“NO MIREN ARRIBA” (”DON’T LOOK UP”) – NETFLIX

“NO MIREN ARRIBA” (”DON’T LOOK UP”) – NETFLIX

Con gran ferocidad y poca mesura es como el director y guionista Adam McKay prosigue con la desacralización del sistema político norteamericano y los modelos culturales que este siglo se han nutrido como nunca del consumo de información a lo tarugo por esos canales ídem que son las redes sociales y el desmedido culto a la personalidad con esta jocosa rabieta que es “No Miren Arriba”, producción de Netflix que se añade a la placa de Petri con que el director ha procurado analizar mediante un microscopio narrativo deudor de Kubrick y su “Dr. Insólito” o la ácida pluma de Paddy Chayefsky las pueriles, inauditas y casi surrealistas aristas que definen la estructura gubernamental e ideológica de su nación destripando con su cámara de óxido todas las fallas y humoradas involuntarias que sus “líderes” aseguran son estrategias estadistas.

En esta ocasión McKay se separa de sus adaptaciones a hechos históricos como el crack bursátil de hace lustros (“La Gran Apuesta”) o figuras políticas ominosas y manipuladoras (“El Vicepresidente: Más Allá del Poder”) para generar una especulación de índice alegórica sobre un colosal cometa que se dirige a nuestro planeta. El descubrimiento lo realizan un astrónomo brillante pero de cobarde contextura burguesa llamado Mindy (Leonardo DiCaprio poniendo en práctica el histrionismo inteligente que le enseñó Scorsese) y una joven idealista llamada Dibiasky (Jennifer Lawrence), percatándose de que las dimensiones del cuerpo celeste son tales que exterminarán toda vida en nuestro planeta al contacto. Apoyados por el científico de la NASA Teddy Oglethorpr (Rob Morgan) tratan de advertir a su gobierno pero sólo se topan con un muro de incredulidad y mediocridad, pues la presidenta Orlean (Meryl Streep), republicana de la misma cepa que Trump, y su secretario e hijo Jason (Jonah Hill) tienen sus prioridades en las primarias y no creen en el cometa. Al darse cuenta que la Casa Blanca está regida por idiotas, acuden a la televisión tan sólo para encontrar el mismo resultado por parte de dos famosos presentadores (Cate Blanchett y Tyler Perry) más interesados en el romance entre dos artistas chatarra (interpretados con cierta malicia por parte de McKay por Ariana Grande y Kid Cudi) que en el inminente armagedón.

Poco a poco la misión por informar al mundo de la catástrofe sufre una metamorfosis cuando Mindy se ve seducido tanto por el personaje de Blanchett como por la cultura del establishment convirtiéndose en celebridad mientras que Dibiasky se aferra a sus convicciones prefiriendo el exilio antes que traicionar sus ideales en pos de la autenticidad y la justicia, culminando con una relación improvisada con un joven callejero (Timothée Chalamet) que le cree ciegamente. Además del cometa como metáfora del cambio climático y la exposición del gobierno gringo como mezquino, pueril y de paroxismo capitalista (una escena muy hilarante muestra a un general de los E.U. vendiéndoles agua y frituras a los astrónomos en el Capitolio cuando en realidad son gratis), la película también retoma aquello escrito por Mario Vargas Llosa sobre que “En la civilización del espectáculo, el intelectual sólo interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón” que es justo lo que le sucede a Mindy, acentuando el poder que actualmente posee un millón de “likes” sobre la consciencia comunal.

McKay le dispara a todo lo que se mueva en la cultura globalizada, incluyendo a los plutócratas tecnológicos que amasan fortunas vendiendo tecnología que favorece la despersonalización o el abandono de elucubraciones propias como la han hecho Zuckerberg o Musk en la forma de Peter Isherwell (el genial Mark Rylance), quien se ha aliado con la presidenta Orlean para manipula todo el proceso mediático sobre el cometa a su favor.

“No Miren Arriba” es un discurso tan homogéneo y honrado que por ello incomodará a muchos, desconcertará a otros y desanimará a casi todos por un manejo del humor más bien negro y no complaciente, pero ésa es la idea y gracias a su efectiva dirección y un reparto coral muy logrado añade otro trozo al pavimento que crea un camino alterno al de una humanidad que marcha tan campante al suicidio ambiental e intelectual.

Juan Pablo Martínez Zúñiga
Juan Pablo Martínez Zúñiga

Juan Pablo Martínez Zúñiga

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