MUJERES EN LA POLÍTICA: México
El Contexto histórico
Para poder hablar de la mujer y sus derechos en la participación política, es necesario hacer una revisión de lo que ha sido su historia en la lucha por alcanzar sus derechos.
La primera precursora que plantea los derechos de las mujeres mexicanas es Sor Juana Inés de la Cruz, quien a través de su poesía hizo severas críticas al machismo y reivindicó el derecho de las mujeres a la educación.
Entre los años 1700 y 1810 se abrieron diversas escuelas para mujeres, la formación se centró en hacer mejores esposas y madres, es decir, la capacitación estaba destinada a que la mujer cumpliera el papel de servidora con el esposo y los hijos, y en el mejor de los casos capacitándolas como artesanas y profesoras de primaria.
Como podemos observar, era una educación sexista basada en estereotipos de cómo debía ser una mujer. Es la construcción del ser mujer desde la perspectiva del hombre.
En el México independiente resaltan los nombres de Josefa Ortíz de Domínguez y de Leona Vicario, ambas mujeres educadas y de clase acomodada, que renunciando a su estatus quo, se unieron al movimiento de independencia que fundió sus aspiraciones y derechos de mujeres a los “deseos de gloria y de la libertad de la patria”
Si bien es cierto que no existían los derechos a las mujeres como algo específico, la independencia trajo una visión más igualitaria para la sociedad mexicana en general, un indicador de ello fue el artículo 24 de la Constitución de Apatzingán, en 1924 promulgaba la necesidad de eliminar la educación elitista y sustituirla por una educación para todos, que no hiciera distinción por sexo, raza o clase económica.
Aun así, el derecho a la educación en México se logró hasta 1869, en la Presidencia de Benito Juárez, que abrió la primera escuela secundaria para mujeres. A partir de entonces las mujeres comenzaron a reivindicar su derecho a estudiar. Con el tiempo las mujeres aspiraron a tener profesiones que fueran más allá del estudio como profesoras.
Para 1904, a pesar de que el Presidente Porfirio Díaz no mostró interés alguno por promover estas reivindicaciones, había tres mujeres doctoras ejerciendo la medicina.
Sin embargo la resistencia para que las mueres ejercieran otras profesiones que hasta entonces eran propias de los hombres, seguía siendo parte de la cultura mexicana. Por ejemplo la primera mujer abogada María Sandoval de Zarco, tuvo que limitarse a ejercer el derecho civil, al considerarse inapropiado que ejerciera el derecho penal.
Aquellas mujeres que fueron incursionando en el mercado laboral del derecho, empezaron a plantear las primeras críticas específicamente al Código Civil de 1884, ya que contenía elementos absolutamente discriminatorios para la mujer, la feminista Hermila Galindo lo plantea de esta manera:
“La esposa no tiene ningún derecho en su casa. No pueden participar en ninguna cuestión política ni tiene personalidad legal para establecer un contrato. No puede decidir nada sobre sus propiedades personales, ni administrarlas; no está calificada legalmente para defenderse de la mala administración que haga su esposo de sus propiedades, ni siquiera en el caso que él utilizara sus fondos con fines innobles y que ofendieran a su esposa. No tiene ninguna autoridad sobre sus hijos ni tiene derecho a intervenir en su educación (…) Si es viuda, tiene que seguir los consejos de las personas a las que su esposo hubiere designado antes de su muerte, de lo contrario podría perder los derechos sobre sus hijos.”
Las demandas de las mujeres en ese contexto social se centraban en la exigencia a la educación, a las reformas de ese Código Civil de 1884 y los planteamientos más radicales se centraban al derecho de una moral igual para todos que consistía en tener derecho al divorcio, al control de la natalidad y a la regulación de la prostitución que era un problema social por alcanzar cifras muy altas.
La lucha por los derechos de las mujeres en la Constitución de 1917
Todas las mujeres sin importar la clase, estuvieron involucradas en la revolución aunque fueron totalmente invisibilizadas. Tuvieron dos papeles principales; soldaderas y soldadas.
Las primeras, las soldaderas se trata de mujeres que acompañaban al hombre en sus correrías militares. Su labor era meramente servicial con una actitud de “abnegación incondicional al esposo o amante.” Cumplían con el estereotipo de apoyo incondicional y cuidadora.
Las segundas, es decir las soldadas fueron mujeres activas en la lucha, recibieron nombramientos oficiales como la famosa “Coronela” y rompieron con la imagen que corresponde a una mujer, porque solo así podían ser aceptadas en la batalla. Nuevamente le era asignado un rol a la mujer, que la condicionaba a anular lo femenino y asemejarse a lo masculino.
La formación de una agenda feminista aunque incipiente, empezaba a tomar planteamientos más claros. La revolución fortaleció el movimiento anticlerical en el que muchas mujeres llegaron a participar como el caso de Hermilia Galindo, quien tenía muy claro el sometimiento que ejercía la iglesia católica hacia las mujeres, y la resistencia porque esta tuviera roles que salieran del sometimiento tradicional.
Hermilia Galindo fue una mujer muy cercana al entonces Presidente Carranza, por lo que sus ideas anticlericales fueron incorporadas en la Constitución de 1917, en el sentido de reducir la influencia del clero en asuntos del Estado. Asimismo lo persuadió para que permitiera el divorcio, y para que se revisara el Código Civil a fin de conseguir mayor igualdad entre hombres y mujeres, logrando que Carranza publicara en 1917 una Ley de Relaciones Familiares que perseguía dicha finalidad.
Galindo fue una de las precursoras del voto y participó como candidata para integrar la Cámara de Diputados ya que en la Constitución de 1917 (artículo 35) no prohibía a las mujeres votar y ser votadas. Sin embargo en la Ley Electoral de 1918 si se instituyó como un derecho solo de los hombre. Al final la estructura patriarcal no le permitió ni llegar a la Cámara de Diputados, ni mantener el derecho al voto de las mujeres.
Para 1934 el PNR, antecesor del PRI, comenzaba a poner en su agenda las necesidades de incorporar a las mujeres en la vida política. El periódico Excélsior lo publica en primera plana, como el primer paso para incorporar a las mujeres en la vida pública después de la revolución.
“(…) con el tiempo, una vez que las mujeres de México estén debidamente preparadas para su gestión social y educativa para intervenir en la política del país, se estudiará la conveniencia de comenzarle a conceder los derechos políticos que al hombre le otorga la Carta Magna. Es decir que dentro de algunos años la mujer mexicana podrá votar y ser votada para los puestos de elección popular. Se cree que el primer derecho político que se concederá a la mujer es que pueda formar parte de los ayuntamientos de país, con el objeto de que en los municipios desarrolle una labor benéfica para la colectividad. Luego de ese paso, nos dijeron nuestros informantes, la mujer estará debidamente preparada para poder ingresar a las cámaras de diputados locales y al Congreso de la Unión.”
En 1946 se reconoce con un derecho de las mujeres mexicanas a votar, pero es hasta 1954 cuando pueden ejercer de manera efectiva el voto.
A pesar de que la independencia y la revolución establecen una nueva cosmovisión de entender la justicia y la igualdad en la sociedad mexicana, de manera paralela se refuerza el machismo y los estereotipos impuestos a partir de esta visión patriarcal que tanto ha afectado en el desarrollo de los derechos de las mujeres.
Como podemos observar las mujeres han sido invisibles en la historia y en el derecho. Su trayecto en la búsqueda de justicia y condiciones de igualdad siguió estando presentes después de esto. El espíritu de justicia social y de igualitarismo que se da en las dos grandes revoluciones sociales de la historia de México, dejó intocados los derechos y aspiraciones de las mujeres. Como si no existieran.
A mediados del siglo XX los movimientos feministas resurgen con gran fuerza en Europa y Estados Unidos. Nuevas reivindicaciones y desarrollo teórico sobre las causas de la desigualdad y opresión se dan cada vez con mayor claridad. Se cuestionan aspectos como el papel de la mujer en la familia, la necesidad de hacer reformas legales y estructurales del matrimonio como institución, se introduce a la teoría feminista conceptos como patriarcado y el binomio sexo-género como construcción social. Son las principales aportaciones de esta etapa.
En el feminismo de los años 60s comenzaron a establecerse un mayor número de redes y grupos feministas. El legado del feminismo radical permitió que las feministas mexicanas lucharan por reivindicaciones como la libertad sexual y despenalización del aborto. En esta etapa el énfasis se daba en estos dos aspectos y la participación política no era un eje importante de la agenda.
En la década de los 70s el movimiento feminista logró que la Secretaría de Educación Pública modificara diversos contenidos sexistas en los libros de educación gratuita.
La década de los 80s estuvo marcada por la proliferación de organizaciones no gubernamentales, por diversas reformas en materia penal que centraban una especial atención a la violencia sexual, tipificando e incrementando las penas a los violadores. Por otra parte, los partidos políticos comenzaron a dar espacio dentro de las agendas políticas a los temas feministas, lo que significó un mayor espacio para el desarrollo institucional de los derechos de las mujeres.
La década de los 90s se caracteriza por un proceso de institucionalización del feminismo guiado por la agenda internacional. La conceptualización de la violencia contra las mujeres y sus diversas manifestaciones son la preocupación central de las luchas de las mujeres en esta etapa.
La realidad vivida en ciudad Juárez hace inminente la incorporación de un nuevo concepto: feminicidio, término que introduce la feminista mexicana Marcela Lagarde quien señala que se trata de una equivalencia del homicidio que opera solamente para las mujeres por el solo hecho de ser mujer.
Otro aspecto relevante en el que se centró el movimiento de mujeres mexicanas fue su participación en la esfera política. Se lograron el establecimiento de cuotas dentro de los partidos políticos, se demandó la obligatoriedad en los partidos políticos por la paridad, la inclusión en las listas de minorías y grupos vulnerables todo ello dentro de la vida de los partidos políticos
Es importante resaltar que hay avances en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y en su valoración y aportación en la vida social. No obstante a ello estos avances y reformas no han resuelto de fondo las brechas de desigualdad y de injusticia social en las que viven las mujeres mexicanas.
La igualdad sustantiva entre hombres y mujeres es una condición esencial para avanzar en la construcción de sociedades más democráticas y justas, que permitan a ciudadanos y ciudadanas, ejercer sus derechos en forma plena.
Muchas Gracias. 17 de Marzo de 2022.