MARCHA ATRÁS A LA LEY GARROTE
[bctt tweet=»“Ley Garrote”, impulsada por el gobernador morenista de Tabasco, Adán Augusto López Hernández» username=»crisolhoy»]
En su momento manifesté mi desacuerdo con lo que se conoció como la “Ley Garrote”, impulsada por el gobernador morenista de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, implementada para cerrarle el paso a las movilizaciones sociales que pudiesen obstaculizar obras del naciente gobierno. En aquella ocasión manifesté no sólo que era anticonstitucional, sino que se presentaba como un negativo precedente para el nuevo gobierno que, en la letra decía que no era igual que sus antecesores.
López Obrador, a su estilo, manifestó en esa ocasión que era una cuestión local, pero en el fondo no manifestó una postura crítica, al contrario, abría la puerta para que las cosas se dieran por esa vía. Recientemente me recordó esa actitud como la ahora asumida en el caso de Salgado Macedonio, lo cual, no me cayó bien.
En realidad creo que su gobierno no vio mal la medida, no obstante que chocaba con su discurso, pues tendía a evitar que se dieran posibles bloqueos, particularmente en la construcción de la refinería de Dos Bocas, que tiene fechas fatales para llevarse a cabo.
Fuera como fuera, como ya señalamos, constituía un mal precedente para el gobierno (no sólo estatal sino también el federal), que se preciaba de diferenciarse de los anteriores, sin judicializar movimientos sociales y dirigentes políticos, menos aún perseguirlos. AMLO ha vuelto a recordarnos que aquella famosa frase tomada del mayo francés “Prohibido, prohibir”, en los hechos no era ni ha sido así (aunque no comparto las especulaciones de las salida de medios del sesentaochero reaccionario Ángel Verdugo), incluso se castigaría rigurosamente a quien cometiera algún ilícito, hasta con una pena de veinte años de prisión.
Consideraba que no se veía bien un gobierno que se preciaba ser diferentes a las anteriores administraciones, lo cual me parecía incongruente cuando mostraba condescendencia con los expresidentes y otros exfuncionarios del viejo régimen, cuando el Presidente reiteraba que su fuerte no era la venganza y que estaba de acuerdo con el perdón, aunque no olvidara lo que había pasado.
Pero ahora, afortunadamente la Suprema Corte de Justicia de la Nación, invalidó de manera parcial las reformas al Código Penal del estado de Tabasco y redimenciona el derecho a la protesta social, que es la que había quedado en entredicho por parte de un gobierno que, se supone es progresista.
Pudiese haber pasado el tema sin pena ni gloria, no obstante lo relevante del mismo y viniendo de un gobierno como el de Morena, primero, porque desde el principio se contuvieron ese tipo de acciones en Tabasco, aunque ello no haya ocurrido así en otros lugares de la República (quizá sólo en Huazca, Morelos y en Chihuahua con el problema del agua a repartir a Estados Unidos); segundo, porque la libertad de manifestación y movilización social, es un derecho presente en cualquier sociedad democrática. Así, era inadmisible que se hubiese mantenido en un gobierno que dice ser otra cosa.
En estas condiciones la Ley Garrote hubiese sido un rasgo contradictorio y negro para lo que supone representa Morena y sus gobiernos, no sólo federal sino estatales. Recordemos que en aquellos tiempos (en 2019) se daba además la intentona por alargar irregularmente el periodo de gobierno en Baja California, con la mirada condescendiente del presidente de la República. Afortunadamente esta intentona también fue parada por la Corte.
No son cuestiones menores, pues de haberse mantenido, se hubiese tapado la boca de López Obrador en su reiterada afirmación de que no son iguales a los neoliberales. Que bueno entonces que se haya dado marcha atrás, aunque fuera obligado por la Corte. Ello nos dice que, más allá de los dichos, mucho hay que hacer para cambiar realmente las cosas. En alguna colaboración anterior mencionaba que como la corrupción, hay que barrer de arriba hacia abajo el prevaleciente estilo del viejo régimen y suplir a aquellos funcionarios que actúan igual aunque se digan de izquierda. Los hay y muchos, más de los que nos imaginamos.
Estos acaban gobernando con un sentido individualista, sin darle el sentido social a una administración que debiera estar al servicio de la colectividad, de la comunidad. Si se requiere entonces una revolución de las conciencias, como insiste Eduardo Cervantes en su libro sobre la 4T y Morena.
Todo esto es lo que trae en el fondo una decisión afortunada de la Corte, en este caso, dando marcha atrás en la lesiva Ley Garrote en Tabasco.