Memorias de un chofer y su obispo (1)

Memorias de un chofer y su obispo (1)

Vamos a entrar al precioso mundo de la imaginación, y a jugar un poco con lo que fue, con lo que pudo haber sido y, desde luego, con lo que jamás podrá ser. Imaginemos una ciudad, cada uno puede poner el nombre que guste, en donde hay un Obispo bastante obeso, y permítame, amable lector, el insistir en esa característica, porque será importante para una de las historias escritas en este trabajo.

Para empezar, ubiquémonos en las décadas de los 60’ y 70’. Lo que aquí se narra, ocurrió… o no, durante esos años sin un orden determinado.

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Los personajes centrales son, por necesidad el rollizo obispo y su chofer, a quien llamaremos… don Eleuterio, por darle personalidad, y sería éste quien nos hace llegar sus vivencias al lado del señor obispo, al que don Eleuterio se refiere siempre como ‘el señor’.

EL RESORTITO

Es la mañana de un lunes cualquiera, y ya Eleuterio y un seminarista elegido para ser Familiar (una especie de secretario) del señor ese día, esperan que baje para iniciar un viaje pastoral por algunas de las parroquias foráneas de la diócesis. 

Don Eleuterio ve acercarse al señor obispo, y exclama entre molesto y desesperado al Familiar:

–¡Ay, no!, joven; ¡ya viene con sus chingaderas! (Sic)

–¡Vámonos, vámonos, vámonos!

Es el caso que al señor obispo le gustaba la ópera y solía llevar un cargamento algo importante de cintas (cassettes) para escucharlas en el toca-cintas del auto, aditamento que por entonces pocos coches tenían. Y la molestia del chofer no era por tener que pasar el día entero oyendo esa música, que ciertamente no era de su agrado, sino que el señor tenía la costumbre de jugar con el volumen del aparato. Es sabido que la ópera combina momentos en que la música es bastante fuerte y brillante, con momentos en donde apenas si se escuchan voces y orquesta. Entonces, le subía todo el volumen en los pianissimos para bajarle luego al llegar los fortes. En los viajes por carretera, el obispo gustaba de viajar en el asiento del copiloto y no en el asiento de atrás, lugar que sería ocupado por el Familiar.

Luego de un día intenso de labores yendo de un pueblo a otro, van ya de regreso a casa. Ha caído la noche, de esas en que la luna se resiste a salir, por lo que se puede calificar de una noche bastante oscura. Vienen por un camino secundario, y luego de todo el día de estar manipulando el botón de volumen del reproductor musical, en un momento de pianissimo, el señor sube todo el volumen, con tan mala suerte que justo en ese momento el botón decide una escapada estratégica, y brinca al piso del auto; casi de inmediato viene el forte y aquello era un infierno sonoro. El siguiente diálogo es a gritos, apenas audibles entre el tronante sonido operístico:

–¡Bájele, señor!

–¡Se salió el botón! ¡A ver, muchacho, busca allá atrás!

–¡Acá no hay nada!

–¡Bájele, señor!

–¡Es que se salió un resortito!

–¡¿Un qué?!

–¡Un resortito!

–¡No hay resortito! ¡Bájele!

–¡Pero falta el resortito!

–¡Bájele, señor!

–¡El resortito!

–¡BÁJELE!

Con absoluta desesperación, don Eleuterio saca de su pantalón su pañuelo, le sambute una punta de éste en el hueco que había dejado el botón fugitivo, y logra apagar el aparato.

Segundos después, el obispo sonriente le dice:

–¿Pero para qué lo apagaste? ¡Nomás le hubieras bajado!

Jesús Consuelo Tamayo

Estudió la carrera de música en el Conservatorio Las Rosas, en Morelia. Ejerce la docencia desde 1980 Dirigió el Coro de Cámara Aguascalientes desde 1982, hasta su disolución, el año 2003. Fue Coordinador de la Escuela Profesional Vespertina, del Centro de Estudios musicales Manuel M. Ponce de 1988 a 1990. Ha compuesto piezas musicales, y realizado innumerables arreglos corales e instrumentales. Ha escrito los siguientes libros: Reflejos, poesía (2000); Poesía Concertante, (2001); Guillotinas, poesía (2002); A lápiz, poesía (2004); Renuevos de sombra, poesía (inédito); Detective por error y otro cuentos (2005); Más cuentos (inédito); Bernardo a través del espejo, teatro (2006); Tarde de toros, poesía (2013).

Jesús Consuelo Tamayo

Estudió la carrera de música en el Conservatorio Las Rosas, en Morelia. Ejerce la docencia desde 1980 Dirigió el Coro de Cámara Aguascalientes desde 1982, hasta su disolución, el año 2003. Fue Coordinador de la Escuela Profesional Vespertina, del Centro de Estudios musicales Manuel M. Ponce de 1988 a 1990. Ha compuesto piezas musicales, y realizado innumerables arreglos corales e instrumentales. Ha escrito los siguientes libros: Reflejos, poesía (2000); Poesía Concertante, (2001); Guillotinas, poesía (2002); A lápiz, poesía (2004); Renuevos de sombra, poesía (inédito); Detective por error y otro cuentos (2005); Más cuentos (inédito); Bernardo a través del espejo, teatro (2006); Tarde de toros, poesía (2013).

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