“METAL LORDS” – NETFLIX Amistad, algo de sexo y Rock ‘n Roll.
Algo tiene el fenómeno de la mayoridad (“Coming of Age” dirían los gringos y algunos entes posmodernos aquí en México o el “Bildungsroman” alemán que define los años formativos de un personaje ficticio) que termina por cautivar la imaginación de creativos y espectadores dando cabida a numerosos relatos al respecto. Tal vez sea porque todos nosotros, habiendo atravesado ese pedregoso camino durante la pubertad e inicios de la adolescencia, comprendemos que el despojar nuestra consciencia de la infancia y ponernos en la piel de lo que seremos al crecer como un simulacro de la juventud y adultez es un paso riguroso –a veces doloroso- pero necesario en nuestro proceso evolutivo, sobre todo si formamos parte de las filas marginadas que en el cine se presta para el desarrollo de relatos más cautivadores y justo a esto le apuesta “Metal Lords”, producción de Netflix que logra universalizar su fondo utilizando los componentes básicos en la educación sensorial, intelectual y existencial de cualquiera: los amigos, el primer amor y la música. En el caso de ésta última será nada menos que el Heavy Metal, género que requiere cierta educación para generar su gusto pero que aquí funciona perfectamente como catalizador de alienación para nuestros personajes principales, dos chicos marginados que harán lo que sea por validar su gusto musical en un contexto preparatoriano complaciente.
Los jóvenes Adrian Greensmith y Jaeden Martell cumplen muy bien la encomienda de protagonizar este filme dirigido con frescura por Peter Sollett interpretando respectivamente a Hunter y Kevin, dos estudiantes de prepa que son excluidos de las actividades sociales estándar de dicho contexto e incluso abusados físicamente por los bullys del liceo debido a su preferencia e incluso devoción a la música metalera. Hunter es quien abandera el movimiento haciendo del Metal su estilo de vida llevando una vida de misantropía casi total debido a su ríspida relación con su padre y su incapacidad para relacionarse adecuadamente con otros muchachos con excepción de Kevin, un chico centrado, gentil y leal que siempre está al lado de Hunter como su baterista en lo que hasta ahora es un dueto metalera. Su ambición es la de ganar el inminente Duelo de Bandas a efectuarse en la escuela dentro de unas semanas pero su reducido grupo necesita de un integrante más para que funcione, así que Kevin decide reclutar a una estudiante de chelo llamada Emily (Isis Heinsworth) que tiene problemas para controlar sus emociones, estallando en ataques de ira incontrolable cuando algo le es adverso. La relación entre Kevin y Emily se estrecha mientras que Hunter percibe esto como el rompimiento de su banda, lo que acarreará conflictos entre los dos amigos que ponen en peligro su participación en el certamen.
Nada nuevo bajo el sol, pues ésta historia se ha contado muchas veces en varias películas que abordan el duro proceso del crecimiento de los jóvenes en circunstancias poco favorables pero aquí debo reconocer se revitaliza la fórmula gracias a las excelentes actuaciones del trío adolescente que lleva con brío la carga dramática y humorística, sobre todo Isis Heinsworth, toda una revelación que logra sacar mucho partido a su rol matizando los aspectos extravagantes de su personaje a través de los mencionados ataques iracundos en comunión con sus momentos más musitados como las tranquilas y muy logradas escenas donde consuma su relación afectiva con Kevin. El clímax es el esperado y vale la pena disfrutar a lo largo de la historia varias tonadas metaleras de grupos clave como “Metallica”, “Anthrax” y “Panthera”, entre otros que no sólo cumplen con creces sus funciones auditivas de ilustrar musicalmente un relato dond el Heavy Metal es relevante, también la letra ingresa como instrumento de narración en el momento justo. “Metal Lords” nos hace sonreír y reflexionar sobre aquellos marginados que portan con orgullo los botones, prendas raídas y tatuajes de las bandas que marcan su existencia y gusto musical.