detener a un criminal es dejar únicamente, un hueco que rápidamente será llenado por otros.

    Ante estos hechos sociales verdaderamente preocupantes, lo peor que podemos hacer es autoimponernos una actitud de impotencia y decir «no hay nada que hacer».

    La descomposición social «anomia», conduce a la existencia de muchos tipos de criminales y de criminalidad. A manera de ejemplo, podemos distinguir el profesional, el enfermo mental, el aprendiz de delincuente y el necesitado socialmente. Es difícil defenderse del delincuente altamente profesionalizado, pero sí es factible lograr medidas efectivas contra los otros tipos de delincuencia.

    Es indispensable tomar conciencia que todo mecanismo de defensa implica cooperación y solidaridad de la parte de la ciudadanía. Se deben tomar todo tipo de precauciones individuales, pero hay que saber que la cooperación colectiva es indispensable.

    Lo fundamental es: mientras no contemos con un auténtico estado de derecho en donde la ley no se aplique a capricho del poderoso, mientras no dispongamos de una política económica que tienda a generar un crecimiento integrador de lo social y, mientras no se dé un fuerte golpe a todo tipo de corrupciones en las instituciones gubernamentales y judiciales, todo tipo de medidas puntuales como las que se han implementado en el DF, tendrán poca o nula incidencia.

Gracias. Continuaré.

Juan Castaingts Teillery.   Profesor Investigador UAM-I.

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

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