Memorias de un Obispo (2): Carne con ladillas
CARNE CON LADILLAS
En otro de esos viajes pastorales habían llegado a un pueblo vecino, fuera del Estado pero perteneciente a la diócesis de este obispo, para presidir la misa episcopal que daba por terminadas las fiestas del Patrono del pueblo, y luego de la ceremonia vino la gran comilona. Ese día entre otros platillos tradicionales la gente del pueblo, y el obispo también, cómo no, daban cuenta de los tacos de carnitas de puerco uno tras otro.
Al ver que don Eleuterio no comía, el obispo le invita en repetidas ocasiones a servirse, pero el chofer reacio se niega una y otra vez. Hasta que…
[bctt tweet=»y el obispo también, cómo no, daban cuenta de los tacos de carnitas de puerco uno tras otro. » username=»crisolhoy»]
–¿Por qué no comes, joven? ¡Mira que ricas están las carnitas!
–No, señor; muchas gracias.
–Anda, mira que sabrosas están. ¿Por qué no comes?
–¡Pues porque tienen ladilla, señor! ¿Qué no ve?
–¡Eh! ¿Cómo que tienen ladilla?
–Pues sí, señor; vea (mostrando las visibles burbujas blancas en la carne), vea, toda la carne tiene ladillas.
–¡Pero cómo! (Encarando al párroco del lugar) ¿Pues qué me quieren matar? ¿Cómo me dan ladilla? ¡Dios mío! ¿Y ahora qué voy a hacer? ¡Vámonos, joven, vámonos!
Y en el camino de regreso, el señor obispo venía dormitando, y cada vez que despertaba:
–¿Pues qué me irá a pasar? ¡Comí ladilla!
–Pues nada, señor. Tanta gente que come ladilla todos los días.
–¡Me dieron ladilla! ¿Qué me va a pasar?
–Nada, señor. No se preocupe.
–¿Por qué no me dijiste?
–Pensé que usted había visto, señor.
–¡Me dieron ladilla!
Diálogo que se repitió con apenas ligeras variantes durante todo el camino, y cada persona que veían al llegar a la ciudad, hacía detener el vehículo para quejarse:
–¡Me dieron ladilla!
–Ay, pobre del señor obispo, ¿cómo fueron darle eso tan feo?
Otra gente, otra queja, y así cientos de veces.
Las lamentaciones y las conmiseraciones por la ingesta de tal alimento, se sucedieron por varios días, hasta que poco a poco se fue olvidando.
No; al señor obispo no le ocurrió nada. No hizo su aparición la cisticercosis.